miércoles, 31 de julio de 2019

Pier Paolo Pasolini. Una rectificación.














Según Astrodienst, Pier Paolo Pasolini, nació a 6.30 m, pero yo creo que nació 10 m. antes, en base a la fecha de su muerte.

 https://es.wikipedia.org/wiki/Pier_Paolo_Pasolini





Vamos a ver el gráfico triple para el día de su muerte, el 2.11.1975, en Ostia, Italia.







Tenemos la cúspide de casa VIII de Profección, sobre el Nodo sur natal en casa I, que indica una puerta que se cierra, en este caso su vida.

Esa cúspide además está sobre Venus de RS, que se encuentra en Exilio, y que además es regente de su casa VIII.

Otra Determinación de muerte que nos muestra el gráfico, es Plutón de Profección, sobre el Parte de Infortunio natal


Podemos añadir otras técnicas a este trabajo, por ejemplo el gráfico de Tránsitos.







Plutón de Tránsito suma Determinaciones de muerte,  está en conjunción al Nodo Norte, y en oposición al Nodo sur.




Veamos ahora el gráfico de la Progresión de la Revolución Lunar.









El dia 2 de Noviembre el Ascendente de Progresión Lunar se encuentra en oposición al Parte del Infortunio, y muy cerca de Saturno en Leo, que se encuentra en Exilio.



Para finalizar veremos el gráfico del ciclo del 1, es decir un grado = un dia, en Sinastría al gráfico de la Revolución solar del año 1975.











Plutón en el ciclo del 1, sobre el Nodo sur y Parte del Infortunio de la Revolución solar, tres claras Determinaciones de muerte.




Venus de Profección a un grado de orbe de Neptuno en casa XII

Vivimos en un universo matemático.

Doy las gracias a mi colega y amigo, Pepe del Rio, por ponerme sobre aviso en un error en el último gràfico, que ya está corregido.




Libros del saber de Astronomía del Rey Alfonso X de Castilla [1242] .













Estos libros del saber de astronomía escritos por el rey sabio Alfonso X de Castilla y que compiló y anotó D. Manuel Rico y Sinobas en cinco volúmenes, hacen referencia a uno de los aspectos menos conocidos del Rey, su pasión por la contemplación de la bóveda celeste y la relación que tuvo este arte con el gobierno de un propio reino.

http://galiciana.bibliotecadegalicia.xunta.es/i18n/catalogo_imagenes/descargar_imprimir_form.cmd?path=1001801&presentacion=pagina&posicion=1&numPags=1722&destino=..%2Fcatalogo_imagenes%2Fgrupo.cmd%3Fpath%3D1001801%26presentacion%3Dpagina%26posicion%3D1%26registrardownload%3D0%26fbclid%3DIwAR3s-6OQMmD6eBQXcLjdAFHx68nq3o0_NjJC7Fh02hfPgsLfk_0gWcnLJHA



Isaac Ben Sid









Destacado erudito judío de la segunda mitad del siglo XIII, formó parte de la Escuela de Traductores de Toledo de Alfonso X el Sabio y tradujo y compuso principalmente obras astronómicas y astrológicas, ciencias indistinguibles en aquella época.
Isaac ben Sid tomó parte en la compilación de las Tablas astronómicas alfonsíes. Isaac Israelí señala que de su puño y letra se encuentran las observaciones de tres eclipses lunares. En documentos oficiales (De Castro, "Bibliotheca," i. 184b) Isaac ibn Sid es llamado por el rey "nuestro erudito Rabbi Çag."
Probablemente fue cantor (hassan) en la sinagoga —del sobrenombre de "haḤazzan," que le dio Isaac Israeli ben Joseph, se infiere que fue ayudante de una sinagoga.—, y probablemente rabino. También fue un potentado financiero, y sus haberes monetarios se generaron a partir de los emolumentos recibidos en forma de donaciones por parte del rey por su labor destacada en la elaboración de obras científicas para la corte alfonsí. Junto con Zag ibn Zadock, Don Yuçaf, Abraham ibn Xuxan y Roy Ferrán de Sahagún, perteneció al reducido círculo de prestamistas de la Corona. En su labor intelectual, la más relevante, se destacó por sus conocimientos técnicos específicos y por las aportaciones creativas que aportaba a las traducciones.
Trabajó estrechamente con Yehuda ben Moshe ha-Kohen en la elaboración de los tratados de astronomía de la obra literaria del rey sabio, cuya obra más influyente en el occidente europeo fueron las Tablas alfonsíes, y mencionadas, concluidas en 1277 en su versión definitiva. Ese mismo año Isaac tradujo del árabe un trabajo sobre los cuadrantes. Su nombre se asocia con la invención de varios instrumentos de astronomía. (De Castro, l.c. i. 144a, 156a, 157). Estaba especializado en el plano técnico, mientras que su colega sobresalía por la diversidad y amplitud de sus conocimientos de todo aquello que se relacionaba con las ciencias de las estrellas.
Otros tratados compuestos para el rey Alfonso por Rabiçag están recogidos en la compilación Libro del saber de astrología, que reúne manuales de fabricación y de interpretación de instrumentos de observación astronómica, como el Libro del astrolabio redondo, el Libro del astrolabio llano, el Libro del ataçir, el Libro del cuadrante para rectificar, el Libro del fazer de las armellas.
Como Yehuda ben Mose, destacó en la composición y traducción al castellano de tratados acerca de la medición del tiempo o relojes. En ellas describe algunos tratados de gnomónica sorprendentes, como el Libro del reloj del palacio de las horas, escrito en colaboración con el rabí Ishaq ben Sid, el Rabiçag de las fuentes cristianas, tratado en el que imaginan un palacio maravilloso cuyas ventanas dejan pasar la luz a un patio central en donde se marcan las otras. Otras obras cronométricas son el Libro del reloj de la piedra de la sombra, el Libro del reloj de agua y el Libro del reloj del argent vivo.
Asimismo, tradujo obras literalmente, como las Tablas astronómicas de Azarquiel, los Cánones de al-Battani y la Lámina universal


 https://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_ben_Sid

Estrellas y astrólogos en la literatura medieval española. Por Luís Miguel Vicente García












Vicente García propone en este libro un acercamiento a los textos literarios que planteaban estas cuestiones para enfocarlo que se entiende por astrología en cada momento, reconstruyendo con ello un período de la historia de la astrología a través de la literatura.La obra, que se configura como un estudio multidisciplinar, está estructurada en dos grandes bloques. En el primero se expone el modelo cosmológico vigente en la Antigüedad, sostenido durante toda la Edad Media, y los principios filosóficos que lo sustentan; se perfila con ello un panorama del clima ideológico que rodeaba el tema, con sus principales defensores y detractores. El segundo, centrado ya en el asunto principal de este trabajo, estudia la presencia de este tema en la literatura medieval española, en donde la astrología aparece bien como un problema religioso siempre vinculado al libre albedrío o convertida en una poética de metáforas celestes, como en los dezires alegóricos. En primera instancia, el autor hace un repaso didáctico de los conceptos astrológicos básicos, en una introducción que será de gran apoyo para el lector no familiarizado con ellos, y apunta un concepto a tener en cuenta a la hora de entrar en materia tan delicada:.....en sí la astrología no es un asunto de creencias. Conviene dejar ese tópico a un lado cuando uno se pone a estudiar sus fundamentos". En este breve, pero intenso, repaso de la historia de la astrología, Vicente García recorre el mundo clásico y el ámbito medieval guiado de la mano de especialistas de probada solvencia. También apoyado por recientes investigaciones sobre la llamada Escuela de Traductores de Toledo y la función desempeñada por el escritorio alfonsí en la transmisión del conocimiento astrológico, el autor reivindica la importancia del legado árabe y la intervención del elemento judío en este proceso. El recorrido histórico se cierra en el siglo XV, con una conclusión de alto valor documental: el interés por la astrología natural frente a la de carácter"adivinatorio", que entraba en conflicto con la Iglesia al poner en peligro el libre albedrío, parece ganar terreno según se desprende de los testimonios estudiados por el autor. No obstante, y con ello entramos en el nudo principal de este trabajo, la introducción de temas astrológicos en la literatura medieval castellana es fiel reflejo de cómo los escritores empiezan a reaccionar, en uno u otro sentido, frente a las nuevas corrientes intelectuales que vuelven a situar en lugar preeminente la ciencia de las estrellas.

 https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/36952/resena_estrellas_vicente_ordonez_RPM_2007.pdf?sequence=1&isAllowed=y


Difícil de encontrar, yo lo conseguí en el mercado de segunda mano





martes, 30 de julio de 2019

El concepto de " negocio " en Astrología.














Hace dias que le doy vueltas a esta idea de tal modo que para mi la palabra " negocio " ensucia a la palabra " Astrología ".

Quizá será por aquello de la vibración que tiene cada palabra, pero en este momento no sabría explicarlo.

Un astrólogo cobra un dinero por un servicio, igual que un médico privado.

Son servicios que a veces ni siquiera se remuneran, porque la persona que los solicita no los puede pagar.

Con lo cual la idea de " negocio ", a mi no encaja para nada.

Obviamente yo vivo de las rentas que me proporciona el trabajo astrológico,  ¿pero como le llamo a esta actividad ? 

¿ Empresa ?

Yo en realidad me siento un artesano, no me interesa el márqueting agresivo, ni doy másters, ni tampoco diplomas.

Intento transmitir lo que se con humildad, sin esconder nada, porque creo que es importante que se sepa.

También pienso que es una herramienta muy útil para estos tiempos desencantados que corren.

El dinero se inventó como un medio para solventar la economía del trueque,  y se ha convertido en un fin en si mismo.

A mi la economía del trueque me parece muy interesante, pero creo que está prohibida.

Al capitalismo salvaje que nos invade, no le interesa que se produzcan este tipo de prácticas.




 





Arnau de Vilanova. Por Emili Balaguer i Perigüell










Cuando a mediados del siglo XIII, Jaume I conquista el territorio que se configura como Reino de Valencia en el seno de la Corona de Aragón, comienza a iniciarse el segundo de los períodos que suele distinguirse en la actividad científica, desarrollada en Europa occidental, a lo largo de la edad media: el proceso de asimilación, a través de los textos árabes, del saber clásico griego y helenístico enriquecidas en el mundo islámico por aportaciones originales y elementos de la ciencia clásica india. Este proceso que se inició principalmente con las traducciones de textos astronómicos y matemáticos realizados en los monasterios catalanes de Vic y Ripoll, cuyos abades mantuvieron contacto con la Córdoba del califato, mediante la ayuda de los mozárabes; y en el campo médico por las realizadas en la ciudad italiana de Salerno, primera escuela médica laica de la Europa medieval. Pero desde mediados del siglo XII, fue indiscutiblemente Toledo la capital fundamental de la transmisión al occidente europeo del saber greco-árabe. Pero además durante los siglos XI y XII, la Península Ibérica se convirtió en el escenario más importante de la cultura islámica, tanto en el campo de las matemáti-cas, la astronomía, la geografía, etc. como en el de la botánica, la agronomía y la medicina (Averroes y Avenzoar). Las aportaciones fueron tan importantes que este pe-ríodo andalusí constituye una etapa con personalidad propia en la historia de la ciencia. El actual territorio valenciano permaneció al margen de este proceso, ocupado por grupos berberiscos en los que apenas debieron tener vigencia los elementos árabes, destruyeron la organización sociopolítica visigoda, implantando una sociedad primiti-va casi exclusivamente rural. Sólo a partir del siglo XI, con la constitución de los reinos de Taifas, fundamentalmente los de Valencia y Denia, se detecta una recuperación de la actividad científica. 


 https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/6818/1/HM_11_01.pdf



Astrología medieval




Astrología Medieval










Todo astrólogo es digno de alabanza y honor porque ha hallado favor en Dios, su Hacedor, puesto que con su doctrina y su astronomía conoce quizás muchos secretos divinos y otras cosas que pocos conocen -del Líber Introductorius de Miguel Scott (año 1235).
En los comienzos de la Edad Media los teólogos se enfrentaron al problema de si clasificar la astrología como ciencia legítima o como un arte adivinatorio prohibido.
John de Salisbury (1115-1180) decidió que, por sus amplias pretensiones proféticas y su aparente negación del libre albedrío, la astrología usurpaba las prerrogativas de las propias estrellas del Creador. Se debe a San Alberto Magno (1206-1280) la separación de la astrología de sus asociaciones paganas. Alberto fue el primero en comprender el valor teológico de la ciencia y la filosofía griega y árabe. Su gran logro fue hacer accesible este acontecimiento para la civilización occidental, sobre todo las enseñanzas de Aristóteles; para las cuales era básica la doctrina de que los acontecimientos terrenales estaban gobernados por las esferas celestes. Alberto llegó a la conclusión de que, aunque las estrellas no pueden influir sobre el alma humana, sí ejercen su influencia sobre el cuerpo y la voluntad humanos.
La astrología medieval es la astrología practicada aproximadamente desde el 750 DC hasta el Renacimiento, hacia 1500 DC, primeramente por los astrólogos Árabes y Persas; después (alrededor del 1100) por astrólogos de Europa Occidental y astrólogos del Imperio Bizantino (en Oriente).
En el siglo séptimo DC, los Árabes Musulmanes conquistaron el Oriente Medio, y hacia el 711 habían extendido su imperio desde la Península Ibérica hasta la India. Sin embargo, en el siglo octavo los gobernantes árabes del mundo musulmán animaron a su intelectualidad a aprender griego y absorber la erudición científica de los griegos, persas, e indios. De esta manera, la astrología griega, junto con otras ciencias, entraron a formar parte de la ciencia árabe islámica. (En los territorios musulmanes, el idioma dominante era árabe, por lo que hablamos de astrología árabe.)
Durante seiscientos años aproximadamente (500 ­1100 DC) la práctica de la astrología fue estrictamente restringida en el mundo latino de Occidente. Después, alrededor del 1100 en Occidente despertó la necesidad por la ciencia, como había ocurrido con los musulmanes en el siglo octavo. El resultado fue un renacimiento del interés por la astrología en el Occidente Latino.
La astrología Medieval, aunque madre de la astrología moderna, difiere de ésta en varios aspectos fundamentales:
  • Sólo se usan los siete planetas visibles, los Nodos Norte y Sur de la Luna y las estrellas fijas.
  • Sólo se usan los aspectos Ptolemaicos (conjunción, oposición, sextil, cuadrado y trino).
  • Se usan las Partes árabes.
  • En tanto la astrología Moderna usa sólo dos dignidades (Regencia y Exaltación), la astrología Medieval usa cinco Dignidades (Regencia, Exaltación, Triplicidad, Término y Faz o Decanato).
  • Hay reglas muy específicas que guían la delineación.
  • Hay técnicas predictivas que no se utilizan en la astrología moderna.
  • La astrología medieval es astrología predictiva.
  • Difiere de la astrología moderna en su casi total falta de psicología.

Fundamentos filosóficos

La Astrología Medieval es un Arte oculto en el verdadero sentido. Lo sobrenatural es lo que permanece oculto. Las causas de la influencia astrológica (lo que hace que funcione) permanece oculto.
Sus fundamentos filosóficos se encuentran en el Hermetismo y el Neoplatonismo; sobre todo en las tradiciones Neoplatónicas árabes y judías. Las enseñanzas Herméticas se refieren al Hombre como un ser doble. Su parte material, está gobernada por el destino. Su parte divina es libre. Quien quiera liberarse del destino debe cultivar la última. Éste es el centro de la Sabiduría Hermética.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), quizás el más grande de los teólogos cristianos, concretó aún más las ideas de Alberto. La astrología -excluidos los elementos de nigromancia- podría considerarse complemento de la visión que del universo tiene la Iglesia. En la Suma Teológica dice: "Las impresiones que producen los cuerpos celestes pueden extenderse indirectamente a las facultades intelectuales y al poder volitivo del mismo modo que éstas están bajo la influencia de las funciones orgánicas.
Sin embargo, esto se aplica menos a la voluntad que a las facultades de la mente, porque la inteligencia acepta necesariamente una impresión de los sentidos, mientras que la voluntad no sigue necesariamente las inclinaciones y los apetitos inferiores", incluso admite que "el conocimiento de las causas permite hacer previsiones, gracias a la relación natural que liga los efectos a las causas", y añade que el pronóstico de acontecimientos naturales que deriven de la posición de los astros no es adivinación, sino sabiduría y ciencia. Suya es también la famosísima frase:
"Los astros inclinan, pero no obligan", y esta otra:"Los cuerpos celestes son la causa de todo lo que tiene lugar en el mundo sublunar". También cuentan las crónicas que tenía un abdomen tan grande que le habían fabricado un escritorio especial con una curva para que pudiera acomodar su gran barriga y escribir sin molestias. La habitación donde trabajaba daba a una calle por la que todas las tardes subían las caballerías hacia el abrevadero, perturbando los relinchos y el ruido de cascos la concentración del "Doctor Angélico" (nombre que le dio la Iglesia).
Santo Tomás decidió tomar cartas en el asunto y encargó a un buen profesional de la Magia una efigie mágica de un caballo que enterró en el principio de su calle y parece ser que desde aquel preciso momento las caballerías se negaron a transitar por ese camino y hubo que modificar el trayecto al abrevadero.
En España no podemos olvidar al mecenas más importante que tuvo la astrología medieval: Alfonso X "El Sabio", rey de Castilla. En su corte de Toledo aglutinó y protegió a lo mejor de la ciencia y el arte de la época entre los que se encontraban los más destacados astrónomos-astrólogos (ambas ciencias formaban una sola disciplina) del mundo islámico. A ese equipo de sabios medievales se deben las primeras "Efemérides Astronómicas" españolas llamadas "Tablas Alfonsinas". Además de los grandes médicos de la España musulmana que utilizaban métodos astrológicos en el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad, no podemos olvidar al médico astrólogo catalán Arnaldo de Vilanova, uno de los más renombrados de su época.
Desde la perspectiva de la astrología Medieval, el carácter de un individuo, el comportamiento y por lo menos los contornos generales de su vida, se perfilan exactamente en el mapa natal. La historia de su vida está toda allí, el mapa natal es la constelación "personal" que de algún modo está en nosotros, trabajando desde dentro hacia fuera. Es la red o tejido invisible particular, de acuerdo a la disposición de los planetas, estrellas, luminares (Sol y Luna), dispuestos en los signos zodiacales, que se expresa en el momento del nacimiento de un individuo. A su vez, actúa recíprocamente con el cielo externo, vinculando lo interior y lo exterior. Paracelso (1493? ­1541) reconoció este hecho, cuando habla del "cielo del microcosmos" y el "cielo del macrocosmos."
La práctica de la delineación astrológica Medieval y la aplicación de sus técnicas predictivas, deja claro que los gnósticos y los místicos estaban en lo cierto. Nuestra constelación, es nuestra prisión espiritual y la astrología natal es meramente el plano de esa prisión. Espiritualmente, todo lo que uno puede esperar a ese nivel es reconocer dónde encontrar la salida, la ruta de escape.
La astrología en si, no le sacará de la prisión. Ése es asunto de la religión, la filosofía y las prácticas espirituales. Lo qué la astrología puede hacer es describirle por adelantado las características de su vida.
Si postulamos que el futuro es predecible, también asumimos el destino y que las personas actúan de una manera predecible. ¿Pero que entendió por esto el astrólogo medieval?
En la antigüedad se concebía que el cosmos (entendido como el mundo en el que vivimos) estaba gobernado por leyes que operaban con una precisión matemática. Estas leyes eran parte de una ley mayor, la voluntad de Dios o Ley.
En estado no­regenerado, el hombre estaba bajo la influencia de la Necesidad y limitado por el Destino, o lo que es lo mismo, estaba limitado por las leyes naturales y las leyes humanas (Iglesia o Rey). Limitado por tales leyes, su comportamiento se consideraba predecible. Las leyes de su sociedad y su clase social, le confinaban a un papel específico, social y profesionalmente, a un papel marcado por su género.
El Liber Hermetis nos muestra que el astrólogo creía que podía señalar en un horóscopo, si el nativo " evolucionaría " o " se degradaría " en esta vida. El momento del nacimiento le da a un individuo unas cualidades únicas. Su horóscopo de nacimiento determina su destino individual y específico, teniendo en cuenta su clase, entorno social y su raza.
Si comprendemos lo que implican las consideraciones anteriores, podemos llegar a conclusión de que el destino del individuo tiene distintos estratos. Por un lado tenemos nuestro propio destino, el destino de la sociedad o el entorno social al que pertenecemos (puede ser la familia, el clan, la ciudad o la nación) y, finalmente tenemos el destino de la humanidad.
Según la astrología medieval, este arte es una Sophía Celestis o sabiduría celestial. Su estudio concede la habilidad de predecir el futuro (entendido como el despliegue de un mapa de ruta). La astrología medieval no es solamente un sistema de adivinación, ni un sistema desprovisto de importancia espiritual. Es la adivinación en el sentido antiguo y verdadero, el arte de “comunicar con lo divino”. Por esta razón Firmicus Maternus en su Mathesis, afirma que el estudio y la práctica de la astrología crean el culto a lo divino y la religión.
La astrología medieval es la aplicación práctica de los puntos de vista neoplatónicos y la filosofía hermética. En astrología esto implica conocer los principios de la astrología (que son eternos) y comprender su relación con la Voluntad de Dios y los medios por los qué la Voluntad Divina se manifiesta en este mundo.
La tradición occidental sostiene que mediante la contemplación de los cielos y el glorioso despliegue del número y la geometría, se sugirió a los hombres los principios de un orden y la forma de hacer mediciones generó el arte de la astrología.
Platónicamente hablando, la sabiduría superior es Ideal y consiguientemente invisible; la sabiduría inferior se manifiesta mediante nuestros trabajos, que todos podemos ver. Así la sabiduría superior se encuentra reflejada en el cielo. Nosotros debemos buscar, real y metafóricamente, como Platón repetidamente nos dice, en el estudio de los cielos, mediante el que nosotros aprendemos los principios eternos de la sabiduría superior. El también nos dice en la República y en el Epinomis que lo que buscamos son las leyes (Iogoi) del cielo, no un análisis de la base material de los planetas y las estrellas.
La sabiduría astrológica esotérica de los antiguos afirmaba que mediante la admiración del cielo nos introducimos en los misterios de la existencia, las leyes de la creación del macrocosmos y el conocimiento del Ego. El ego que intentamos comprender es el Ego Universal. Este Ego Macrocósmico o Universal es el Hombre que fue hecho a imagen de Dios. Es el ser andrógino de las grandes literaturas esotéricas del mundo, “la fuente de la que todo proviene”. Es el “Hombre” medida de todas las cosas. En la tradición astrológica se conoce como Arquetipo o Zodíaco.
Contiene lo masculino y lo femenino, los elementos y los caminos de los siete planetas. El Zodíaco representa, para nosotros, el principio eterno del que proviene todo. El alfa y el omega de toda la existencia, el modelo de toda la creación.
Las doctrinas esotéricas nos dicen que la Dignificación consiste en educar a nuestro ser, mientras todavía está sometido al cuerpo, en el conocimiento eterno. Por ese conocimiento nos hacemos libres.
Su libertad consiste en no dejarse gobernar o torturarse a causa del cuerpo
o los tormentos psicológicos que frecuentemente acompañan la adversidad. El tiene esa libertad porque sabe que él no es esas cosas. La sabiduría superior nos libera al decir, "el principio de la sabiduría es el temor del señor". El miedo al que se refiere puede ser el temor a ponernos en el curso correcto.
Actualmente se dice que todo lo que uno necesita hacer para alterar el destino de uno mismo, es emplear “la imaginación activa”. El punto de vista medieval es que la naturaleza de un individuo no cambia. Por tanto, es improductivo pretender alterar éste o ese aspecto de la personalidad de uno, con la que no se siente bien, o lo que es lo mismo, es improductivo pretender ser algo que no somos.
El único cambio posible para nosotros es la Dignificación, es por lo que sacrificaremos nuestros egos y vislumbramos nuestro verdadero Ego (aceptación incondicional). No podemos tratar de arreglar una parte de nuestro ser o todo nuestro ser, porque nos resulta imposible controlarlo (en todo caso nos torturamos intentando cambiarnos). La verdad es que no actuamos, somos uno mismo con la maquinaria del cosmos que actúa en nosotros. Si fuera verdad todo lo que hoy se afirma, por ejemplo "usted puede ser cualquier cosa que se proponga" entonces nadie seguiría siendo lo que es. La clave está en lo que nos hace reconocibles, y eso es inmutable en nosotros. Es nuestro carácter.
Nuestro carácter no cambia, ni lo hace nuestro destino. Lo único que puede cambiar es nuestra comprensión de ambos. 




http://www.tarotistas.com/secciones/astrologia/Astrologia_Medieval




sábado, 27 de julio de 2019

Sería buena cosa erradicar ciertas actitudes en el trabajo astrológico.












En el reducido mundo de la Astrología tradicional, que es el que pretendo dar a conocer, quisiera poner algunos puntos sobre la mesa :

Tenemos un software astrológico impecable.

Unas tablas de efemérides precisas.

Traducciones de manuscritos antiguos hasta hace poco tiempo desconocidos.

Acceso a publicaciones de otros colegas que trabajan, o han trabajado la Astrología tradicional.

Todo esto, estupendo.

Pero voy a intentar hacer una crítica constructiva sobre la cuestión de cual es la actitud que debería tener un astrólogo en su trabajo cotidiano.

Observo por ahí egos exacerbados, mucha prepotencia, y una tendencia innata a colgarse medallas, como si la tarea principal del astrólogo fuera, " adivinar ".

Por lo que a mi respecta, intentaré aplicarme el cuento.



El debate sobre la Astrología en la literatura española el siglo XVIII. Por Cristóbal Macías Villalobos y Delia Macías Fuentes.













En este artículo, después de analizar la situación de la astrología
durante el siglo XVIII, se detallan los argumentos utilizados por Diego de
Torres Villarroel y Benito Feijoo en una agria polémica que se desarrolló
a finales del primer cuarto de ese siglo, que viene a demostrar que, en
contra de lo que se supone, la astrología seguía muy viva en pleno “Siglo
de la razón”, aunque fuera vinculada a la literatura de almanaques cuyo
público principal era el pueblo llano.



 https://www.researchgate.net/publication/324836024_El_debate_sobre_la_astrologia_en_la_literatura_espanola_del_XVIII


 

jueves, 25 de julio de 2019

Las tablas alfonsíes. Por J.M.Torroja.



















http://digital.csic.es/bitstream/10261/27438/1/N134_1984.pdf



La " Astrología " de la New Age.








A mediados de los años 70´del siglo XX, el mundo astrológico experimenta  un nuevo " florecimiento ", pero las tesis en las que se asienta están en las antípodas de la Astrología tradicional.

Un sincretismo que mezcla las tesis de Jung, con la muy adulterada Astrología que utilizan los reductos esotéricos de la Teosofía y los Rosacruces.

Pensad que la Astrología tradicional queda prohibida y perseguida  por la iglesia a partir del siglo XVI, y el tribunal de la inquisición perdura hasta finales del siglo XIX.

Desde este blog y en mi práctica diaria, reivindico aquella Astrología que fue deshauciada, y pongo en vuestro conocimiento la realidad del mundo astrológico actual.

Ahora que a los astrólogos no nos llevan a la hoguera, rindo un homenaje a todos aquellos que tuvieron que pasar por ese calvario, y recojo el eco de sus voces.

La Astrología tradicional es predictiva y determinista, si, y esa es la causa por la que muchos huyen de su conocimiento.

Pero habrá que acotar que cosa significa Predicción, y que cosa significa Determinismo.

Predicción es conocer la cualidad de tiempo que está viviendo el nativo, y que acontecimientos se puede encontrar, para prevenirse ante ellos.

Determinismo es constatar que todo lo que nos ocurre está escrito, y que el Libre Albedrio es la actitud con la que nos enfrentamos a ese Determinismo.

La condición esencial para hacer Predicción :  trabajar con cartas bien rectificadas.



miércoles, 24 de julio de 2019

La censura de libros en los siglos XV y XVI. Por Dr Luís Veres














Resumen: La Inquisición española había tenido diversas intervenciones a finales del S.XV en lo que a cultura se refiere. Con ello se conseguía continuar unas pautas ya establecidas por las instituciones eclesiásticas. De este modo, la persecución de cualquier tipo de doctrina reprobable debía ir acompañada de la destrucción de todos aquellos elementos que de alguna manera la recordasen o facilitaran su revitalización. En definitiva, la censura de libros no es sino una aplicación de este principio. Un buen conocimiento de la historia literaria exige un conocimiento de aquellas obras que no pudieron circular en su momento o cuya presencia se retrasó a causa de las contravenencias propiciadas en las instancias censoras. Palabras clave: censura de libros, índices inquisitoriales, inquisición, control cultural

No hay nada que indigne más a un escritor que la amenaza de la censura. José María Blanco White advertía a principios del S.XIX que quien deseara formar una buena biblioteca debería escoger exclusivamente sus libros en el Índice de libros prohibidos. Y ello es cierto si se tiene en cuenta que buena parte de la literatura española estuvo censurada, expurgada, abreviada y cortada por las acciones de la censura. Por tanto un buen conocimiento de la historia literaria exige un conocimiento de aquellas obras que no pudieron circular en su momento o cuya presencia se retrasó a causa de las contravenencias propiciadas en las instancias censoras.

La Inquisición española había tenido diversas intervenciones a finales del S.XV en lo que a cultura se refiere. Con ello se conseguía continuar unas pautas ya establecidas por las instituciones eclesiásticas. De este modo, la persecución de cualquier tipo de doctrina reprobable debía ir acompañada de la destrucción de todos aquellos elementos que de alguna manera la recordasen o facilitaran su revitalización. En definitiva, la censura de libros no es sino una aplicación de este principio.

En 1520 ya se había producido la explosión con todas sus consecuencias de la rebelión protestante. La Iglesia católica se encontró ante una doctrina que cuestionaba el proceso de institucionalización iniciado en el S.XIII que parecía que podía amenazar su propia existencia. La reacción de la Iglesia debía ser necesariamente rotunda al respecto. Pero para ello iba a transcurrir casi medio siglo con un debate sobre los medios para afrontar dicho conflicto. La condena y prohibición de libros fue uno de los medios de combate contra los rebeldes. De ahí que, aunque la censura no sea nueva en la historia eclesial, nos encontramos en un momento en que toma unas dimensiones muy importantes para lo que es el desarrollo de la cultura. Por esa razón muchos historiadores señalan que nos encontramos ante una nueva censura que se inicia en 1521, año de la primera prohibición de las obras de Lucero en España. A partir de ese año se consolida la práctica de prohibir las obras de algunos autores mediante edictos inquisitoriales, aunque todavía se estuviese lejos de la configuración del aparato censor que se edificaría a lo largo del S.XVI.

Con la publicación del catálogo de libros prohibidos del inquisidor general Valdés en 1559 se produce un endurecimientos en las instancias eclesiales e inquisitoriales frente a las doctrinas protestantes o frente a aquellas ideologías ambiguas que podrían dar pie a posturas semejantes a las de los disidentes. Entramos, pues, en un periodo en el que la estrategia contra el protestantismo tendrá sus repercusiones en el campo de la censura y se plasmará en una nueva práctica censorial nítidamente diferenciada del periodo anterior.

Los instrumentos de la prohibición de libros durante este periodo fueron los edictos prohibitorios y los índices de libros prohibidos. El Consejo de la Inquisición comunicaba las prohibiciones mediante Cartas Acordadas. Los tribunales debían difundir estas prohibiciones mediante la publicación de edictos que se colocaban en las puertas de las iglesias. Aunque no está localizados los edictos del S.XVI, sí que lo están gran parte de estas cartas que dan lugar a los edictos prohibitorios. Ello permite saber la fecha exacta de la prohibición de un buen número de libros y una idea más exacta del desenvolvimiento de la actividad censoria.

2-Los índices inquisitoriales y la literatura.


Junto al escritor procesado, la opinión popular identifica la acción inquisitorial sobre la literatura con el índice de libros prohibidos y expurgados. El índice es uno de los más poderosos instrumentos de fiscalización que poseen los inquisidores y, también, su más valioso documento. Lo mismo que ocurría en el S. XVII es válido para el S.XVI o en palabras de Sierra Corella: “Los catálogos españoles de 1612, 1632, 1640 y 1667 tienen un valor histórico, religioso, político, literario y bibliográfico que excede toda ponderación mereciendo muy buen estudio y capítulo aparte.” [1]

En primer lugar hay que diferenciar entre índices prohibitorios e índices expurgatorios. Algunos historiadores, como Cotarello, denominan expurgatorios a unos y otros. Joseph Mendham, en su Historia de los Índices de la Iglesia Romana, distingue entre índices prohibitorios que, específicamente, prohíbe a un autor o a una obra enteramente, y el expurgatorio, el cual puede aparecer o no unido al prohibitorio y en el que se contiene un examen de las obras prohibidas especificando los pasajes condenados que deben suprimirse o modificarse.

Algunos autores, como Boyd, biógrafo del inquisidor Quiroga, mantiene que el índice expurgatorio de 1584 fue el primero en España y considera que dicha medida fue algo liberalizadora. Esta valoración, que puede parecer sorprendente, sí que responde a la realidad. Muchos documentos ponen de relieve que la medida iba encaminada a salvar ciertas obras literarias importantes que cuya circulación había sido interrumpida a causa de que presentaban algún que otro pasaje objetable. Por otra parte, la alternativa al expurgatorio no era otra que la hoguera, aunque ésta no fuese el deseo de sus creadores. Desde la Pragmática de los Reyes Católicos del 8 de junio de 1502, incluso antes también de hecho, los libros prohibidos eran “quemados públicamente en la plaza de la ciudad o villa o en el mismo lugar donde vendiese o los ovieredes vendido”. [2]

A partir del Index librorum expurgatorum, de Quiroga (1584), los libros suelen especificar en sus títulos si eran prohibitorios o expurgatorios. Los índices españoles llevan en portada ambos títulos junto al nombre del inquisidor que lo mandó confeccionar y por el que son conocidos. Será a partir de 1612 cuando, con el índice de Sandoval de ese año, los autores y obras se clasifiquen en clases -primera, segunda y tercera clase- siguiendo el orden alfabético establecido desde la época de Valdés, en 1559, añadiendo al final de cada clase y letra los títulos en portugués, italiano, francés y alemán. Obviamente, la clase responde a la gravedad del delito: las dos primeras están reservadas a los herejes y heresiarcas o cabezas de herejía, es decir, a los fundadores de nuevas sectas; y la tercera a obras anónimas. Primero aparecen los escritos en latín, luego los escritos en castellano y, posteriormente, los escritos en lenguas extranjeras.

Los índices inquisitoriales españoles tienen su pequeña andadura histórica. El primero es de 1551, el cual reproduce el de Lovaina de 1550 pero con la añadidura de un listado de obras españolas. Según Marcel Bataillon y Revah, hubo un índice impreso en 1547 del cual no se ha conservado ejemplar alguno.

Según estos hechos, el índice español sobre obras castellanas había comenzado con la prohibición de obras individuales de las cuales la primera había sido el Diálogo de la doctrina cristiana de Juan de Valdés (1529), seguido del Diálogo de Mercurio y Carón, de su hermano Alfonso, que se prohíbe en 1531. extrañamente esta obra no figura en el índice de Valdés de 1551. En verdad, el índice de Valdes de 1559 marca, según Antonio Márquez, un cambio radical respecto a los Índices anteriores, pues por primera vez entran en él obras propiamente literarias y, al mismo tiempo, como señala Revah, hasta entonces la espiritualidad erasmista difícilmente era obstaculizada por prohibiciones leves de inclusión en un índice.

En cuanto a la novela, además de Gamaliel, novela que curiosamente se va a mantener en el índice hasta el S. XIX, se añade Caballería Celestial, Lazarillo de Tormes -primera y segunda parte- las novelas de Boccacio. La poesía está representada por el Cancionero General, aunque se limite a las obras de burla en lo referente a la devoción. También Jorge de Montemayor y Garci Sánchez de Badajoz. Aparte de toda clase de ensayos religiosos, se prohibe con especial hincapié el Dialogo de Mercurio y Carón “en cualquier lengua”, pero no se menciona al autor. El silencio del nombre del autor es importante en el estudio de la literatura, ya que tanto Alfonso como Juan de Valdés son condenados por sus nombres en el Índice de Milán de 1554. En el Índice romano de Paulo IV, de 1559, se condenan todas las obras de Juan de Valdés. Es imposible que los inquisidores desconociesen estos hechos, aunque no tuviesen otra información que la del público. No obstante surge una incógnita: ¿Por qué los inquisidores silenciaban a sus autores y, sin embargo, censuraban las obras? Una primera hipótesis apunta a que todavía no estaba suficientemente asentada la noción de autor a principios del S.XVI. Otra razón es que la publicación de los nombres de los autores podía servir de mecanismo de publicidad de los considerados herejes. Finalmente, dicha omisión se podía deber a razones de tipo práctico: sencillamente los libros con su título eran suficientemente significativos como para obviar los detalles del nombre de su autor.

Tanto el índice de 1551 como el de 1559 son obras del mismo autor que responden a una misma finalidad: la proscripción de la literatura erasmista y la literatura a lo divino, de la mística y la picaresca. También contribuyen a la persecución de moros y judíos, así como de la Vulgata y las críticas religiosas. En la configuración de este Índice hay que tener en cuenta la imposibilidad de publicar libro alguno sin la firma de Pedro de Tapia, Secretario del Santo Oficio. Por ello, como señala Márquez, los índices son los puntos álgidos de un largo proceso de censura. En total, la Inquisición publicó once Índices en España más algunos apéndices: Valdés (1551 y 1559), Quiroga (1583 y 1584), Sandoval (1612), Zapata (1632), Sotomayor (1640), Valladares-Marín (1707), Pérez de Prado (1747) y Rubín de Ceballos (1790).

En el Índice de Valdés, en el Catálogo de los libros en Romance, se prohíben las siguientes obras: Orphea, comedia anónima y sin identificar; Amadis, de Gil Vicente; Audi filia, del maestro Ávila (ensayo); Caballería Celestial o Pie de la Rosa fragante (novela anónima); Jacinta, comedia de Torres Naharro; Aquilana, de Torres Naharro; Thesorina, comedia de Iayme de Huete; Tidea, comedia de Francisco de las Natas; Colloquio de damas, de Aretino; Circe, de Giambatista Gelli; Diálogo de Mercurio y Carón, de Alfonso de Valdés; Diálogo de doctrina cristiana, de Juan de Valdés; Plácida y Victoriano, comedia de Juan del Encina; Custodia, farsa anónima atribuida a Bartolomé Palau; Iosephina, farsa anónima atribuida a Miguel de Carvajal; Oración y meditación, de Fray Luis de Granada; Guía de pecadores, de Fray Luis de Granada; Gamaliel, novela anónima; Lazarillo de Tormes; Lecciones de Job, anónimo; Cancionero general; Obras de Jorge de Montemayor; Obras del Christiano, de Francisco de Borja, Duque de Gandía; Resurrección de Celestina, comedia de Feliciano de Silva; Peregrinación de Ierusalem, de Pedro de Urrea; Peregrino y y Ginebra, de Caviceo; Propaladia, de Torres Naharro.

Frente a este listado, el Índice de Quiroga, desde el punto de vista literario, sólo añade cuatro obras y tres autores: Anselmo de Turmeda, Alfonso de Valdés y Huarte de San Juan. Como señala Márquez, Huarte de San Juan es el único autor en castellano que resultará expurgado en su obra Examen de ingenios. Hubo otras obras expurgadas como los Comentarios a San Lucas de Diego de Estella, pero estaba escrita en latín. También se expurgan otras obras de difícil catalogación literaria. [3]

En la mayoría de los Índices figura el nombre de las personas que contribuyeron en la labor de catalogación. Algunos se han hecho tan famosos, que los Índices son directamente conocidos por su nombre. Sin embargo hay que tener en cuenta que la maquinaria de la Inquisición era mucho más compleja y que estaba formada por un gran número e oficiales y funcionarios que se repartía por todo el Imperio y, especialmente, por las universidades, como era tradicional desde la Edad Media [4]. Los censores son, por lo general, clérigos regulares y seculares con títulos y grados en materias eclesiásticas como Teología o Derecho Canónico. La lista de calificadores o consultores de cada catálogo es abrumadora. Aunque, posiblemente, se trata de una coincidencia, la confección del mayor número de Índices se debe a los jesuitas.

Una cuestión relevante es preguntarse por lo que veían censurable las personas que realizaban dicho trabajo. Hay que tener en cuenta que el censor creía actuar por el bien de la comunidad y que por tanto creía firmemente en los peligros que dichos libros presentaban para la comunidad [5]. Al mismo tiempo actuaba el propio miedo del censor a ser reprendido y, por ello, el censor ponía sus cinco sentidos en su trabajo ya que todos los sustentadores del poder podían sentirse ofendidos por la obra literaria bajo sospecha: “Un tirano no puede fijarse en una fábula sin darse por aludido, comentaba un editor de Esopo en el S. XIX. [6]

3-Los censurados


Una primera lectura de los Índices publicados hasta 1848 da como resultado una lista de ochenta y dos autores censurados por la Inquisición. Seguramente, con la suma de los libros anónimos, éste llegaría al centenar. En el Índice de zapata de 1632 se afirma que se han añadido más de dos mil quinientos censurados, aunque muchos de estos autores eran autores no literarios.

Esta desproporción en las cifras se debe a que muchos de los autores censurados no figuran en todos los índices. Autores expurgados, como Cristóbal de Castillejo, no figuran en los índices y Lope de Vega, escritor cuyas representaciones resultan prohibidas, no figura en los catálogos inquisitoriales. Estos desbarajustes se deben esencialmente a que en la mente de los inquisidores existían preocupaciones más perentorias y urgentes que censurar lo obviamente registrado en su memoria y lo que ya no suponía una amenaza para los fines propuestos por los censores. Los inquisidores, en este sentido, mantuvieron una especial preocupación por los anónimos, ya que pensaban que era el signo de que estos autores mantenían una voluntad clandestina de seguir escribiendo.

Se piensa en los hermanos Valdés, en Villalón, en toda una serie de obras, alguna de ellas de primer orden, que permanecieron en la sombra hasta nuestros días, bien por su atrevimiento, bien por la sospecha de herejía que pesaba sobre su autor. [7]

Se impuso de este modo lo que Antonio Márquez denominó “la ley del silencio”. El anónimo se había declarado delito desde el Índice inquisitorial de Valdés de 1551. En 1612 se convierte en uno de los tres tipo de autores permanentemente prohibidos. A ello habría que sumar el gran número de seudónimos que se adoptaron por estos motivos. Nada se ha escrito sobre ellos a pesar de las abundantes menciones que a ellos se realizan en los índices. Además de los autores mencionados por Bataillon hay otros como los del Lazarillo, La Celestina, Góngora, Quevedo en los que manda y ese impone la ley del silencio. Góngora, por ejemplo, muere sin haber publicado una sola obra. Y, cuando, meses después de su muerte, aparecen las Obras en verso del Homero español que recogió Iuan López de Vicuña (1527) la Inquisición requisa rápidamente esta edición, apareciendo cinco años más tarde ya expurgada. En una carta del Consejo Supremo se hace referencia a El Buscón, del cual Quevedo no reconoce su autoría, razón que el citado Consejo esgrime para considerarla prohibida.

En relación con el anonimato habría que citar el incidente de Mal Lara. El 7 de febrero de 1561 aparecieron por Sevilla unos versos contra la Iglesia y el clero. Mal Lara fue arrestado por la Inquisición como sospechoso. Entre sus antecedentes figuraba el haber escrito algunos versos de alabanza del Dr. Constantino de la Fuente, autor condenado. Carpio, tío de Lope de vega será el encargado de su defensa. Los inquisidores desestimaron el asunto y poco después Mal Lara fue puesto en libertad.

También la propia Inquisición contribuyó a crear una variedad de anónimo. Los Inquisidores muchas veces conocían el nombre del autor de una obra, ya que quedaba reflejado en el expediente de censura, pero luego éste no quedaba reflejado en los Índices. Allí figuraba un rodeo referente a otra obra del mismo autor o aparecía sin nombre.

Hubo otro tipo de obra anónima, el constituido por aquellas obras que fueron destruidas por sus propios autores ante el miedo que les suscitaba la presión inquisitorial. El caso más notorio es el de San Juan de la Cruz, que literalmente se comió sus propios versos para evitar que cayesen en manos de sus enemigos. Lebrija, por su parte tuvo un incidente con el inquisidor Deza, el cual le confiscó uno de sus Comentarios con el fin de que el gran humanista dejara de escribir. De ahí que en esos años Luis Vives escribiera que “estamos pasando por tiempos difíciles en que no se puede hablar sin callar en peligro” y El Pinciano señalaba en una carta a Zurita “y lo peor de esto es que querían que nadie se aficionase a estas letras humanas por los peligros, como ellos pretenden, que en ellas hay.” Rodrigo Manriquez, hijo del inquisidor general, en una carta a Luis Vives, se pronunciaba con rotundidad con motivo de la detención de Juan de Vergara:

Cuando considero la distinción de su espíritu, su erudición superior, y lo que cuenta más, su conducta irreprochable, me cuesta mucho trabajo creer que se pueda hacer algún mal a este hombre excelente. Pero, reconociendo en esto la intervención de calumniadores desvergonzadísimos, tiemblo, sobre todo, si ha caído en manos de individuos indignos o incultos que odian a los hombres de valor, que creen llevan a cabo una buena obra piadosa, haciendo desaparecer a los sabios por una simple palabra, o por un chiste. Dices muy bien: nuestra patria es una tierra de envidia y soberbia; y puedes agragar de barbarie. En efecto, cada vez resulta más evidente que ya nadie podrá cultivar las buenas letras en España sin que al punto se descubra en él un cúmulo de herejías, de errores, de taras judaicas. De tal manera es esto que se ha impuesto silencio; y aquellos que corrían al llamado de la erudición, se les ha inspirado, como tú dices, un terror enorme. [8]

A este tipo de barbaridades que adentran nuestro país en una de las páginas más negras de su historia habría que añadirle otro tipo de obras que no aparecen en los Índices y que son aquellas que sus autores rehicieron: Fray Luis de Granada, Huarte de de San Juan, el Eusebio de Montegón, la Historia de Salamanca de Gomara o la completa refundición de la obra de Castillejo. Tampoco mencionan los Índices a Lope de Vega hasta 1801, y se sabe que al menos El divino africano fue recogida por la Inquisición y tampoco se menciona a Calderón, el cual había tenido un tropiezo con los inquisidores con Las órdenes militares.
 
4-Las listas del Índice.


Las listas de los autores nombrados en los Índices no poseen valor por sí mismas. Así pues, es necesario distinguir entre los autores prohibidos y los expurgados. Los autores expurgados suelen ser autores católicos, cuyas obras, por razones ajenas a su intención, han sido prohibidas temporalmente y luego expurgadas. La razón para que una obra sea incluida en el Índice como libro expurgado es la que se achacó en su día, ya que una obra como La celestina no será incluida en los Índices hasta finales del S.XVIII.A veces se producen expurgaciones un poco tontas como la de la Crónica General de España de Florián de Ocampo (1553) por hablar de Eusebio Cesarense como de “santo”.

Por ello no es de extrañar que el inquisidor Zapata se vanagloriase de haber introducido en su Índice más de dos mil quinientas obras. De este modo se expurgaron frases de El Quijote y de Marcos de Obregón de Vicente Espinel como “Pero podría yo caminando rezar” o “quedó con esto muy satisfecho el sacerdote”.

Muchos autores quedaron expurgados al margen del Índices, autores como Torres Naharro, el autor del Lazarillo, Castillejo, Góngora. En el S. XVI no hay más que un autor sustancialmente expurgado y éste es Huarte de San Juan, en el Índice de Quiroga, a causa de su explicación acerca de las relaciones orgánicas entre el cerebro y el entendimiento que tocaban el tema de la inmortalidad del alma. Dicho capítulo quedó totalmente expurgado. También se suprimió el capítulo dedicado al temperamento de Cristo. La censura sobre Huarte de San Juan se dirigió hacia cuestiones dogmáticas consideradas entonces como trascendentales. Y ese es el problema que afectó a numerosos humanistas del S.XVI, desde Lebrija a Arias Montano, el tratamiento de la autonomía de la razón, la validez del método empírico como método científico.

El impacto de la censura es más claro cuando una obra o un autor es prohibido en su totalidad, in totum, como señalan los censores. En este sentido, autores literarios de primera fila que se alejan totalmente de la ortodoxia del Índice sólo hay uno, Juan de Valdés. Otros autores, como Miguel Servet o Ponce de la Fuente pertenecen a la historia de la teología y no de la literatura y, respecto a Juan de Valdés, la censura cae sobre sus tratados religiosos, no sobre su obra literaria.

Muchos autores circulan libremente después de ser expurgados, como Torres Naharro o Gil Vicente. Lo normal es que un autor figure en el Índice con una sola obra prohibida, más raramente con dos. Entre los cincuenta y siete autores prohibidos solamente Juan de Valdés, Antonio Pérez, Bernardo de Quirós y Gil Vicente figuran alguna vez con todas sus obras prohibidas.

Menéndez Pelayo creía que muchas de estas obras habían ganado con el expurgo. Difícil de entender resulta dicho beneficio. La intención de los censores era privar a dichas obras de su sentido más crítico y, en principio, parece que el expurgo fue efectivo y que los autores o llegaron a su público muy tarde o se les desposeyó de la acción progresista que su obra un día tuvo. Es más, la censura supone siempre un impedimento para la creación artística, que puede haber dado honrosas excepciones en periodos muy concretos de nuestra literatura. Como dice Coetzee, “bajo la censura no florece la literatura”, sino que más bien posibilita lo que Isaac Babel llamó “el genero del silencio” es más, cabe preguntarse ¿cuántos libros dejaron de escribirse por miedo, cuantas páginas se perdieron para siempre en el fuego del olvido, cuantas obras quedaron en el genio de unos autores aterrorizados que jamás se atrevieron a enfrentarse al terror de la censura y sus instituciones? A mi juicio muchas, pecado mayor cuando se tiene en cuenta que nada justifica la intervención censora en nombre de la salvaguardia del bienestar moral del individuo.

Notas:
[1] A. Sierra Corella, La censura, p.78.
[2] Ibídem.
[3] Antonio Márquez-Márquez, Antonio, Literatura e Inquisición en España, Madrid, Taurus, 1980, p.152-153.
[4] Ricardo García Carcel, La Inquisición, , Barcelona, Biblioteca El Sol, 1990.
[5] J.M. Coetzee, Contra la censura. Ensayos Sobre la pasión por silenciar, Barcelona, Debate, 2007, p.24.
[6] Joseph Jacobs, citado por Annabel Patterson, Fables of Power, Duke University Press, Durham, 1991, p.17.
[7] Marcel Bataillon, Erasmo y España, México, FCE, 1991, p.654.
[8] Antonio, Márquez, Literatura e Inquisición en España, ed., cit., p.166.
[9] J.M. Coetzee, Contra la censura, ed., cit., p.26.

BIBLIOGRAFÍA
Bataillon, Marcel, Erasmo y España, México, FCE, 1991.
Coetzee, J.M., Contra la censura. Ensayos Sobre la pasión por silenciar, Barcelona, Debate, 2007.
García Carcel, Ricardo, La Inquisición, Madrid, Biblioteca El Sol, 1990. - -Jacobs, Joseph, citado por Annabel Patterson, Fables of Power, Duke University Press, Durham, 1991.
Márquez, Antonio, Literatura e Inquisición en España, Madrid, Taurus, 1980.
Ortiz Juárez, José María, Escritores cordobeses en los índices de libros prohibidos de los siglos XVI y XVII, Córdoba, José María Ortiz Juárez ed., 1995.
Pardo Tomás, José Ciencia y censura: La Inquisición española los libros científicos de los siglos XVI y XVII, Madrid, CSIC, 1991.
Patterson, Annabel, Fables of Power, Duke University Press, Durham, 1991.
Pinto Crespo, Virgilio, Inquisición y control ideológico en la España del S.XVI, Madrid, Taurus, 1983.

© Luis Veres 2008
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
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