Resumen
Se estudian las reacciones de los primeros pensadores cristianos frente a la astrología, los antecedentes clásicos en que se basaron, y el posterior aprovechamiento de los símbolos y arquetipos astrológicos por la filosofía y literatura del humanismo cristiano.
Antecedentes Clásicos
En general los historladores de la astrología coinciden en señalar las antiguas civilizaciones de Mesopotamia y del Nilo como la cuna de la astrología occidental. Las estrellas eran consideradas en estos pueblos de la Antigüedad como la fuente de todos los cambios y también como signos que podían interpretarse. La adivinación por los astros entre los sacerdotes babilónicos se centraba en profecías de carácter primitivo, tomando como base los eclipses, y se centraban en la vida de los reyes. Este pueblo hacia también predicciones meteorológicas de acuerdo con el color de los planetas al levantarse o al ponerse. Paulatinamente el campo de acción de la astrología se extendió a los sucesos cotidianos y amplió su difusión soclal. Los Zigurats o templos mesopotamicos, con sus siete divisiónes, reproducían los siete planetas del cielo; en ellos se desarrollaron cálculos matematicos de cierto avance que contribuyeron al establecimiento de un calendario en Occidente. Los planetas fueron divinizados por los mesopotamicos, que concibieron, sobre la base de la regularidad de sus movimientos, una especie de «determinismo universal» Saturno, en especial, era tenido como el rey del cielo.
Los griegos y romanos consideraban a Berosus, sacerdote del templo de Bel en Babilonia, como el más antiguo autor de tratados de astrología. En cuanto a la civilizacion egipcia, no ha sido posible determinar hasta el momento cual sería su contribución original al saber astrológico, pero lo cierto es que esta disciplina tuvo entre ellos un cultivo más desarrollado que entre los mesopotamicos, de los que tomarían la iniclativa. La tradición astrológica más importante atribuida a los egipcios son los Libros de Hermes Trimegisto, al que se consideraba como el padre de la astrología; los libros herméticos tuvieron una inmensa difusión en el Occidente medieval; a Hermes se le atribuía la división del zodíaco en doce casas. Pensadores cristianos como Clemente de Alejandría y Eusebio testimonian, en época tardía, el prestigio y el enorme cultivo que tenía la astrología entre los egipcios. Eran los planetas para estos los causantes del fin de las monarquías, las pestes, las revoluciones y los fenómenos naturales como los terremotos, las lluvias, etc. Está también documentada la costumbre de hacer horóscopos individuales entre los egipcios, ao menos en época tardía: contamos con el testimonio de Proclus, un filósofo griego neoplatonico del siglo V.
Mucho material astrológico de estas civilizaciones sobrevivió en Grecia en la compilación de Ptolomeo (siglo II). Pero los griegos en general no demostraron interés por la astrología babilonica, si no es en su desarrollo mitológico, filosófico o religioso. La astrología en cuanto a ciencla de la adivinación sólo se extendio en el mundo helenico despues de las conquistas de Alejandro Magno, con la incorporación de los conocimientos de las civilizaciones conquistadas (la caldea, la persa, la egipcia y la india).
Grecia tenía una serie de tradiciónes filosóficas conio el pitagorismo -cuyas teorías sobre la música de las esferas parecen estar relacionadas con estudios astrológicos egipcios- o el estoicismo, que constituían un sustrato idóneo para aceptar las teorías astrológicas.
Los estoicos eran, por otra parte, dados a las adivinaciónes de todo tipo. Era general en las escuelas filosóficas griegas distinguir entre el cielo y la tierra como en la base de toda la fiIosofía china.
Con Platón se difunde la idea de que los cuerpos celestlales eran de diferente naturaleza que los terrestres. Los celestes eran divinos, inmortales, poseedores de inteligencla y alma. De la tradición platonica hereda Orígenes la idea de la jerarquía de los cuerpos celestes dotados de alma.
Por otro lado, Aristóteles también defendía la diferencia entre una región sublunar y otra supralunar; la luna marcaba el limite entre una región y otra. Un cuerpo del mundo celestlal era eterno y tenía movimiento circular mientras que los cuerpos terrestres se movían en línea recta (De Caelo 1 – III). Estos últimos estaban además compuestos por los cuatro elementos -tierra, agua, aire, fuego- mientras que los celestes están formados de un quinto elemento, el éter, o quinta esencia, de naturaleza mucho más noble (De Caelo 1 – III). Los cinco elementos eran considerados cuerpos simples y tenían su movimiento apropiado con relación al centro y a los otros elementos; movimiento que podia ser circular o en línea recta hacia arriba o hacia abajo. El éter se movía circularmente alrededor del borde que separaba a la región sublunar de la celeste. El fuego, el elemento más ligero de los terrenales, se veía impulsado por su naturaIeza, a ocupar la parte más alta del mundo sublunar, con un movimiento hacia arriba. EI aire también se movía hacia arriba y tendía a quedarse en la región inmedlatamente inferior a la del fuego. Por debajo del aire estaba el agua, que junto con la tierra se caracterizaba por tener un movimiento hacia abajo, contrario al del aire y el fuego. La tierra, en último Iugar, era el elemento más pesado. La posición que ocupaba un cuerpo en el Universo era determinada de acuerdo con la naturaleza de su movimiento -hacia arriba, abajo, o circular-; de ese modo cada cuerpo ocupaba su propio Iugar en el Universo. Aristóteles tiende a dividir el mundo en cinco niveles delimitados por el movimiento de los cinco elementos. La región celeste se movia en un eterno movimiento circular, que era la causa de los cambios: que ocurrlan en la tierra. Las estrellas fijas constituían el principio de permanencla, mientras que el movimiento de los planetas -sobre todo el del Sol, y a mucha mayor distancia, la Luna-originaban el principio del cambio. Los astros evitaban además que cada cuerpo se saliera de su lugar. Pero en la región sublunar no se dan los cuatro elementos en su forma pura; lo cual quiere decir que tampoco tienen los cuerpos formados por estos elementos un movimiento puro (De Generatione 23-28). En cambio, los planetas, compuestos de éter, tenían un movimiento propio puro y eterno, sin que las cosas del mundo terrestre pudieran influir en ellos.
No todas las escuelas filosoficas de la Antigiiedad aceptaron la teoría de la quinta esencia. Los estoicos no admitlan que la matería que formaba la región celestlal tuviera que ser distinta de los cuatro elementos que conformaban la región sub lunar. Para ellos, el estudio de la naturaleza podia llevar a la predicción; al conocer el mundo que rodea al hombre, y establecer sus leyes, el hombre se libra del miedo, y se conforma con su destino; no en el sentido de la resignación cristiana, sino por conocer las leyes de la naturaleza y poder vivir aceptándolas. La astrología era en ese sentido un arte preciado para los estoicos, pues les permitía tratar de entender las leyes del mundo y obrar en conformidad con ellas. Además, como bien ha señalado Anderson, los arquetipos universales de la astrología atraían más a los estoicos que otros aspectos triviales o cotidianos. Los estoicos, tanto como Platón o Aristóteles, daban pie a la aceptación de las doctrinas astrológicas.
El Timeo de Platón, con su supervivencia a través de la Edad Media, fue una fuente de autoridad constante para los astrólogos y para los practicantes de las ciencias ocultas en general. En este libro el filósofo expresaba la concepción del mundo como un organismo vivo, cuyas partes estaban estrechamente relacionadas; presentaba además un tipo de teoría de la emanación en términos astrológicos: el alma desciende de los cielos a través de los dioses planetários que le prestán cada uno sus propios dones. Toda la organización del mundo de la matéria depende de una Inteligencia Ordenadora, la inteligencla de Dios (Timeo). Esa inteligencia es la que establece el criterio de la jerarquía, ordenando las cosas en una escala ascendente, de menor a mayor inteligencia. En un orden tal, ha señalado finamente Anderson, el énfasis recae sobre las ideas en sí mismas y no sobre los fenómenos fisicos, que sólo importan en la medida en que demuestran la Inteligencia que les da razón de ser.
Estas explicaciones astrológicas del Timeo llegaron hasta la Edad Medla a través de los comentários de Calcidus y Macrobius. Los platónicos, como se verá en el caso de Plotino, no aceptaron, sin embargo, que los planetas fueran la causa de los destinos humanos sino tan sólo signos que ilustraban las correspondencias entre el microcosmos y el macrocosmos, solución que aún mantendrán los neoplatónicos renacentistas como Marcilio Ficino. También el Timeo influyo enormemente en los primeros pensadores cristianos. La importancla de las teorías físicas aristotélicas para la aceptación de la astrología por el cristianismo fue un fenómeno sobre todo de los siglos XII y XIII.12
12 La aportación de la astrología árabe se estudia en «Una nueva filosofia de la astrología en los siglos XII y XIII: el impacto de las traducciones del árabe y Ia postura de Santo Tomás de Aquino». Revista Española de Filosofia Medieval. Universidad de Zaragoza (2002): 249-264.
En cuanto a la astrología propriamente dicha, Eudoxo de Cnido, autor de una teoría sobre los círculos concéntricos, parece ser el primer autor que escribió en griego sobre temás puramente astrológicos. Su influencia se hace patente en autores como Gémino de Rodas, cuya Introducción a los fenómenos fue comentada por Hiparco (siglo II a. d. C.), fundador de la trigonometría, quien descubrió la precesión de los equinoccios, es decir, el movimiento retrógrado de los puntos equinocciales. Sin embargo, no fue hasta Ptolomeo, en época ya de dominación romana -siglo II- cuando la astrología griega se sistematizo en unos tratados, el Tetrabiblos y el Centiloquium, que habrían de influir a toda Europa hasta el siglo XVII, en que las teorías heliocéntricas sustituyen el geocentrismo de la visión astrológica ptolemaica.
Ptolomeo adapta las ideas de Aristóteles, pero decide fundamentar la astrología, como muy bien ha señalado Wedel, no tanto con criterios filosóficos como apoyándose en la astronomia, lo cual era un intento de seguir La línea «científica» aristotélica y ofrecer una explicacion racional del mundo, en vez de una visión mística, como la de Platón. Ptolomeo desarrolla la teoría de los signos, los planetas, las casas y los aspectos zodlacales; distingue una astrología de predicción de sucesos generales y otra individual; para las predicciónes generales divide la tierra en siete climás, cada uno bajo la influencia de su propio planeta y constelación. Estas entidades para él tienen una potencla más fuerte que las individualidades humanas, tienen tal poder que pueden, por ejemplo, determinar el color de una raza o la historia de una comunidad.
La concepción del Cosmos en Ptolomeo prescribía una tierra estática alrededor de la cual giraban las estrellas. Cada casa zodlacal significaba un aspecto de la vida humana, y su valor dependia del planeta -fortunado o infortunado- que estuviera en ellas en el momento del nacimiento. Este tipo de astrología, basada en una minuciosa correspondencia entre las observaciones astronomicas y el dominio de lo humano, era, en cierto sentido, una radicalización de las teorías peripatéticas y tuvo un enorme éxito en lo sucesivo, hasta la caída del Imperio Romano y la preponderancia de la Iglesia. No obstante, también conto con sus detractores desde muy temprano.
En Grecia, hacia el siglo II de nuestra era, los escépticos desarrollan una serie de argumentos contra la astrología que proporcionan un modelo en toda diatriba posterior, desde Cíceron a San Agustín: como explicar, por ejemplo, las diferencias de destino entre los gemelos que nacen a una misma hora o cómo explicar los holocaustos o las tragedias colectivas de seres con diferentes horóscopos. Jacques Halbronn y Wedel atribuyen la primera formulación lógica de estos argumentos al griego Carneades en el siglo II a.C., miembro de la Nueva Academia.
Frente a los ataques de Carneades surgio la defensa de Posidonius -135 a.C.- que, junto con Ptolomeo y los estoicos, respondia a las objeciones contra el arte astrológico. Los argumentos de Carneades, a falta del texto original, se conservan en las referencias de Cicerón De Divinatione, y en el libro quinto de De Civitate Dei, de San Agustin.
El propio Cicerón, en su juventud, tradujo al latin un poema de Arato de Soli, los Phaenomena, escrito alrededor de 270 a.C., en el que se explicaba el sistema de Eudoxo. Este poema, admirado tanto por griegos como por romanos, fue comentado por Higinio, amigo de Ovidio.
La astrología medica tuvo también una posición importante entre las ciencias de estos tiempos. Se leía el Iibro de Hipócrates, De aere, aqua et locis, obra influida por los pitagoricos que discute con detalle el valor de la astrología y sus pronósticos en la medicina. Por su parte, la escuela de medicina de Alejandria utilizaba las prognosis, diagnosis e higiene astrológicas en sus métodos.
Con la dominación romana, la astrología extiende sus fronteras por todos sus territorios. Esta ciencia, a pesar de algunos intentos para proscribirla durante el Imperio Romano, captará la atención de todas las clases sociales, aunque no faltaron detractores como Cicerón (De Divinatione) o Lucrecio (De Natura Rerum), empeñados en defender el libre albedrío que sentian incompatible con los conocimientos de la astrología, desde la filosofía o desde la sátira. Catón el Censor (234-149 a.C.) amonestaba a los romanos para que se guardaran de las influencias de los sacerdotes caldeos, y el pretor Cneio Cornelio Hispalo expulso en el año 139 a.C. a los astrólogos de Italia.
Pero, en general, la estima de los astrólogos crece en esta época tanto que llegan a tener incluso una función política como consejeros de los emperadores o de los grandes señores. Julio César se servía constantemente de augures y César Augusto protegió la astrología. De hecho, el primer tratado romano sobre este arte, la Astronomica de Marco Manilio (45 a.C.) fue dedicado a este emperador.
La astrología sobrevivió épocas de persecución en tiempos de Claudio y de Vespasiano, pero floreció bajo otros reinados. Asi, en tiempos de Tiberio y de Néron, el astrólogo Trasilo y su hijo ocuparon altos cargos politicos. A la muerte de Marco Aurelio, los astrólogos eran ya personajes importantes en la corte imperial, y en tiempos de Constantino, el notario imperial Julio Firmico Materno escribió sus Matemáticas, en ocho libros que trataban del poder y la influencia de las estrellas. Esta obra tuvo una gran influencia hasta entrado el Renacimiento. San Agustín da cuenta de la difusión y aceptación general de la teorías astrológicas todavia en su época. Uno de los últimos autores de tratados de astrología del mundo antiguo fue Juan Lorenzo -conocido también como Lido- de Filadelfia (490-565).
Plotino es caso aparte.20 Gracias a ellos pensadores cristianos podrán enfrentarse al tema de la astrología con mayor profundidad y liberarse de prejuicios nacidos de una temerosa ignorancia. Plotino les dará a los artistas que siguen la línea de Dante -a los humanistas neoplatónicos- la libertad para usar los arquetipos astrológicos como símbolos de la belleza del universo, sin la necesidad de verlos bajo el esquema causa-efecto que tantos problemas planteaba a los cristianos sobre el tema del libre albedrío.
20 Traté de la aportación de Plotino al problema de la astrología en «Plotino y el problema de las estrellas: una solución para los neoplatónicos» Revista Española de Filosofía Medieval. Universidad de Zaragoza (2000): 189-196.

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