jueves, 14 de agosto de 2014

Avatares del zodiaco astrológico. Por Patrice Guinard













Avatares del zodíaco astrológico
por Patrice Guinard

-- traducción Angeles Rocamora --




Este estudio, ampliamente remodelado, cubre los capítulos 7, 8, 9 y 10 de mi tesis doctoral (1993).
 

1. Los orígenes del Zodíaco: el estado pre-zodiacal
"El huevo en bola de Amma estaba cerrado: pero hecho de cuatro partes llamadas 'clavículas', también ovoides, que estaban unidas, como unidas las unas con las otras. Amma es cuatro clavículas juntas; no es más que estas cuatro clavículas". (Marcel Griaule & Germaine Dieterlen, Le renard pâle)
     Los habitantes de Mesopotamia no fueron los primeros en observar los astros y en delimitar en la extensión celeste algunas porciones de cielo, las constelaciones, que respondían a ciertas regularidades y a ciertos ritmos, y que estaban ocupadas por objetos llamados estrellas. Los pueblos del neolítico tenían su astronomía, y probablemente también los que les precedieron. Lo que caracteriza a los mesopotamios, es que a partir de estas observaciones ellos crearon una astrología bastante cercana a la nuestra, digan lo que digan, y que nos ha sido mal que bien, esporádicamente transmitida. No es el momento de tratar aquí las múltiples formas proto-astrológicas que pudieron existir en los pueblos neo y paleolíticos.
     La observación de las estrellas y su reagrupamiento en constelaciones es atestiguada desde el 2400 a. de C. En Elba (en la actual Siria): la salida de la constelación de las Péyades coincidía en esta fecha con el equinoccio de primavera. Y hacia el 2000 a. de C., más al este, en Mari, la salida de Arturus marcaba el inicio de la cosecha. Existía una astronomía sabia desde el inicio del primer imperio acadiano, fundado por el semita Sharrum-kîn (2334-2279), conocido bajo el nombre de Sargon, y cuyo nieto Narâm-Sîn (2254-2218), "el Amado de Sîn", es decir, el dios Luna, será el heredero inspirado. Estas primeras observaciones astronómicas registradas son también atestiguadas en el mismo siglo XXIII por el neoplatonicista Simplicius en el capítulo XI de su Comentario sobre el tratado Del Cielo de Aristóteles.
     Las constelaciones estelares servían de referencias para el calendario en las diversas actividades de la vida social. Han conocido numerosas transformaciones al hilo del progreso de la observación y también de las rivalidades entre escuelas concurrentes. Una lista de constelaciones que data alrededor del 1300 a. de C., proveniente de la ciudad hitita de Boghaz-Köi (en la actual Turquía), contiene ya casi todas las constelaciones que llegarán a ser "zodiacales", a excepción de Leo y de Libra.
     La sexta sección de la primera tabla de la serie MUL APIN (el famoso tratado babilonio de uranografía y también el primer catálogo de estrellas conocido), del cual el principal ejemplar, el BM 86378 (British Museum), datado en el 687 a. de C. es una copia de una compilación algunas décadas anterior, y da la lista de 16 o 17 constelaciones recorridas por la Luna y también por el Sol y los demás planetas: MUL.MUL (las "estrellas-estrellas" en sumerio, o las Pléyades, equivalentes a una parte de la constelación de Tauro), GUD.AN.NA (el Tauro celeste, equivalente a una parte más meridional de la constelación de Tauro), SIBA.ZI.AN.NA (el fiel pastor celeste, u Orión), SHU.GI (el anciano, equivalente a la constelación de Perseo), GAM (el bastón quebrado, o Auriga), MASH.TAB.BA.GAL.GAL (los grandes gemelos, equivalente a la constelación de Géminis), AL.LUL (el cangrejo, o Cáncer), UR.GU.LA (el perro gigante, equivalente a la constelación de Leo), AB.SIN (la espiga de cebada, o Spica, equivalente a la constelación de Virgo), zi-ba-ni-tum (donde observamos el nombre acadiano y ya no sumerio, equivalente a la constelación de Libra), GIR.TAB (Escorpio), PA.BIL.SAG (equivalente a la constelación de Sagitario), SHUHUR.MASH (el pez-cabra, equivalente a la constelación de Capricornio), GU.LA (el muy alto o el gigante, equivalente a la constelación de Acuario), zibbâti SIM.MAH (y) A-un-ni-tum (las colas de la gran golondrina y del pez, recubriendo la constelación de Piscis), LU.HUN.GA (el trabajador temporero, equivalente a la constelación de Aries). [1]
     En este estadio pre-zodiacal, encontramos los 12 signos-constelaciones del futuro zodíaco, además con las constelaciones de las Pléyades (comprendidas en el Tauro moderno), de Orión, de Perseo, de Auriga y de "la Golondrina" (comprendida en el Piscis moderno). Las imágenes y nombres babilonios de las constelaciones zodiacales, con la sola excepción de Aries, serán retomadas por los astrónomos griegos. Estas estaciones lunares, en el origen de los signos zodiacales solares, comprenden constelaciones situadas fuera de la aclíptica (en razón de la inclinación de la órbita lunar), las cuales serán suprimidas de la organización zodiacal futura.
    Una lista de época posterior, neo-asiria (Berlín, Museo arqueológico, VAT 7851), no comprende más que 14 constelaciones: Perseo y Auriga han desaparecido y las colas han sido reunidas bajo una misma constelación llamada DIL.GAN (la ballena).
     La aparición del zodíaco de los 12 signos iguales ha sido datada de mital del siglo VI a. de C. [2]  En su reciente obra sobre el nacimiento de la astrología en Mesopotamia, Giovanni Pettinato relata el descubrimiento de una tabla salida de la biblioteca de Sippar, recientemente exhumada por arqueólogos iraquíes: encontramos allí, datado alrededor del 600 a. de C., un zodíaco dividido en doce secciones. [3]  Los doce signos zodiacales de 30 grados cada uno, delimitados sobre la eclíptica y sin referencia a las constelaciones estelares, están claramente atestiguadas en una tabla datada en el 419 a. de C. Es pues en los siglos VI y V, cuando se establecieron las reformas de la concepción babilonia del cielo astronómico y astrológico, del que los griegos, que en la misma época inventaron la metafísica, fueron los herederos.
     El advenimiento del zodíaco no corresponde forzosamente al establecimiento de las significaciones astrológicas atribuídas más tarde a los doce signos zodiacales, en una época en la que las referencias estelares corresponderán más o menos a los meses de la cosecha. Como lo señala pertinentemente Florisoone: "Contrariamente a lo que se pudiera pensar, el zodíaco no fue una invención de inspiración exclusivamente astrológica, sino más bien una de las primeras manifestaciones del espíritu "científico" y del nacimiento de una verdadera astronomía en Mesopotamia". [4]
     La invención del zodíaco está ligada a la de una localización eclíptica, solar, y no ya solamente lunar [5] , y también a una armonización entre el calendario, la geometría y la artimética. Para Neugebauer, "El zodíaco no era de hecho otra cosa que una idealización matemática necesaria para los cálculos, y utilizada exclusivamente para esta finalidad." [6]  La invención del zodíaco puede ser considerada como la "revolución cartesiana" de la astronomía babilónica que se dota así de un nuevo sistema de localización, y del que los sacerdotes-astrónomos-astrólogos babilonios supieron sacar partido. La función práctica del zodíaco y su definición en cuanto banda recorrida por los planetas, ha sido posible porque los babilonios no conocían los graves problemas de excentricidad que se darían para la astrología moderna con la introducción de Plutón.
     Podemos preguntarnos en torno a las razones de esta tardía aparición, mientras que los conocimientos astronómicos de los babilonios permitían su introducción mucho antes. Parece que sea, paradójicamente, ¡el poder de la religión y de las concepciones astrológicas de la época los que frenaron esta innovación! Además, la nueva situación política (caída del imperio asirio y de Nínive en el 611 a. de C., toma de Babilonia por los persas en el 539 a. de C.) probablemente permitió una liberación de la investigación de su empresa sacerdotal. Podemos creer que la invención del zodíaco ha sido la obra de investigadores independientes, alejados de las esferas del poder sacerdotal.
     Pero ¿qué es lo que justifica la división zodiacal en doce secciones iguales? Kepler destacó sobre ello lo arbitrario, y discutió toda relación natural entre los Elementos (cf. Infra) y los "triángulos" formados por los signos zodiacales. Se invoca comúnmente la sincronización aproximativa del ciclo lunar en el año, así como las facilidades aritméticas ofrecidas por la división duodecimal del círculo de 360° y, parece verosímil que éstas hayan podido incitar a los astrónomos de la época a privilegiar el número Doce. Sin embargo, la existencia mucho más antigua de los 12 meses del calendario y la de los presagios que le están asociados (y sobre todo en la serie de los presagios astrológicos ENÛMA ANU ENLIL -o más exactamente ENÛMA ANU ENLIL EA-, pero también en otros textos como la serie "mensual" IQQUR ÎPUSH) ha podido ser un factor decisivo en la materia. Así pues, incluso si los significados astrológicos han sido atribuidos más tardíamente a los signos zodiacales, una lógica matricial (y duodecimal) preexistía ya mucho tiempos antes de la introducción del zodíaco astronómico. Y tanto la razón matricial como la "razón matemática", habrá dirigido el nacimiento del zodíaco. El hecho de que los signos zodiacales hayan salido de una selección tardía entre las constelaciones lunares, descalifica la interpretación de los signos a partir de los mitos asociados a estas constelaciones, además en épocas diversas. La matricialidad de la estructura zodiacal reclama que sea creada una semántica homogénea, independiente de estos avatares culturales.
 

2. El zodíaco elemental y sus dificultades
"Hic igitur deus et ratio, quae cuncta gubernat,
Ducit ab aetheriis terrena animalia signis."
(Manilius, Astronomica, II 82-83)
 

     Encontramos el zodíaco elemental en un número incalculable de tratados modernos de segunda mano, que encumbran la sección "astrología" de las estanterías de las librerías generales o especializadas. Este zodíaco llamado "simbólico" organiza los doce signos zodiacales, porciones iguales de una banda de la esfera celeste, centrada sobre la eclíptica y de una anchura aproximada de 35 grados en función de la inclinación orbital de Plutón, según una doble serie, elemental y modal. Este zodíaco supuestamente "tradicional" no es cuestionado nunca, y no nos preocupamos de conocer los orígenes, ni de saber por medio de qué astrólogos o de qué escuelas del pasado, y por qué razones, ha podido ser utilizado.
     El universo simbólico de los cuatro elementos no se impone, por ejemplo, en el autor del Tetrabiblos, y a pesar de una alusión teórica aristotélica de los cuatro, e incluso de los cinco elementos incluyendo el éter (Tetrabiblos, I.2), Ptolomeo se cuida, cuando define las asociaciones triangulares entre signos zodiacales, de evocar solamente la cualidad masculina o femenina de los signos, y no sus asociaciones elementales. [7]  De igual forma, Manilius quien sin embargo multiplica a su antojo los criterios de agrupación de los signos zodiacales, no asocia los Elementos a sus trígonos zodiacales, y no más que Coroteo de Sidón o que el ateniense Antíoco. Hermosa "tradición" en suma ¡que no existe en ninguna parte! Por otro lado, Bouché-Leclerq, que se complace en hacer la exposición cínica de las invenciones astrológicas frívolas, omite en su Astrología griega de mencionar la teoría de los elementos aplicada a los signos zodiacales.
     Vettirs Valens, el alejandrino de origen sirio, contemporáneo de Ptolomeo, parece ser el primero en mencionar esta asimilación de los trígonos zodiacales a los trígonos elementales, aunque este esquema no implique para este autor que la semántica de los signos zodiacales depende de ella. [8]  Dicho de otro modo, los signos zodiacales permanecen definidos por características heredadas de la mitología sin ninguna relación con los elementos.
     Se ignora, a mi conocimiento, el origen de esta asimilación así como la asociación más general entre elementos/cuartos. Podría ser que estos modelos hayan salido del crisol alejandrino, y que dos sistemas rivales hayan estado en competencia, uno "egipcio" y el otro "caldeo" (en esta cuestión como en numerosas otras), asociando en un primer momento los elementos con los cuartos zodiacales, según algunas consideraciones astro-meteorológicas (AGUA lluvias, inundaciones, AIRE tempestades, FUEGO sequía, TIERRA temblores de tierra) y según las variaciones climáticas estacionales medias (humedad, calor, sequedad, frío): dicho de otro modo, un sistema egipcio FUEGO-AGUA-AIRE-TIERRA (marcado por un verano lluvioso y por el desbordamiento del Nilo), que habría dado nacimiento al sistema "clásico" por atribución de la cualidad estacional al primer signo de la estación (Aries Fuego, Cáncer Agua...) y generalización por los trígonos, y un sistema "babilonio" AIRE-FUEGO-TIERRA-AGUA (marcado por un invierno lluvioso), que encontramos en Pablo de Alejandría. [9]
     En el zodíaco elemental convertido en "clásico", los doce signos se suceden de Aries a Piscis, según una doble serie elemental (Fuego, Tierra, Aire, Agua) y modal (cardinal, fijo, mutable). Así, a Aries están asociados los atributos Fuego y cardinal, a Tauro la Tierra y lo fijo, a Géminis los atributos Aire y mutable, a Cáncer el Agua y la cardinalidad... Elementos y Modos se definen por las cualidades triviales siguientes:
FUEGO: combustión, expansión, animación
TIERRA: lentitud, condensación, fijación
AIRE: difusión, dilatación, impregnación
AGUA: absorción, disolución, fluidez

CARDINAL: introducción
FIJO: estabilización
MUTABLE: distribución
 

    Las atribuciones de valores elementales y modales a los signos zodiacales recortan pues los agrupamientos tripartitos y cuadripartitos que les serían anteriores: por ejemplo, el "triángulo" de Tierra (Tauro, Virgo, Capricornio) o la "cruz" cardinal (Aries, Cáncer, Libra, Capricornio).
     En este dispositivo, es la atribución de los Elementos a los cuartos zodiacales y a los primeros signos de los cuartos, los "signos cardinales", la que es retenida, y que, por extensión triangular, define la cualidad elemental de los otros dos signos en trígono. El Fuego primaveral y Aries se extienden a Leo y Sagitario; el Agua estival y Cáncer se extienden a Escorpio y Piscis; el Aire otoñal y Libra se extienden a Acuario y Géminis; la Tierra hivernal y Capricornio a Tauro y Virgo. Así, siguiendo la lógica del dispositivo y de las cualidades elementales, los ignos zodiacales se oponen según el eje de los equinoccios (Aries/Piscis, Tauro/Acuario...) y los cuartos según el eje de los solsticios (FUEGO/AGUA, AIRE/TIERRA), pero jamás por el centro.
     Los cuatro Elementos están atestiguados en la cosmología egipcia bastante anteriormente a su integración tardía en el corpus astrológico, y fueron conceptualizados por los filósofos presocráticos. Con Pitágoras y sus discípulos, figuran como los símbolos de la Tétrada; con Empédocles son los protagonistas de una cosmología cíclica: no creados, "raíces de todas las cosas", llenos, inmutables, eternos, materiales y dotados de conciencia, iguales entre ellos y dirigiendo los ciclos temporales según el orden fijado por el destino: "Por turnos, en el curso de la revolución, cada uno (de los elementos) lo lleva; cada uno, pereciendo se transforma en otro y se incrementa con la parte fijada por el destino. Son pues, los únicos a tener el ser, y en su curso pues, por intercambios mutuos, se convierten en hombres y en razas de animales." [10]
     En los capítulos 6 y 7 del famoso tratado De la naturaleza del hombre (antes del 400 a. de C.), atribuido por los griegos a Hipócrates o a su yerno Pólibo, aunque los elementos no sean mencionados, las cualidades elementales están asociadas a las cuatro estaciones y a los cuatro humores [11]:
 

Primavera Verano Otoño Invierno
Sangre Bilis amarilla Bilis negra Flema
sanguíneo colérico melancólico flemático
calor y húmedo calor y seco frío y seco frío y húmedo

 
     Platón, en su Timeo, explica la necesidad de suponer la existencia de cuatro elementos, y no sólo tres, para constituir el cuerpo del Universo: "Si fuera, pues, una superficie no teniendo profundidad alguna la que hubiese debido convertir el cuerpo del Universo, una sola mediación habría bastado para unir los términos extremos y el medio mismo; pero es de naturaleza sólida que convino que fuese; ahora bien, para los sólidos, no es jamás una sola sino siempre dos mediaciones lo que hace falta para armonizarlos." [12]
     Aristóteles insiste en los valores climáticos de los elementos y en el principio de su generación sucesiva en un ciclo reversible. [13]  Sin embargo, si el ciclo resulta de una cosmología naturalista (de la tierra al cielo) pasando por las capas hidro y atmo-sféricas), ¿cómo explicar el paso del Fuego a la Tierra, y por consecuencia, cómo justificar la circularidad? Además, surgen dificultades durante la atribución de un valor elemental a cada uno de los elementos. En efecto, si el Fuego es caliente y la Tierra seca, el Aire sera húmedo y el Agua fría (solución de Aristóteles), o también, el Agua será húmeda y el Aire frío (solución del estoico Crísipo). [14]
    Escapamos a este dualismo atribuyendo a cada elemento un principio positivo específico: el calor permanece como principio del Fuego; para el Agua, la fluidez (su propiedad física) es preferible a la humedad (más dependiente de la meteorología); la solidez (o la densidad) será el principio de la Tierra; la luminosidad (o la claridad, o incluso la transparencia como para los tibetanos) será el principio del Aire.
     Los astrólogos, prisioneros de los valores climáticos asociados a los elementos, han sido llevados a sobrestimar el doble principio calor/humedad preponderante en la astrología clásica hasta Cardan, Kepler y Morin. El astrólogo francés Eustache Lenoble, acepta aún el calor y humedad como los dos principios, respectivamente, masculino y femenino que determinan la naturaleza de los Elementos: "Hay dos principios de generación: el calor y la humedad; el calor es la cualidad activa, y la humedad la pasiva". [15]
     La idea de los dos principios generadores está ligada a una sexualización de los factores astrológicos (planetas y signos), en el origen de todos los equívocos en cuanto a la comprensión de la Tétrada, la cual, se encuentra así sometida a un dualismo que le es extraño. Ahora bien, la astrología, intrínsecamente no dualista, no soporta tal dicotomía. La aporía dualista puede ser resuelta de la siguiente manera: si los signos "primaverales" o FUEGO (para atenerse a un modelo estacional, solar, del zodíaco elemental) son masculinos y los signos "estivales" o AGUA son femeninos, los signos "otoñales" o AIRE serán signos hermafroditas y los signos "invernales" o TIERRA signos asexuados.
     No hay dos sexos psíquicos en astrología, sino cuatro, cuatro sexos psíquico-astrales, es decir, cuatro modos de sensibilidad atractiva. Los primaverales atraen a los invernales, y recíprocamente; los estivales seducen a los otoñales, y viceversa, según el eje equinoxal. Así, las atracciones no se hacen entre masculinos y femeninos, y entre hermafroditas y asexuados, sino entre masculinos y asexuados, y entre femeninos y hermafroditas. Las consecuencias psicológicas de este dispositivo son importantes: lo femenino no puede amar lo que encubre una parte de feminidad; lo masculino no necesita ni de feminidad ni de virilidad, sino que privilegia un terreno neutro.
     Dos sistemas elementales incompatibles han estado en competición en los medios astrológicos helenistas, ambos relacionados con el zodíaco estacional: el sistema "egipcio", estoico, simbólico (FUEGO-CALOR, AGUA-HÚMEDO, AIRE-FRÍO, TIERRA-SECO), y el sistema "mesopotamio", aristotélico (neo-hipocrático), físico (AIRE-HÚMEDO, FUEGO-CALOR, TIERRA-SECO, AGUA-FRÍO). La organización estoica me parece más conforme a la naturaleza de los Elementos que no son más que símbolos. También conservaremos la localización elemental a condición de comprenderla como un prangón simbólico de la Tétrada. Los Elementos son los símbolos de los cuatro estados de la materia (sólido, líquido, gaseoso, ígneo), es decir, de las imágenes materiales de la Tétrada.
 

Símbolos elementales FUEGO AGUA AIRE TIERRA
Signos cardinales ARIES CÁNCER LIBRA CAPRICORNIO
Cualidades climáticas (Crísipo) Calor Húmedo Frío Seco
Estaciones Primavera Verano Otoño Invierno
Estados de la materia Ígneo Líquido Gaseoso Sólido
Principios materiales Calor Fluidez Claridad Densidad
Sexos psíquicos Masculino Femenino Hermafrodita Asexuado

 
3. Los zodíacos astronómicos
"Mañana, el Hombre habrá reconocido en todas las cosas la necesidad de las Estaciones, de sus Solsticios y de sus Equinoccios. Pero las Estaciones no tendrán lugar más sin él." (André Faussurier, 1967)
 

      Diversas tentativas contemporáneas han buscado reconstruir el zodíaco según los criterios más rigurosos. El zodíaco ptolomeico, así como por otro lado su planetario, fundados sobre criterios climatológicos, se han revelado incapaces a la larga, de justificar las diferenciaciones zodiacal y planetaria. [16]
     El zodíaco inicialmente fue imaginado para servir de referencia geométrica. La inclinación del plano de rotación de la Tierra alrededor de su eje en relación con su plano de revolución alrededor del sol, es su realidad fundadora. Un ángulo de 23°26' separa el plano del ecuador celeste y el plano de la eclíptica. Sus intersecciones Este y Oeste marcan el punto vernal (0° de Aries) y su opuesto (0° de Libra). Los puntos de los solsticios (0° de Cáncer y 0° de Capricornio) marcan el alejamiento máximo, Norte y Sur, del sol en relación con el plano ecuatorial. Cada una de las cuatro porciones así definidas es a continuación dividida en tres partes iguales sobre la eclíptica. Los doce signos zodiacales se deducen de ello. La banda zodiacal es una extensión de una parte y de otra de la eclíptica, es decir, del círculo de la esfera celeste recorrido por el Sol en su revolución aparente alrededor de la tierra. Ha sido imaginada a fin de tomar en cuenta la latitud de los planetas y sus separaciones en relación con la eclíptica.
     El Zodíaco así definido es una realidad solar, o más bien, helio-centrada. Cada signo podría así ser definido como el momento específico del recorrido de un planeta dado, proyectado sobre la eclíptica y medido por su declinación, es decir, por su altura en relación con el plano del ecuador celeste. Esta declinación es nula al principio de Aries y de Libra, y máxima al principio de Cáncer y de Capricornio.
De 0° Aries a 30° Géminis, aumento de la declinación que es positiva (Norte).
De 0° Cáncer a 30° Virgo, disminución de la declinación que permanece positiva (Norte).
De 0° Libra a 30° Sagitario, disminución de la declinación que se convierte en negativa (Sur).
De 0° Capricornio a 30° Piscis, aumento de la declinación que permanece negativa (Sur).
 

    La sinusoide que sigue ilustra las cuatro fases de un zodíaco de las declinaciones anuales del Sol. [17]
 
in Patrice Guinard, L'astrologie, TH D, 1993, p.31
     Las declinaciones de los signos equinocciales (Aries, Virgo, Libra, Piscis) varían fuertemente (11°28'), las de los signos medianos (Tauro, Leo, Escorpio, Acuario) varían un poco menos (8°42'), las de los signos solstisciales (Géminis, Cáncer, Sagitario, Caprincornio) débilmente (3°16'). Este zodíaco es universal, sea cual sea la latitud del lugar, tanto en el hemisferio Norte como en el hemisferio Sur. Es preferible al zodíaco solar estacional (cuya semántica es estrechamente dependiente del ciclo de las estaciones), y legitima la práctica de los astrólogos argentinos o australianos, los cuales, en general, no inversan los signos zodiacales. [18]
    Para cada planeta podríamos imaginar un zodíaco semejante, con fases deteminadas por la variación de las declinaciones, con el 0° de Aries y su punto opuesto definidos por los nodos planetarios.
     La cuadripartición de un zodíaco natural y solar, en relación con el lugar de observación, no era ignorada por los griegos: el astrónomo Gémino de Rodes señala, dos siglos antes de Ptolomeo, que la diferencia de la duración entre los días y las noches es positiva para seis signos, negativa para los otros seis signos; que hay un aumento de la duración del día para seis signos y disminución para los otros seis: "Además, el aumento de los días y de las noches no es igual en todos los signos. En los alrededores de los puntos solsticiales, es muy débil. (...) En el momento de los equinoccios, por el contrario, el aumento de los días es importante." [19]
     Este esquema puede generalizarse al conjunto de los planetas, y cada zodíaco local organiza los signos según las variaciones anuales de los arcos diurno y nocturno del planeta considerado. Así, en un momento dado y para una latitud geográfica dada, para cada planeta existe una relación específica entre la duración de su arco diurno (su duración de presencia por encima del horizonte) y la duración de su arco nocturno (su duración de presencia por debajo del horizonte). Así, en París, el Sol tiene un arco diurno de alrededor de 12 horas el 20 de marzo, de alrededor de 16 horas el 22 de junio, de 12 horas el 23 de septiembre y de 8 horas el 21 de diciembre, fecha en la que el arco diurno retoma la parte superior sobre el arco nocturno y que los romanos celebraban como la fiesta del sol invencible (Sol invictus).
     En los equinoccios, los arcos diurno y nocturno solares se igualan, en el solsticio estival, el arco diurno alcanza su máximo y en el solsticio invernal su mínimo. La sinusoide que sigue ilustra las cuatro fases de un zodáico fundado en las diferencias anuales de duración entre los arcos diurno y nocturno del sol en París.
 
in Patrice Guinard, L'astrologie, TH D, 1993, p.32
De 0° Aries a 30° Géminis, crecimiento del arco diurno dominante.
De 0° Cáncer a 30° Virgo, disminución del arco diurno dominante.
De 0° Libra a 30° Sagitario, disminución del arco diurno recesivo.
De 0° Capricornio a 30° Piscis, crecimiento del arco diurno recesivo.
     Este zodíaco local puede ser llamado "foto-periódico" (Nicola) en referencia a la presencia o a la ausencia de la fuente luminosa planetaria por encima o por debajo del horizonte. La luz, solar y directa, o planetaria y refractada, es el criterio aceptado en razón de su regularidad, contrariamente a la inconsistencia de los criterios de naturaleza meteorológica, como el calor. [20]  Las vicisitudes de la astrología "clásica" provienen justamente de su servilidad a la climatología, comenzando por Ptolomeo, y el mismo Kepler no consiguió cambiar gran cosa. En realidad, la luz no sólo es el testigo localizable, la huella visible, de una fuente actuante que permanece hasta este momento imperceptible a la medida experimental. "La luz, parte evidente del espectro solar, no será más que el escalón visible de influencias más vastas de las que ésta señala las periodicidades". [21]
     A semejanza del zodíaco de las declinaciones, el zodíaco local se adapta a cada planeta y varía en función de la inclinación del plano de revolución de este planeta alrededor del sol. Así, el arco diurno de un planeta puede efectuarse por la noche (durante el arco diurno solar). Los zodíacos de cada planeta se superponen en la carta, que une, por ejemplo, un invernal por el sol a un "estival" por Urano. Los zodíacos planetarios locales son modulaciones topocéntricas de los zodíacos de las declinaciones.
Nota: Antes de seguir la lectura de este texto, ruego al lector de conocer mi texto consagrado a la reflexología pavloviana : http://cura.free.fr/16pavlov.html
 

4. El zodíaco reflexológico
"El hombre posee un Cielo particular a él, que es como el de fuera y posee la misma constelación (...) Es el Cielo interior con sus planetas el que actúa: el Cielo exterior no hace más que demostrar e indicar el cielo interno." (Paracelso, Colica)
 

     El zodíaco obedece a una dinámica general que casa todo proceso, bien sea biológico o cultural: la generación y la expansión de un aliento primero, seguido de una fase de replegamiento y de resistencia, después de un equilibrio, al cual sucede un período de saneamiento y de cristalización. Estas cuatro fases sucesivas se encuentran en el arte, el pensamiento o la literatura, en geología o en embriología. [22]
     Los zodíacos astronómicos admiten una misma osamenta: una diferenciación según cuatro fases distintas (equivalentes a las estaciones en el ciclo solar anual) y según tres modalidades cuantitativas (con una separación máxima para los signos solstisciales y una separación mínima para los signos equinocciales). El zodíaco reflexológico, imaginado por el astrólogo Nicola a partir de los trabajos de Pavlov [23] , demuestra la integración temporal y de la cristalización estructural por el sistema nervioso de las diferencias de declinaciones y de las relaciones de duración de los arcos diurnos y nocturnos de los zodíacos astronómicos, externos.
     Los procesos fisiológicos puestos en evidencia por el sabio ruso, se redefinen como las distintas fases de un proceso cíclico. No que la fisiología esté en la base de la astrología: más bien sería la astrología, en tanto que necesita como hipótesis inicial la integración biológica de los ritmos planetarios y su cristalización progresiva por el retorno cíclico de fases específicas [24] , la que sería susceptible de proponer un modelo a la variabilidad fisiológica y a la existencia de los diferentes tipos nerviosos, experimentalmente observados.
Los doce tipos de sistemas nerviosos ordenados según la variabilidad de la excitabilidad según sus cuatro formas y bajo sus tres fases sucesivas, son isomorfos al ciclo zodiacal de los doce signos, organizados en cuartos zodiacales según los tres momentos sucesivos de estos cuartos.
     El arco diurno de un planeta es una señal específica de la excitación o de la activación, el arco nocturno de la inhibición. Dicho de otro modo, el arco diurno es un excitante positivo, y el arco nocturno un excitante negativo. Una diferencia de duración positiva entre los arcos diurno y nocturno favorece el proceso de excitación, una diferencia negativa, el proceso de inhibición. (Igualmente, una declinación planetaria positiva es excitadora, una declinación negativa, Sur, es inhibidora).
     Por otro lado, el crecimiento (o aumento de duración) de la relación entre los arcos diurno y nocturno, implica un aumento de duración de la excitación, y por tanto, una mayor celeridad de las respuestas. A la inversa, su decrecimiento implica una mayor inercia. (Igualmente, un aumento de la declinación planetaria favorece la velocidad de los procesos, una disminución, la lentitud de los procesos).
Así, las cuatro fases del ciclo astronómico natural tienen cada una su fiador neuro-fisiológico:
  • Aries, Tauro, Géminis: VELOCIDAD DE EXCITACIÓN
  • Diferencia de duración positiva entre los arcos diurno y nocturno (y declinación planetaria positiva): EXCITACIÓN
  • Crecimiento (o aumento de duración) de la relación entre los arcos diurno y nocturno (y aumento de la declinación planetaria): VELOCIDAD
  • Cáncer, Leo, Virgo: LENTITUD DE EXCITACIÓN
  • Diferencia de duración positiva entre los arcos diurno y nocturno (y declinación planetaria positiva): EXCITACIÓN
  • Decrecimiento (o disminución de duración) de la relación entre los arcos diurno y nocturno (y disminución de la declinación planetaria): LENTITUD
  • Libra, Escorpio, Sagitario: LENTITUD DE INHIBICIÓN
  • Diferencia de duración negativa entre los arcos diurno y nocturno (y declinación planetaria negativa): INHIBICIÓN
  • Decrecimiento (o disminución de duración) de la relación entre los arcos diurno y nocturno (y disminución de la declinación planetaria): LENTITUD
  • Capricornio, Acuario, Piscis: VELOCIDAD DE INHIBICIÓN
  • Diferencia de duración negativa entre los arcos diurno y nocturno (y declinación planetaria negativa): INHIBICIÓN
  • Crecimiento (o aumento de duración) de la relación entre los arcos diurno y nocturno (y aumento de la declinación planetaria): VELOCIDAD

    Para atenerse a un zodíaco solar: en la primavera, los días son más largos que las noches y aumentan más (VELOCIDAD DE EXCITACIÓN); en verano son siempre más largos que las noches pero disminuyen (LENTITUD DE EXCITACIÓN); en otoño son más cortos que las noches y disminuyen aún (LENTITUD DE INHIBICIÓN); en invierno son siempre más cortos que las noches pero aumentan (VELOCIDAD DE INHIBICIÓN).

     Globalmente, en primavera y en otoño, el crecimiento del arco (diurno o nocturno) dominante, es decir, el aumento en duración de la excitación positiva o negativa, implica una amplificación del proceso de excitación (natural o temporal) y el desarrollo de tres fases pavlovianas de irradiación que le están ligadas. El decrecimiento, en verano y en invierno, del arco dominante indice una amplificación del proceso de inhibición (protectora o extintora) y el desarrollo de una irradiación invertida.
     Los signos equinocciales admiten una relación de duración mínima entre los arcos, y los signos solsticiales una relación de duración máxima. La excitación evoluciona de lo equinoccial a lo solsticial, dicho de otro modo, se alarga, se irradia verdaderamente. A la inversa, la inhibición, protectora o extintora, se acorta y se encoge pasando de lo solsticial a lo equinoccial, lo que es conforme a su naturaleza. [25]
    La agrupación de los signos equinocciales, solsticiales y medianos según la relación de duración de los arcos, introduce en el seno de cada proceso una nueva diferenciación.
  • Los signos EQUINOCCIALES tienen una declinación débil (y una débil relación de duración entre los arcos): POLARIZACIÓN (fase igualitaria).
  • Los signos MEDIANOS tienen una declinación mediana (y una relación media de duración entre los arcos): COMPOSICIÓN (fase paradójica).
  • Los signos SOLSTICIALES tienen una fuerte declinación (y una relación de duración máxima entre los arcos): TOTALIZACIÓN (fase ultra-paradójica).
     Por otro lado, de la concentración del proceso en medio de cada fase (es decir, en el nivel de los signos medianos), se deduce un fenómeno de inducción, dicho de otro modo, la aparición de una zona periférica de inhibición (o de excitación) alrededor del nudo concentrado de excitación (o de inhibición), que es, a mi saber, la única "justificación", de naturaleza neuro-fisiológica, de una división ternaria de los cuartos zodiacales. En efecto, los astrólogos generalmente son incapaces de justificar la división duodecimal del zodíaco. ¿Por qué no solamente cuatro signos, u ocho, o incluso no importa qué otro múltiplo de cuatro? Únicamente la analogía fisiológica es susceptible de proporcionar un principio de explicación comprensiva para el desarrollo del ciclo zodiacal en doce fases sucesivas. Sabemos que Kepler, que necesitaba garantías, metido de lleno en la ignoracia de este loquero, prefirió verter el zodíaco astrológico con "el agua del baño". Obtenemos las correlaciones fisiológicas siguientes, aplicables a los doce signos zodiacales:
ARIES: excitación natural (= velocidad de excitación), polarización.
TAURO: excitación natural concentrada, inhibición natural (por inducción), composición.
GÉMINIS: excitación natural (= velocidad de excitación), totalización.

CÁNCER: inhibición protectora (= lentitud de excitación), totalización.
LEO: inhibición protectora concentrada, excitación retrasada o de huella (por inducción), composición.
VIRGO: inhibición protectora (= lentitud de excitación), polarización.

LIBRA: excitación temporal (= lentitud de inhibición), polarización.
ESCORPIO: excitación temporal concentrada, inhibición diferencial (por inducción), composición.
SAGITARIO: excitación temporal (= lentitud de inhibición), totalización.

CAPRICORNIO: inhibición extintora (= velocidad de inhibición), totalización.
ACUARIO: inhibición extintora concentrada, excitación reactiva (por inducción), composición.
PISCIS: inhibición extintora (= velocidad de inhibición), polarización.
 

     Cada signo zodiacal está definido por una forma de excitabilidad y por un principio que ilustra su fase de irradiación. La cualidad de los procesos de excitación y de inhibición se relaciona con la señal astronómica en su conjunto (en la separación media entre los arcos diurno y nocturno); las fases traducen una cierta evolución del proceso (una relación específica entre las duraciones respectivas de los arcos). Este esquema fisiológico legitima en el conjunto los significados atribuidos empíricamente a los signos zodiacales. El zodíaco reflexológico autoriza el establecimiento de una fisio-semiología zodiacal que subsume los diversos estratos semánticos establecidos en el curso de su historia.
    En efecto, la semántica zodiacal de la astrología contemporánea es deudora de uno u otro de estos cuatro "modelos" culturales, todos caducos:
- El zodíaco mitológico, que no tiene sentido ya que los nombres y los mitos atribuidos a las constelaciones zodiacales han sido establecidos mucho antes de la existencia misma del zodíaco, y en un contexto necesariamente "a-zodiacal".
- El zodíaco figurativo, cuyos significados dependen del trazado de las figuras de las constelaciones y de sus emblemas, en estrecha dependencia al primero, y preconizado por las franjas más ignorantes y supersticiosas del medio astrológico.
- El zodíaco elemental, penosamente y tardíamente elaborado, de las asociaciones conexas relacionadas, de naturaleza meteorológica o climática, que no ha podido nunca desembocar en un sistema coherente (cf. supra).
- El zodíaco estacional, a veces estrechamente relacionado al precedente, anteponiendo vagas asociaciones ligadas al ciclo solar, y que no tiene estrictamente ningún sentido para los demás planetas del sistema solar.
     El dispositivo que yo preconizo difiere sensiblemente del imaginado en 1965 por el astrólogo Nicola. [26]  Su lectura, parcial, de Pavlov lo condujo a establecer correspondencias diferentes. Yo he recogido en ciertos textos de este autor, original por otro lado, un cierto número de meteduras de pata que gravan su dispositivo y que, en consecuencia, pesan mucho en la interpretación que da a los signos zodiacales.
1. Nicola ignora los cuatro modos de excitación condicional, todos "asociativos", y sobre todo el reflejo de huella y el reflejo temporal, observados por Pavlov en sus Lecciones: "Pavlov no ha llevado su pensamiento hasta el hecho de distinguir por el nombre cuatro funciones de excitación". [27]  ¡Pues precisamente, sí! [28]
2. Nicola disocia en sus análisis los arcos planetarios diurnos y nocturnos como si no se tratase de un mismo proceso. De ello se deduce una separación facticia entre un polo llamado "fuerte" y un polo llamado "débil" en un análisis del signo, según la toma en consideración de un arco u otro. Ahora bien, la "debilidad" no se debe a un pretendido "polo recesivo" del signo, asimilado al "polo dominante" del signo complementario, sino a la exhacerbación de la sola y única forma de excitabilidad propia al signo considerado. Mientras que un Géminis "débil" no está en inercia de inhibición, a semejanza de un Piscis, sino en exceso de excitación, lo que garantiza la posibilidad de una adaptación creativa según las posibilidades ofrecidas por el entorno. No hay debilidad en sí - Proust según Nicola [29]  - sino una inadaptación, o a veces, una "sobre-adaptación" a las condiciones del entorno.
3. Nicola separa en sus descripciones la movilidad de los procesos y las diferentes formas de reflejo condicionado sin darse cuenta de que se trata de las dos caras de una misma realidad. No entiende que la excitación natural y la velocidad de excitación son un mismo y único fenómemo, así como la inhibición protectora y la lentitud de excitación, la excitación temporal y la lentitud de inhibición, la inhibición extintiva y la velocidad de inhibición. Aquí incluso, la dualización de los materiales reflexológicos conduce a una complejificación superflua de las herramientas analíticas.
4. Finalmente, y sobre todo, Nicola tiene tendencia a identificar la movilidad de los procesos con lo que él llama su "fuerza", de ahí su confusión entre la velocidad y la lentitud de inhibición para los cuartos otoñal e invernal. Los equinoccios permutan la excitación en inhibición, y los solsticios transforman la velocidad en lentitud, como aparece en las curvas de los zodíacos astronómicos (cf. supra). ¿Cómo "lo inhibido vivo" de Nicola (que tiene la capacidad de retractarse rápidamente) podría estar marcado por un modo de la excitación? ¿Cómo "lo inhibido lento", supuestamente invernal, podría ataviarse de inhibición extintiva? Es necesario que la inhibición lenta esté en relación con una función de excitación, la excitación temporal de los otoñales, y que la inhibición rápida esté en relación con una función de inhibición. Nicola acerca con razón la velocidad de inhibición y la función junguiana de "Pensamiento", y la lentitud de inhibición de la función "Intuición", lo que le obliga, según sus correspondencias, a hacer de los Libra, Escorpio y Sagitario, unos "pensadores" y de los invernales unos intuitivos, lo que va al encuentro de la observación astrológica más trivial. [30]
 


[1]  Cf. Hermann Hunger & David Pingree, MUL.APIN. An astronomical compendium in cuneiform, Horn (Autriche), Archiv für Orientforschung 24, 1989, p.144 ; y también Bartel van der Waerden, Science Awakening II: the Birth of Astronomy, 1965; English rev. ed., Leyden, Noordhoff, 1974, p.80. « Texto
[2]  Franz Boll, Sphaera, Leipzig, Teubner, 1903, p.186. « Texto
[3]  Cf. Giovanni Pettinato, La scrittura celeste (La nascita dell'astrologia in Mesopotamia), Milano, Arnoldo Mondadori, 1998, p.96, el informe de Walid Al-Jadir, "Une bibliothèque et ses tablettes", in Archeologia, 224, 1987. Addenda Mars 2002: Esta tabla que acaba de ser publicada (por Wayne Horowitz y F. N. H. Al-Rawi, in Iraq, vol. 63, 2001) concierne a estrellas próximas al zénit (ziqpu), y no a los singos zodiacales. (Gracias a Hermann Hunger por esta preciosa puesta a punto). « Texto
[4]  André Florisoone, "Les origines chaldéennes du zodiaque", Ciel et Terre, 66, 1950, p.263 « Texto
[5]  Cf. mi texto sobre los reyes antediluvianos, http://cura.free.fr/12rois.html « Texto
[6]  Otto Neugebauer, Les Sciences exactes dans l'Antiquité, New York, Dover, 1957; trad. franç. Pierre Souffrin, Actes Sud, 1990, p.137. « Texto
[7]  Cf. Ptolemy, Tetrabiblos, I 18, ed-tr. Frank Robbins, London, William Heinemann, 1940 ; 1956, p.82-87. « Texto
[8]  Cf. Vettius Valens, The Anthology (Book I), trad. Robert Schmidt, Berkeley Springs, Golden Hind Press, 1993, p.7-17 (I. 2) et The Anthology (Book II, Part 1), 1994, p.1-2 (II. 1). « Texto
[9]  Para otro guión posible, cf. mi texto sobre las Ocho Casas, http://cura.free.fr/02domi2.html (nota 21) y http://cura.free.fr/imago/02loci1.gif) « Texto
[10]  Empédocle, in Les Présocratiques, ed. Jean-Paul Dumont, Paris, Gallimard, 1988, p.385 « Texto
[11]  Cf. Raymond Klibansky, Erwin Panofsky & Fritz Saxl, Saturne et la mélancolie, London, 1964, trad. franç., Paris, Gallimard, 1989. « Texto
[12]  Platon, in Oeuvres complètes, trad. franç. Léon Robin, Paris, Gallimard, 1950, p.447. « Texto
[13]  Ptolomeo quien atribuye la humedad a la primavera, el calor al verano, la sequedad al otoño y el frío al invierno, seguiría el esquema elemental "babilonio" (Aire-Fuego-Tierra-Agua) y las atribuciones aristotélicas. (Cf. Ptolemy, Tetrabiblos, ed-tr. Frank Robbins, London, William Heinemann, 1940 ; 1956, p.59). « Texto
[14]  Cf. Aristote, De la génération et de la corruption (II 3), éd-tr. Charles Mugler, Paris, Belles Lettres, 1966, et Émile Bréhier, Chrysippe et l'ancien stoïcisme, Paris, P.U.F., 1951. « Texto
[15]  Eustache Lenoble, Uranie, ou les Tableaux des Philosophes, 1694-1697 ; in Les Oeuvres de Mr Le Noble, Tome XVII, Paris, Pierre Ribou, 1718, p.212; reed. parcial CURA, http://cura.free.fr/docum/10lenob.html « Texto
[16]  Sobre las propiedades meteorológicas de los signos zodiacales, cf. Ptolomeo, II 12 (éd. Alleau), o Ptolemy, Tetrabiblos, II 11, ed-tr. Frank Robbins, London, William Heinemann, 1940 ; 1956, p.200-205. « Texto
[17]  Encontramos este esquema por ejemplo en Wilhelm Hartmann & Friedrich Sieggrün, Die Hamburger Astrologenschuhle, Leipzig, [~1925], p.7. « Texto
[18]  Cf. por ejemplo Darrelyn Gunzburg (dir.): Under Capricorn (An anthology of Australian astrology), Welland, Federation of Australian Astrologers, 1989, y José Garaña, Caracteres y destinos según la astrología magistral, Buenos Aires, Kier, 1946. « Texto
[19]  Géminos, Introduction aux phénomènes, VI 29-33, éd-tr. Germaine Aujac, Paris, Belles Lettres, 1975 « Texto
[20]  El zodíaco local de los arcos diurnos y nocturnos no acaba con el problema de las cartas levantadas para los nacimientos en el hemisferio Sur, o exactemente en el ecuador. En efecto, a 4000 metros de altitud, en la capital boliviana de La Paz, es, en el mes de agosto, el pleno invierno, rudo y glacial. Si la interpretación astrológica según el zodíaco solar estacional llega a ser caduca, queda por justificar la inversión de los efectos de los valores positivo o negativo de los arcos bajo el ecuador. Los astrólogos del Renacimiento se planteaban ya este problema, como Christopher Heydon, o incluso el mejicano Enrico Martínez (~1555-1632) que se pregunta sobre la aplicación del zodíaco solar estacional en las regiones australes, por el hecho de la inversión de las estaciones en el hemisferio Sur (in Repertorio de los tiempos, México, 1606, p.24-25). « Texto
[21]  Jean-Pierre Nicola, La condition solaire, Paris, Éditions Traditionnelles, 1965; 1976, p.38. « Texto
[22]  Cf. por ejemplo, la repartición categorial de los autores griegos en la obra de Philippe Brunet, profesor de griego en la universidad de Tours y lector de mis "Décadas filosofales": in La Naissance de la littérature dans la Grèce ancienne, Paris, Librairie Générale Française (Livre de Poche), 1997, p.192. « Texto
[23]  Cf. mi texto: Corrélations physiologiques: La Réflexologie de Pavlov, http://cura.free.fr/16pavlov.html (Janv. 2002). « Texto
[24]  Cf. la continuación de mi tesis : "La carta natal". « Texto
[25]  El agrupamiento ternario de los signos zodiacales (equinocciales, medianos, solsticiales) completa y aclara su reagrupamiento ternario clásico (cardinales, fijos, mutables): en efecto son los signos cardinales los que "introducen" los cuartos y las formas de excitabilidad que les están ligadas. « Texto
[26]  Comparemos con el esquema de Nicola (in Pour une astrologie moderne, Paris, Le Seuil, 1977, p.121-122). Principales divergencias subrayadas.
ARIES : excitación natural, velocidad de excitación, sentido de los contrarios.
TAURO : excitación natural concentrada (velocidad de excitación), inhibición natural (por inducción), sentido de composición.
GEMINIS : excitación natural, velocidad de excitación, sentido de síntesis.
CÁNCER : inhibición de protección, lentitud de excitación, sentido de síntesis.
LEO : inhibición protectora concentrada, lentitud de excitación, excitación desbloqueo (por inducción), sentido de composición.
VIRGO : inhibición de protección. Lentitud de excitación, sentido de los contrarios.
LIBRA : excitación asociativa, velocidad de inhibición, sentido de los contrarios.
ESCORPIO : excitación asociativa concentrada (velocidad de inhibición, inhibición diferencial (por inducción), sentido de composición.
SAGITARIO : excitación asociativa, velocidad de inhibición, sentido de síntesis.
CAPRICORNIO : inhibición extintora, lentitud de inhibición, sentido de síntesis.
ACUARIO : inhibición extintora concentrada (lentitud de inhibición), excitación re-creadora (por inducción), sentido de composición.
PISCIS : inhibición extintora, lentitud de inhibición, sentido de los contrarios. « Texto

[27]  Jean-Pierre Nicola, La condition solaire, [Op. cit.], p.47. « Texto
[28]  Lo sorprendente no es tanto la ignorancia de Nicola para algunos textos, es cierto, bastante poco accesibles para quien no frecuenta las bibliotecas de investigación, ni su obstinación en rechazar el conocerlos, a pesar de varias advertencias por mi parte, ni incluso el menor interés por la investigación argumentada y la ausencia de probidad intelectual, comunes en los medios astrológicos, de algunos feligreses formados en la jerga condicionalista después de treinta años, sino su desinterés por la reflexología en sí, dicho de otro modo, por materiales que tienen como vocación el cuestionar al menos el "condicionalismo" (si no es la astrología), si tanto es que este modelo zodiacal puede acceder a algún futuro. « Texto
[29]  "Tipo inadaptado de Cáncer, marcado igualmente por el egocentrismo, la rumiación del pasado, la actividad diferenciadora cortada de lo real objetivo, el estilo sobreimpresionista, la sestereotipia." (in La condition solaire, [Op. cit.], p.121). ¡Todo un programa de exégesis del Tiempo perdido en resumen!... « Texto
[30]  El astrólogo está de hecho cogido en la trampa por la tipología junguiana que opone el Pensamiento al Sentimiento y la Intuición a la Sensación, según una simetría central, donde se reproducen las oposiciones por una simetría axial. Pero nada permite afirmar que la cuadripartición junguiana sea fundada, de otro modo que por la idiosincrasia de su autor (cf. la continuación de mi tesis: "Análisis comparativo de diversas tipologías 'para-astrológicas' "). « Texto



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miércoles, 13 de agosto de 2014

Lauren Bacall








http://es.wikipedia.org/wiki/Lauren_Bacall


http://www.europapress.es/chance/gente/noticia-lauren-bacall-viuda-humphrey-bogart-fallece-89-anos-20140813083532.html




Lauren Bacall nace en New York, el día 16.09.1924 a las 2.00 a.m. según Astrodatas, pero yo creo que nació a la 1.45 a.m


Veamos algunas fechas de su biografía :

El día 21.05.1945 se casa que el actor Humphrey Bogart, un hombre bastante mayor que ella.

Lo contrasto con el ciclo del 84, que se utiliza para verificar situaciones de la casa VII.








Ahí tenemos a Saturno, un hombre mayor, en la cúspide de su casa VII.

Por otro lado la Luna, que es regente de su Ascendente también está en conjunción al Ascendente natal.


Veamos ahora la muerte de Humphry Bogart en la carta de Lauren, y lo contrastaré con el ciclo del 156, el ciclo que señala todas las muertes.







En este caso está señalando el final del matrimonio.

El atacir del Ascendente si sitúa sobre el Fondo del cielo en Libra, indicando un final.

Me parece muy curiosa esa posición y esa forma de señalar la muerte del marido, ya que estaban muy unidos.

Queda pendiente hacer una sinastría entre ambos.

Ya para finalizar , miramos la carta del día de ayer, 12.08.2014 y lo contrastamos co el ciclo del 96, para ver como estaba su cielo en la fecha de su fallecimiento.








En este gráfico el atacir más significativo  es el de la Parte del infortunio sobre Saturno, que es el regente tradicional de su casa VIII.

La Parte del infortunio viene de Escorpio y es una clara indicadora de muerte.







martes, 12 de agosto de 2014

La visita al astrólogo. Una reflexión.









Recuerdo mis visitas a distintos astrólogos en momentos claves de mi vida, en su día me decanté por esa opción que me atraía más por su misterio y quizá porque yo idealizaba el tema.

El caso es que con algunos me llevé una decepción y con otr@s salí francamente agradecido.

La cuestión es que al astrólogo suele ir gente con problemas existenciales y que la " necesidad " de que te resuelvan los problemas, suele ser inversamente proporcional a los resultados.

Me explico :

Ir a visitar a un astrólogo no implica que tus problemas se resuelven, indica solo que quieres resolver tus problemas.

El astrólogo mirará tu carta  astral y a modo de brújula , y con mejor o peor acierto, te dirá que influencias te afectan en esos momentos e intentará que salgas de la consulta con mucho mejor ánimo del que has llegado.

Para ello no es necesario que te regale los oidos, solo que te ayude a ubicarte en tu propio mapa existencial.

Y estaba pensando en estas cosas, más que nada porque los astrólogos no hacemos milagros.

Y también somos influenciados por los astros.....por supuesto.








lunes, 11 de agosto de 2014

El espacio astrológico. Por Dennis Frank










Nota del Editor: Este texto apareció en el Grupo Exegesis Discussion (lista de correo centrada en la astrología) el 12 dic. 1999 (4.98). Dennis Frank cita extractos de un libro del físico Roger Jones ("Physics as Metaphor", 1982; London, Abacus (Sphere Books), 1983, p.63-71) y comentarios sobre el mismo. Dennis, autor de "The Astrologer and the Paradigm Shift" (1992) posee un grado B.Sc. en Física, y se le puede contactar en geewiz@ihug.co.nz
 

Ya que he estado presentando en esta lista, aspectos de una visión contemporánea de la astrología, desde la perspectiva de un graduado en física que se volvió astrólogo, considero que seria útil estimar en qué grado otros que intentan un camino similar presentan una descripción parecida. Una apreciación de la interfase ciencia/astrología aparece debajo como ilustración. El autor se doctoró en física (1961), durante 6 años trabajó como investigador científico en física experimental de la energía y luego se desempeñó como profesor asociado de física en la Universidad de Minnesota.
Es posible descubrir una poderosa alternativa a la metáfora espacial que sostenemos, mediante una consideración simpática de la astrología. La unidad e interconexión de todas las cosas se refleja en la combinación y equivalencia  de los dominios interno y externo de la conciencia y del espacio.  La astrología coloca un espejo frente a la conciencia humana.  Refleja el sentir medieval de hallarse inserto en el cosmos.
 
Si tratamos de comprender la astrología de una manera simpática a partir de las formas Griega y medieval de conciencia que la han nutrido, hallamos que el principio fundamental que sustenta lo astrológico "como arriba, es abajo" resulta decididamente poco consistente con la concepción de un mundo interior subjetivo propio de la mente y otro exterior objetivo atribuíble a la realidad, lo que habitualmente se asume como algo natural hoy dia. Nuestras ideas del arriba y el abajo o del interior y el exterior corresponden a dos ámbitos espaciales diferentes."

Para el astrólogo medieval, el arriba y el abajo no se refieren a lugares diferentes sino a diferentes aspectos de lo mismo. No puede haber un arriba sin el abajo. Ambos están conectados, de hecho unificados, y las muchas correspondencias y relaciones percibidas entre ambos conforman el estudio de la astrología. La astrología consiste así en la explicación de las conexiones que existen entre las estrellas y el mundo humano, es decir entre dos reinos aparentemente diversos que en realidad son uno. Como la experiencia de tal unidad habitualmente no nos es brindada, hallamos correspondencias, ecos, indicios de un reino en el otro. Al emplear las estrellas para estudiarnos a nosotros mismos, tácitamente aceptamos esta unidad y así vamos a hallar nuestro ser interior reflejado en nuestra experiencia del mundo y su espacio."
La conciencia medieval no ha percibido tan agudamente como lo hace la nuestra, que la mente y el resto del espacio orgánico del cuerpo humano está limitado por la piel. Nos percibimos como definidos y delimitados de todo lo exterior a nosotros. Lo que está dentro es yo y lo que está fuera es lo otro. No hay nada entre los dos y no se superponen. Si pienso acerca de esto hallo alguna ambigüedad cuando ingiero. Algo de mi ingesta permanece extraño y es expelido. El resto va a devenir yo. (....)  Cuando conceptualizo acerca de mi cuerpo en esta forma, es como si mi cuerpo no fuera en realidad, yo. Me parezco a un agente que utiliza mi cuerpo, el cual así pasa a ser algo otro. Esta gradual disminución del yo es un rasgo característico de la conciencia y su espacio en la modernidad. En tanto pienso acerca de mi mismo en términos de los procesos físicos, químicos y biológicos que la ciencia tan bien ha descripto, imagino mi conciencia o mi ser como ocupando una zona diminuta, vagamente ubicada dentro de mi cabeza (al menos allí me parece percibirla).  Dónde son llevados así  mi yo y mi espacio interior? En verdad, sin la revolución en cuanto a la expansión de la mente en los años 60 y 70, el peso aplastante de los argumentos de la ciencia moderna podría habernos convencido ya de que no existimos en absoluto, que solo es real lo que es otro, que la conciencia e incluso la vida misma son efímeras e ilusorias."
El espacio astrológico o medieval, en cambio, no presenta este carácter de abstracción y desvitalización. No tendría siquiera un carácter propiamente espacial, si lo pudiéramos experimentar. Gran parte de lo que una persona medieval consideraría como espacial, hoy lo llamaríamos mental, emocional, o psicológico. Para la mente medieval, el espacio, o mejor digamos las relaciones espaciales, comprenden las conexiones percibidas entre las cosas. Si un caballero fuera llamado quijotesco o mercurial, esto era tanto una consideración espacial como psicológica (para emplear categorías modernas). El caballero y el elemento eran dos aspectos diferentes de la misma cosa, conectados de un modo que era oscuramente percibido por la mente medieval, como espacio.   No existía un espacio geométrico separado, externo, en el cual se configurarían relaciones abstractas.  Mas bien existía entre las cosas una red de relaciones orgánicas y reflexivas, cuya cualidad para la mente medieval era análoga a nuestra percepción del espacio."
En tal medio de interconexión orgánica, el astrólogo medieval evaluaba la relación entre el ser humano y las estrellas.  No pensaba en los términos que hoy podríamos utilizar en cuanto a la influencia del planeta Mercurio sobre alguien en el momento de su nacimiento, proyectada a través de millones de millas de espacio vacío. Mas bien identificaba en el momento primero, cuando el recién nacido tomaba su primer aliento vital, el rasgo de un evento único impreso en la totalidad del cosmos y reflejado en todos sus ritmos y pautas. Del mismo modo podría haber leído la esencia y potencial del niño en otros modelos reflectantes y sinónimos –las ondas y corrientes del mar, el movimiento de las hojas en el bosque, los elementos de la tierra o las estrellas en el cielo."
La astrología no concierne, por lo tanto, a las causas y los efectos. No tiene mas sentido decir que Mercurio ha impreso su sello en el recién nacido, que el que tenga decir que el recién nacido ha impreso el suyo sobre Mercurio. No es que uno afecte al otro, sino que ambos se reflejan. La configuración total de tierra y cielo es un símbolo profundo de la situación armónica  del niño y de Mercurio en ese momento  y de sus relaciones con otros cuerpos celestes. En este importante sentido, la astrología es antitética respecto de la ciencia y el pensamiento modernos tendientes a proponer que el cosmos y las relaciones causales carecen de significado y propósito."
Nuestro mundo moderno, azaroso y carente de significado, no seria concebible para el astrólogo medieval.  Significado y conocimiento están incorporados en el espacio astrológico, que es simbólico, orgánico y sincrónico, en lugar de vacío, geométrico y causal.  La relación espacial entre Mercurio y el niño (en nuestro sentido moderno del espacio) es de poca importancia en la astrología medieval.  Un mapa natal representa las relaciones orgánicas y armónicas mas bien que geométricas, entre los distintos elementos astrológicos.  El énfasis primario está puesto en la relación orgánica, reflectante y simbólica, conexión que es percibida intuitivamente por el astrólogo, tal como era vivida por una persona común en la Edad Media."
Las distinciones modernas entre simbólico y real, metafórico y literal, interno y externo, subjetivo y objetivo, tienen poco significado para la conciencia medieval. Para los astrólogos, alquimistas y artistas medievales, quienes buscaban la unidad de toda la conciencia, vida y ser, qué posible significado se le podría dar a un espacio abstracto, externo y perspectivístico? Ellos sabían que el espacio era una metáfora, un símbolo de todas las interrelaciones y armonías entre las estrellas, los elementos, y los seres humanos.  En la conciencia moderna, las leyes matemáticas de causa y efecto en el espacio geométrico son vestigios emasculados de las conexiones compartidas con todas las cosas, vividamente sentidas por una conciencia mas temprana."
Como no hay forma de separar nuestro conocimiento del mundo de nuestra conciencia de él, los cambios sea en el mundo o en la mente deben ser comprendidos como modificaciones operantes en ambos. Mundo y mente son aspectos aparentemente diferentes, quizás complementarios,  de la misma cosa. Por lo cual una visión diferente del mundo sostenida por pueblos antiguos, la cual consideramos como mas simple e ingenua que la nuestra, no es el reflejo de un conocimiento inferior, sino una manifestación metafóricamente diferente del mundo, que resulta de un estado de conciencia distinto. [El concepto de] evolución de la conciencia se sustenta en la inseparabilidad de mente y materia y en el  reconocimiento de que otros han experimentado el mundo de una manera distinta a la nuestra. Lo cual requiere que aceptemos una visión del mundo "primitiva" como una descripción seria, co-simpatizante y aguda de una experiencia anterior, mas bien que como una visión desinformada, supersticiosa o inferior. Si la experiencia ha cambiado y la conciencia es inseparable de la realidad, entonces hay que asumir que se ha producido una evolución de la conciencia/realidad.
 
En la modernidad, nuestro perdido sentimiento de síntesis o conexión ha sido intelectualizado como una asunción acerca de la realidad (que la misma está separada y es independiente de nuestro mundo mental interno, y que, de hecho, subsume este mundo interno, el cual deviene así, no real). Concebimos el espacio como un vacío infinito, sin vida, frío, oscuro, nulo y extraño.  Es el escenario vacío privado de sentimiento en el cual la materia realiza sus azarosos actos sin meta. Esta concepción no provee el mas mínimo rincón donde anclar el insignificante punto  de un planeta, templado por una estrella de segunda magnitud, sobre el cual por mero accidente, contra una probabilidad imposible, la vida y finalmente  la conciencia han venido a coincidir. Nos vemos viviendo en un universo básicamente extraño, otro, que nos ofrece poca esperanza o socorro, y especialmente ningún significado ni propósito."

Nuestro espacio moderno es la perfecta metáfora de la separación, la extensión, la individuación y la alienación.  No podemos siquiera concebir la existencia excepto en el espacio, que luego deviene el medio por excelencia de la existencia. Existir proviene del verbo latino que significa separarse, pasar a estar fuera de, y el espacio es precisamente aquello de lo que estamos fuera. El espacio es el antecedente, el detrás desde el cual emergemos a la existencia, en el cual devenimos articulados, individuados, seres únicos.  De un lado de la moneda tendremos la existencia y la calidad de único, del otro, la alienación y el aislamiento. Nuestra metáfora espacial está ligada íntimamente con nuestros miedos y aprehensiones sobre la vida, la muerte y la supervivencia."
El espacio de la conciencia medieval, en cambio, posee la calidad de orgánico, conectivo, nutriente, humano, inteligente, vivo y significante.  Es un reino de sabiduría y un almacén del conocimiento.  Mas bien que espacio es lugar, hogar, entorno.  Como la matriz para el embrión, sostiene, calienta y nutre, provee bálsamos y líneas de vida, no tiene limites precisos, no hay separación entre lo intimo y lo externo.  Si bien es menos definido, preciso y geométrico que nuestro espacio, contiene cosas que nosotros no consideraríamos como espaciales, elementos psicológicos, emocionales, intuitivos. Incluye los sentimientos hacia los demás, hacia los seres vivos y las cosas inanimadas, de modo que el sentir del espacio medieval incorpora el amor, el aprecio, la inspiración, la pertenencia, el parentesco y la santidad."
En el mundo medieval, quizás te sentirías menos individuo, pero mucho mas una parte vital de las cosas.  Pertenecías a una organización mayor, y dentro de ella funcionabas con un sentido y propósito. Quizás el significado y propósito no fueran evidentes, pero estaban allí a tu alrededor. Podías sentirlo, percibirlo. Los astrólogos y alquimistas lo buscaban en las estrellas y en los elementos, donde las conexiones con tu ser no estaban en el espacio, sino que eran el espacio. Menospreciamos a la astrología, no tanto en razón de que funcione o no funcione, sino por el tipo de explicación anómala que requeriría dentro de nuestras actuales teorías físicas y geométricas (los últimos "paradigmas" como diría Kuhn). Carl Jung emplea la noción de sincronicidad para brindar alguna forma de explicación a las facultades adivinatorias del antiguo I Ching y de la astrología."
Sincronicidad es el principio de que existen lazos no causales entre hechos coincidentes o simbólicamente relacionados. Un ejemplo podría ser el cardenal que veo desde mi ventana al mismo tiempo que escribo un párrafo acerca de la cardinalidad. Otro puede ser la correspondencia entre una posición prominente de Mercurio y el nacimiento de un niño con marcados rasgos mercuriales.  La sincronicidad no es una explicación en el sentido científico aceptado. Ya que un principio acausal en términos científicos es una contradicción . Pero en lugar de rechazar a la sincronicidad por este motivo, hemos de reconocer su poder para ayudarnos a trascender nuestros limites. La verdadera contradicción reside en la incompatibilidad entre la conciencia causal y la sincrónica  o entre el espacio astrológico y el físico.   Y tal incompatibilidad emerge de nuestro rechazo a percibir y aceptar el status metafórico relativo de todas nuestras construcciones.  En tanto que insistamos en que un tipo de espacio es literal y objetivo, y el otro es metafórico y mítico, estaremos limitados por las aparentes contradicciones entre ambos. Ya que estas perspectivas diferentes son complementarias y ninguna de ellas puede darnos la imagen completa. El esclarecimiento de lo humano resulta probablemente de una rara síntesis entre la totalidad de las perspectivas, metáforas y construcciones, y nunca puede ser experimentado, entendido o comunicado en términos de solo una de ellas. En la medida en que la astrología es ya una síntesis parcial de algunas de nuestras mas significativas metáforas, nos hacemos un flaco servicio ignorando su sabiduría."
Inclusive, nos perjudicamos mucho al rechazar el estudio y la contemplación seria de muchos sistemas míticos y simbólicos de culturas tempranas, primitivas o alternativas.  Nuestra inhabilidad crónica para lidiar con tales temas como el totemismo, animismo, reencarnación, percepción extrasensoria, adivinación, y un mundo de criaturas míticas, arquetipos, dioses y diosas con rasgos humanos, proviene de nuestra idolatría hacia el espacio físico y geométrico. Es el espacio que separa y distingue las cosas unas de otras y por ello requiere luego de la causalidad para poder religarlas otra vez.   Implícito en el principio Jungueano de la sincronicidad está la idea de que todas las cosas son reflejo unas de otras: cada modelo, cada hecho es un microcosmo del universo entero. Esta noción holística e inespacial tiene sus raíces en todas las culturas antiguas.  Que todo deriva del uno –es Uno- está hondamente enterrado en la conciencia humana. Si puedo leer mi personalidad en las estrellas, es porque yo y las estrellas somos uno y el mismo, somos diferentes metáforas."
Antes de dejar a un lado la cuestión de la astrología, hay otra metáfora que quisiera sugerir para que nos ayude. El método de la astrología permite la construcción de un mapa natal para cada ser. Esta figura es un mapa simbólico de los cielos para el momento natal de la persona, a partir del cual un astrólogo dotado puede leer el carácter y destino básicos de la persona.  (No es tan fatalista como podría sonar, ya que la astrología juega con las potencialidades y los limites que definen un bosquejo amplio de los hechos pero no los determinan en forma absoluta.). Así cada personalidad y su destino están correlacionados a grandes rasgos con las configuraciones estelares del mapa natal y sus desarrollos futuros. En otras palabras, la colección completa de personalidades humanas e historias de vida es una manifestación alternativa o una metáfora de los sucederes evolutivos de nuestro sistema solar contemplados desde la tierra. La totalidad de complejas ocurrencias y relaciones de la vida humana y la sociedad tienen su contraparte en los hechos espaciotemporales de la astronomía. Así toda la historia humana  es otra metáfora espaciotemporal.
 

Al extraer los conceptos fundamentales de esta descripción, obtenemos lo siguiente. Primero, que la astrología se orienta hacia la "unidad e interconectividad de todas las cosas". Segundo, hallamos otra utilización de la analogía del espejo, que refleja "los ámbitos interno y externo de la conciencia y el espacio".   Tercero, otra identificación con "la máxima hermética que subyace a la astrología - 'como arriba, es abajo' ".
 "Ambos reinos están conectados -de hecho, unificados", es el cuarto concepto clave, en el cual vemos como el autor relaciona la dualidad del macrocosmo/microcosmo, del espacio/mente, con la unidad subyacente que es el contexto desde el cual emerge la divergencia. "La astrología se constituye así en explicación de las conexiones que existen entre las estrellas y los seres humanos, entre dos ámbitos diferentes que en realidad son uno solo. Como la experiencia de esta unidad habitualmente no nos es brindada, encontramos correspondencias, ecos, indicios de un ámbito en el otro. Al emplear las estrellas para estudiarnos, tácitamente aceptamos esta unidad y hallamos nuestro ser reflejado en nuestra experiencia del mundo y su espacio".  Como hemos crecido en la creencia de que las estrellas no están conectadas con el ser humano, nuestra relación personal con el cosmos permanece tácita, y nos volvemos concientes de él solo por vía de algunos signos y símbolos que resuenan dentro nuestro y evocan el sentimiento de interconexión.
 El quinto concepto clave identificado es, que la astrología hace surgir una problemática básica del limite: "La mente y el resto del espacio orgánico del cuerpo está rodeado por nuestra piel. Nos sentimos definidos y delimitados respecto de lo que está fuera de nosotros. Lo que está dentro es yo, y lo que está fuera es otro". La astrología ofrece un significado personal del yo en relación con un contexto cósmico.  Las consecuencias psicológicas masivas de la descentración paradigmática son marcadas. Esta patología prevaleciente es producto de la ciencia durante los tres siglos pasados.
Sexto, el autor procede a postular una relación orgánica entre los humanos y el cosmos: "Existía entre las cosas una red de relaciones orgánicas y reflexivas, cuya cualidad para la mente medieval era análoga a nuestro sentido del espacio.   En tal ámbito de conectividad orgánica, el astrólogo medieval evaluaba la relación entre el ser humano y las estrellas".  El séptimo concepto clave está señalado cuando describe las relaciones entre las cosas como reflectantes, implicando su mutua realimentación.
El octavo concepto clave es que, para el astrólogo, el espacio contiene significados. "Significado y sabiduría están incorporados en el espacio astrológico, que es simbólico, orgánico y sincronístico, en lugar de vacío, geométrico y causal".   Esta es una diferencia primaria paradigmática entre la física y la astrología; el espacio, en el paradigma astrológico contemporáneo, contiene una dimensión cualitativa derivada de una base arquetípica natural.  Sin embargo, hemos de recordar que los astrólogos solo consideran el espacio local.  Cuando se refieren al cosmos, una galaxia, el sistema solar, estos espacios son descriptos como marcos de referencia en relación a la superficie de la tierra o al centro de la tierra, y son experimentados como componentes del cielo.
El noveno concepto es que el astrólogo contempla una relación holística entre la parte y el todo, entre el microcosmos y el macrocosmos  "Es la relación orgánica, reflectante y simbólica la de primaria importancia, y esta conexión es percibida intuitivamente por el astrólogo, como la podría percibir una persona común de la Edad Media. Las distinciones modernas entre simbólico y real, metafórico y literal, interno y externo, subjetivo y objetivo, tienen poco significado para la conciencia medieval".  El horóscopo es empleado como un diagrama de esta relación orgánica holística, lo que permite un análisis detallado del mismo.
El décimo concepto es la complementariedad, tal como en la física moderna. "Mundo y mente constituyen aspectos diferentes, quizás complementarios, de la misma cosa". Si el cerebro ha evolucionado para producir una mente al modelo del cosmos, es porque realiza una función complementaria. El principio de complementariedad parece ser identificable con el proceso cognitivo orgánico de reconocimiento de pautas.   Correlacionamos las pautas externas con respecto a una simultánea pauta interna. Esto permite que la naturaleza unitaria del cosmos sea identificada como un contexto de significados así como un reservorio de potencialidades, del cual tales dualidades (mundo/mente, abajo/arriba) emergen luego sincrónicamente en forma de estructuras o procesos particulares.
El undécimo concepto es identificado como una polaridad natural entre lo individual y lo colectivo, definidos en relación con el contexto espacial. "Nuestro espacio moderno es la perfecta metáfora de la separación, extensión, individuación, y alienación.  No podemos siquiera concebir la existencia excepto en el espacio, el cual deviene así el medio por excelencia de la existencia. Existir se deriva del verbo latino estar fuera, en tanto el espacio es exactamente aquello de lo que estamos fuera.  El espacio es el sustrato del cual emergemos a la existencia, en el cual devenimos un ser articulado, individuado, único. A un lado tenemos la existencia y la calidad de único, al otro la alienación y el aislamiento.  Nuestra metáfora espacial queda ligada íntimamente  con nuestros temores y aprehensiones acerca del vivir, la muerte y la supervivencia."   Desde un punto de vista individual, la identidad única es separada del contexto del ámbito total, que incluye tanto el espacio  como la sociedad.  Desde un punto de vista colectivo, los individuos son contenidos por el espacio e incluidos en la humanidad, pero la raza humana está separada del espacio (de acuerdo al paradigma vigente), si bien está contenida en el espacio como parte de Gaia, el sistema solar, la galaxia, y el cosmos. De allí que surge un corolario producido por esta polaridad de la separación, en el cual las personas diferentes parecen extrañas, el temor hacia los diferentes provoca la guerra, y los individuos sufren una rebaja de su valor de parte de los sistemas sociales; en la medida en que se separan a si mismos, se vuelven reemplazables.
El duodécimo concepto es la sincronicidad, de la cual el autor brinda una definición. "Sincronicidad es el principio de enlace no causal entre hechos coincidentes o simbólicamente relacionados."  Este principio es identificado en relación con el motivo paradigmático por el cual la astrología continúa siendo marginada por la ciencia. "La verdadera contradicción reside en la incompatibilidad de la conciencia sincrónica y la causal, o entre el espacio astrológico y el físico. Y la incompatibilidad proviene de nuestro rechazo a aprehender y aceptar la relatividad metafórica de nuestras construcciones. Estas diferentes perspectivas son complementarias, y ninguna de ellas puede dar una imagen completa. Implícito en el principio de la sincronicidad Jungueana está la idea de que todas las cosas son reflejo unas de otras: cada modelo, cada hecho es un microcosmo del universo entero. Esta noción holística y fundamentalmente no espacial tiene sus raíces en las culturas antiguas".  De este modo el autor reconoce que el principio es operativo como parte de la naturaleza, y que ofrece un modelo  en el momento en que conecta cada hecho (microcosmos) con el cosmos (macrocosmos).  El lo identifica como esencialmente holístico, inespacial  y arraigado en las culturas de la antigüedad.
Estos 12 conceptos clave servirían para identificar la mayor parte de las características básicas que en conjunto ofrecen un fundamento metafísico a la astrología. Una aguda mente analítica podría querer reducirlos a un numero menor, ya que algunas superposiciones resultan evidentes. Mi propósito es únicamente ilustrar el fundamento común que tienen con contribuciones similares hechas a esta lista, de mi parte y de parte de otros en los últimos meses. Parece muy significativo que las descripciones actuales de estos puntos sean consistentes con creencias medievales y cosmologías antiguas, pero necesitamos ir mas allá de la aceptación tácita de un saber tradicional del cosmos, que aun pervive.  El refinamiento y perfeccionamiento de las descripciones actuales, así como la amalgama en una visión común, aun debe ser realizado.  Solo entonces podrán los astrólogos contribuir sustancialmente al cambio del paradigma.



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