lunes, 25 de abril de 2016

Aristóteles. Física.









El filósofo griego Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) desarrolló muchas teorías sobre la naturaleza de la física. Estas teorías comprendieron lo que Aristóteles describió como los cuatro elementos. Se refirió con gran detalle a las relaciones entre estos elementos y a su dinámica.
La principal fuente de información es la Física de Aristóteles donde desarrolla sus ideas sobre física. Los principios fundamentales de la física de Aristóteles son:
  1. Lugares naturales: cada elemento querría estar en una posición distinta relativa al centro de la Tierra, que también es el centro del universo.
  2. Gravedad/levedad: para lograr esta posición, los objetos sienten una fuerza hacia arriba o hacia abajo.
  3. Movimiento rectilíneo: un movimiento como respuesta a esta fuerza es en una línea recta a una velocidad constante.
  4. Relación entre la velocidad y la densidad: la velocidad es inversamente proporcional a la densidad del medio.
  5. El vacío es imposible de imaginar: el movimiento en un vacío es infinitamente rápido.
  6. El éter: todos los puntos del espacio están llenos con materia.
  7. Teoría del continuo: si existieran los átomos esféricos habría un vacío entre ellos, por lo que la materia no puede ser atómica.
  8. Quintaesencia: los objetos por encima de la Tierra no están formados de materia terrenal.
  9. Cosmos incorruptible y eterno: el Sol y los planetas son esferas perfectas, y no cambian.
  10. Movimiento circular: los planetas se mueven en un movimiento circular perfecto.


https://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%ADsica_aristot%C3%A9lica


Aquí lo podeis descargar :

http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/662.pdf



La recuperación de los antiguos conocimientos babilónicos. Por Giovanni Schiaparelli.







 

La recuperación de los antiguos conocimientos babilónicos



Giovanni Schiaparelli

(Publicado originariamente en la revista "Scientia" en 1908)

Los documentos de la cultura babilónica se hallan escritos en multitud de tabletas de arcilla, que desde 1843 vienen siendo encontradas en diferentes yacimientos arqueológicos del suelo mesopotámico, el cual parece contener ingentes cantidades de ellas. La mayor parte de estas tablillas forman ya parte de las grandes colecciones de Museos de Europa y América. En lo que concierne a las tablillas específicamente astronómicas y astrológicas, la mayor parte de ellas se encuentran en el Museo Británico, principal lugar de su estudio. Ahí, se encuentran los restos de una gran enciclopedia astrológica, que había formado parte del gran archivo literario que el famoso rey Asurbanipal, antepenúltimo rey de Asina, había creado en Nínive. Ahí se hallan los numerosísimos informes oficiales de los astrólogos de la corte; ahí se hallan los testimonios de los grandes avances de la astronomía babilónica, observaciones, tablas y efemérides. Pero no bastaba poseer los documentos de la cultura asirio-babilónica, había que leerlos y entenderlos. No es este el lugar para evidenciar el enorme esfuerzo que supuso, casi milagroso, de traducir aquellos caracteres cuneiformes totalmente desconocidos, con la complicación añadida del desconocimiento de su gramática y demás características filológicas, en lo que sin duda ha sido uno de los grandes triunfos del ingenio humano durante el siglo XIX.
En sus primeros pasos, los patriarcas de la asiriología, Rawlinson y Hincks, determinaron la naturaleza del calendario usado por los asirios y los babilonios, lo que había sido objeto hasta ese momento de gran controversia. El calendario solilunar resultó ser similar al sugerido por algunos textos bíblicos, y los meses del año en tiempos de Senaquerib y Nabucodonosor, vienen a ser los mismos que actualmente existen en Israel. Con el tiempo, diversos asiriólogos, como Oppert en Francia, Sayce y Brown en Inglaterra, y sobre todo, Jensen y Hommel en Alemania, dieron los primeros pasos para la interpretación de los documentos astronómicos babilónicos. Jensen, en su "Cosmología de los babilonios" (1890) logra establecer una serie de puntos fundamentales. Pero en estos primeros tiempos, lo cierto es que los expertos asiriólogos que se vuelcan sobre los textos astronómicos chocan con dos enormes obstáculos: el desciframiento de los términos técnicos, con los cuales se calculaban las distancias, etc.; y el desciframiento de los nombres que los babilonios designaron a los cuerpos celestes.
A estos obstáculos hay que sumar cierto prejuicio, el cual presuponía que dada la gran antigüedad de la astronomía babilónica, ésta debía estar muy por debajo de los grandes sabios de la Grecia antigua, como Eratóstenes, Hiparco, Ptolomeo y demás de la escuela de Alejandría. Del archivo literario de Nínive, anterior por tanto a su destrucción en 607 a. C., salieron informes acerca del desconocimiento por parte de los babilonios de la retrogradación del punto equinoccial (o precesión de los equinoccios) así como su desconocimiento de la predicción de eclipses solares. La astronomía desenterrada en Nínive, no mostraba sustanciales avances en relación a culturas coetáneas, como los Ramsés egipcios o los monarcas de la India. La gran masa de observaciones astronómicas acumuladas con anterioridad a la destrucción de Nínive, no tenían otra función que la de establecer y verificar los presagios astrológicos; es decir, aparentemente no servían para una finalidad científica. Asimismo, en tiempos de Nabonasar (747 a.C.) no parece que se tuviera un cómputo seguro y regular del tiempo [por ejemplo, la duración exacta de un año]. Lo cual impedía ciertamente que la astronomía pudiera avanzar.
El mérito de haber atraído la atención pública sobre la Astronomía babilónica se debe asignar al célebre asiriólogo Padre Strassmaier de la Compañía de Jesús. Este, explorando la copiosa colección de tablillas recogidas en el Museo Británico, no tardó en apreciar la importancia de ciertos números dispuestos en múltiples columnas. Tales números u observaciones, fueron en su época, los que dieron fama a los caldeos fuera de sus propias fronteras, como por ejemplo, en el mismo mundo greco-romano. Todas estas observaciones halladas por Strassmaier, eran del tiempo final del imperio babilónico, es decir, escritas en tiempos de la dominación de persas, macedonios y partos. Dedicó tiempo y esfuerzos a su traducción, logrando descifrar 50. No tienen la fabulosa antigüedad que en algún momento se supuso, pero se hallan datadas en tiempos de la dinastía aqueménida, en la que reinaron monarcas como Cambises. Cronológicamente, ocupan un período que dura cinco siglos, del 523 a. C. al 8 a. C. En estas tabletas, queda establecido que en algunos avances astronómicos, los babilonios precedieron a los griegos, aunque la mayor parte de los avances de esta ciencia se producen en el intervalo que va desde Metón hasta Ptolomeo, es decir, desde el 450 a. C. al 150 d. C., en total, seis siglos.
Strassmaier se asoció en la parte astronómica con su compañero el Padre Epping, y del trabajo común salió en 1889 el primer ensayo de tales interpretaciones bajo el título "Astronomisches aus Babylon" (editado en la revista "Stimmen aus Maria-Laach", Freiburg im Breisgan, Herder, 1889). Este trabajo fue para historiadores y astrónomos una auténtica revelación. Del estudio de dos tabletas, que contenían bajo la forma de efemérides las predicciones de fenómenos celestes para los años 111 y 123 a. C., dedujeron los principales métodos de esta astronomía, diferentes de los que usaban los griegos de la época, estableciendo de modo definitivo el significado de muchos nombres propios de planetas y estrellas, y, lo que resultaba aún más difícil, el significado de gran cantidad de términos técnicos. Con una sagacidad verdaderamente admirable no solo tradujeron las interpretaciones, sino que además crearon instrumentos de interpretación. Como resultado de todo ello, se logró determinar la duración de la era seléucida según el cómputo babilónico, así como el inicio del día y su subdivisión. Fue demostrado que aquellos astrónomos sabían predecir con un cierto grado de aproximación la estación y la retrogración de los planetas, su elevación helíaca, su ubicación en relación a las estrellas principales del zodíaco; también conocían el cálculo de los novilunios y trataron la predicción de los eclipses. Identificaron cerca de 30 estrellas o grupos de estrellas zodiacales, entre ellas Sirio, cuya observación helíaca tuvo especial importancia.
Dada la repentina y deplorada muerte de Epping, ocurrida en el 1891, durante algunos años la preciosa copia de los documentos transcritos por Strassmaier no fue objeto de estudio, hasta que en 1897 el Padre Kugler recibe el encargo del Superior de la Orden de proseguir la tarea iniciada por Epping. Kugler actuó con no menor fortuna que sus predecesores, sumergiéndose en estos conocimientos como astrónomo y como asiriólogo, combinación profesional muy rara. Fruto de su estudio, en 1899 da a conocer en una monografía, los dos principales sistemas de cálculo lunar usados por los babilonios, completando con ello la tarea iniciada por Epping. A esta investigación, siguió otra en 1907, acerca de la astronomía babilónica durante los dos últimos siglos a. C. En este estudio, el Padre Kugler se ocupa de explorar cuestiones como: la astrología, el calendario, la íntima relación de la astronomía y la astrología con la religión y la mitología.
De cuanto precede podemos concluir que la historia de la astronomía babilónica es divisible en dos partes. El primer período, rudimentario, dura hasta la caída de Nínive, y se caracteriza por la mezcla de astronomía con ideas religiosas o con la astrología. El segundo período, coincidente con el imperio caldeo, dura desde Nínive hasta finales de la era, es decir, seis siglos, y se caracteriza por tratar en sus tablas numéricas, de leer el curso aparente de los astros, separándose de las artes predictivas. El primer período puede ser considerado como histórico, y el segundo, como astronómico.
(Traducción a cargo de José Fernández Quintana. Revista Beroso Nº 1. Barcelona. España. 1º semestre 2000).

sábado, 23 de abril de 2016

El Alquimista. Por Paolo Coelho.







Paulo Coelho de Souza (24 de agosto de 1947, Río de Janeiro) es un novelista, dramaturgo y letrista brasileño. Es uno de los escritores más leídos del mundo con más de 150 millones de libros vendidos en más de 150 países (224 territorios), traducidos a 80 lenguas. Desde octubre de 2002 es miembro de la Academia Brasileña de las Letras. Ha recibido destacados premios y reconocimientos internacionales, como la prestigiosa distinción Chevalier de L’Ordre National de La Legión d’ Honneur del gobierno Francés, la Medalla de Oro de Galicia y el premio Crystal Award que concede el Foro Económico Mundial, entre muchos otros premios que ha obtenido gracias a su gran éxito. Además de recibir destacados premios y menciones internacionales, en la actualidad es consejero especial de la Unesco para el programa de convergencia espiritual y diálogos interculturales así como Mensajero de la Paz de Naciones Unidas.
Escribe columnas periodísticas semanales que se publican en medios de todo el mundo. Alcanzó el éxito con su mayor obra El Alquimista.
En 2002, el Jornal de Letras de Portugal, la mayor autoridad en el campo de la literatura y del mercado literario en lengua portuguesa, confiere a El Alquimista el título de libro más vendido de este idioma en toda su historia.
En mayo de 1993 la editorial HarperCollins publica una ambiciosa edición de 50.000 copias de El alquimista, lo que representa la mayor edición inicial de un libro brasileño en los Estados Unidos. El director ejecutivo de la editorial, John Loudon, presenta el libro diciendo: ‘Era como levantarse al amanecer y ver salir el sol mientras el resto del mundo seguía dormido. Esperad a que todos los demás se despierten y vean esto también.’ Paulo se siente colmado de alegría al saber del entusiasmo de HarperCollins por el libro. ‘Este es un momento muy especial para mí’, dice Paulo. Su editor concluye la presentación diciendo: ‘Espero que la publicación del libro sea tan larga, excitante y llena de éxito como ha sido su historia en Latinoamérica.’
En el 2002, 10 años después, John Loudon le escribe a Paulo. ‘El Alquimista se ha convertido en uno de los libros más importantes en la historia reciente de nuestra compañía. Estamos muy orgullosos del libro y de su éxito. ¡La historia de su éxito con nosotros refleja la historia del libro!’. HarperCollins planea una ambiciosa campaña para el 10º aniversario de su edición del libro, que incluye una versión mass market a la venta en todo el mundo para la creciente legión de fans del libro.
‘Su forma de escribir es, verdaderamente, como música, es tan bonita. Es un don que envidio por encima de todos’, dice Julia Roberts para el documental ‘Paulo Coelho: el alquimista de la palabra’ de Discovery Networks/Polo Imagen. Por otro lado, Madonna declara en una entrevista para la revista alemana “Sonntag-Aktuell”, ‘El alquimista es un libro precioso sobre la magia, los sueños y los tesoros que buscamos en otro sitio y luego encontramos en nuestro umbral.’
El éxito de El alquimista en Estados Unidos marca el inicio de su carrera internacional. Varias productoras de Hollywood se interesan inmediatamente por los derechos, que son adquiridos en 1993 por Warner Brothers.

Bajar “El Alquimista” en este linkpaulo coelho el alquimista



Algunas cartas de personas homosexuales. ( Mujeres ).










Voy a colgar  algunas cartas de personas homosexuales, femeninas, por si os apetece contrastarlas.

Los datos están extraidos de Astrodienst, pero yo he respetado el anonimato.




















Giordano Bruno y la Tradición Hermética. Por Frances A. Yates.






GIORDANO BRUNO Y LA TRADICION HERMETICA. Frances A. Yates. Ed. Ariel, Barcelona 1983. 529 págs. 

Los estudios realizados por F. A. Yates constituyen un punto de referencia poco menos que imprescindible para quien desee conocer en profundidad la tradición Hermética del Renacimiento, el desarrollo de sus ideas así como las corrientes de pensamiento que la conformaron, pues todas ellas reconocían su fuente común en la gnosis de Hermes Trismegisto, intérprete y transmisor de la Sofía Perenne y Padre de los Filósofos. Especialmente importante dentro de su bibliografía (entre la que destacamos El Arte de la Memoria, La Filosofía Oculta en la Epoca Isabelina y El Iluminismo Rosacruz) es el libro que comentamos, el cual no sólo trata de la figura y la obra de G. Bruno, sino que procura insertar a éste "dentro de la corriente de la tradición hermética", es decir como un componente básico de esa tradición, en la que naturalmente se incluye el neoplatonismo y la cábala cristiana, esta última nacida en los albores del Renacimiento gracias a la síntesis llevada a cabo por Pico de la Mirándola y Johannes Reuchlin, dos de los maestros, junto a Marsilio Ficino y Cornelio Agrippa, que más contribuyeron en el resurgir hermético en Occidente después del paréntesis producido tras la desaparición de la Edad Media. 
De hecho, ese resurgimiento comienza a cobrar fuerza con las traducciones y comentarios que Marsilio Ficino realiza al mismo tiempo sobre la obra de Platón y sobre dos de los libros sin duda más representativos de todos cuantos componen el Corpus Hermeticum: el Poimandrés y el Asclepius. Al contenido cosmológico y metafísico de estos últimos dedica prácticamente la autora los primeros capítulos de su obra, destacando la enorme influencia que tuvieron en los círculos esotéricos de Florencia, desde donde se irradiaría al resto de Italia y Europa. Ciertamente en Ficino y sus contemporáneos existía el convencimiento de que los textos contenidos en el Corpus Hermeticum eran de una extrema antigüedad, muy anteriores a los filósofos griegos, y como mínimo coetáneos de Moisés. En realidad poco importa que ese convencimiento se sustentara en un "error histórico" como afirma Yates, pues quienes los escribieron (los neoplatónicos egipcios impregnados de elementos procedentes de los gnósticos hebreos y cristianos, de los astrólogos y magos caldeos, y en general de las diversas doctrinas esotéricas que confluyeron en la Alejandría de los siglos II y III de nuestra era) se consideraban partícipes de una corriente de sabiduría (la "cadena áurea") cuyos orígenes se remontaban, en efecto, a Hermes Trismegisto, o lo que es lo mismo a la casta sacerdotal del antiguo Egipto, conservadora a su vez de la Tradición primordial. En este sentido, la genealogía mítica dada por Ficino es, desde el punto de vista simbólico, rigurosamente cierta: "se le conoce (a Hermes) como el primer autor de teología: su sucesor fue Orfeo, segundo entre los teólogos de la antigüedad. Aglaofemo, quien había sido iniciado por Orfeo, tuvo como sucesor a Pitágoras en el cultivo de la teología, de quien fue discípulo Filolao, maestro de nuestro divino Platón. Es decir, existe una antigua teología (prisca theologia) […] que tiene su origen en Mercurio y culmina con el divino Platón". Y en otro lugar: "En la época en que nació Moisés, florecía Atlas el astrólogo, hermano del físico Prometeo y tío materno de Mercurio el Viejo, cuyo sobrino fue Mercurio Trismegisto". 
El Poimandrés, o Poimandro ("El Pastor del Hombre"), versa "sobre la potestad y sabiduría de Dios", y es considerado como el Génesis egipcio, pues en él se describe el proceso de la creación a partir del Nous, Mens o Verbo divino, "que vive como luz y vida", y del que procede el Alma del Mundo, o Nous Demiurgo, el segundo dios, que a su vez ha "modelado a los Regentes (los planetas), que en número de siete envuelven al mundo sensible con sus círculos". Todo ese proceso se sintetiza en el Hombre (el microcosmos), pues éste es la obra directa del Padre-Nous, el que lo ha "investido de poderes e instruido sobre la naturaleza del Todo y de la visión suprema". "Tú (Hermes) eres luz y vida, lo mismo que el Dios Padre, de quien nace el Hombre. Por lo tanto, si aprendes a conocerte en cuanto constituido como luz y vida […] volverás a la vida". El conocimiento de sí mismo es la obra de la regeneración, conducida por el Intelecto, que es la verdadera esencia del hombre, aquella mediante la cual liga con la Unidad, "pues este intelecto es Dios […] Cuando el hombre no está guiado por el intelecto se degrada y cae en un estado animal (su parte mortal). Todos los hombres están sujetos al destino, pero aquellos que están en posesión del Verbo y en los cuales lo que rige sus actos es el intelecto, no se hallan sometidos del mismo modo que los demás. Los dos dones concedidos por Dios al hombre, el intelecto y el Verbo, tienen el mismo valor que la inmortalidad. Si el hombre sabe valerse correctamente de tales dones, no se diferencia en absoluto de los inmortales (los dioses)". 
La misma concepción de ideas encontramos en el Asclepius ("La Palabra perfecta"), pero además en éste, nos dice Yates, se profundiza "en el conocimiento de las fuerzas divinas que actúan sobre la naturaleza", y por supuesto en el hombre, considerado en este texto hermético como un magnum miraculum, idea que precisamente recoge Pico de la Mirándola en su importante Discurso sobre la dignidad del hombre. El hombre en tanto que mago-intermediario capaz de atraer hacia su ser las influencias procedentes del cielo y servir de vínculo entre éstas y el mundo elemental o terrestre. Vínculo que se realiza mediante el conocimiento de los métodos de la magia simpática, que "presuponen, prosigue la autora, la existencia de continuados efluvios de influencia que desde las estrellas se derraman sobre la tierra". Dichos métodos están basados en realidad en las leyes de las correspondencias y analogías que relacionan entre sí las distintas partes que conforman la Unidad del Todo, según reza la conocida máxima hermética: "lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo". "El Todo era Uno, unido mediante un infinitamente complicado sistema de relaciones. El mago era un individuo capaz de penetrar en el interior de este sistema [o estructura] y servirse de él gracias a su conocimiento de los vínculos existentes entre las cadenas de influencias que descendían desde lo alto, ya que era capaz de construir una cadena de vínculos ascendente mediante el correcto uso de los ocultos poderes simpáticos contenidos en las cosas terrestres [piedras, vegetales y animales], de las imágenes celestes [zodíaco, estrellas y planetas], de las invocaciones y nombres [divinos angélicos, numinosos], etc.". O como G. Bruno señala en una de sus obras, De la causa, principio y uno: "[La unidad del Todo en el Uno es] solidísimo fundamento de las verdades y secretos de la naturaleza. Así pues, debes saber que sólo hay una y misma escalera [o eje] por la que desciende la naturaleza para llevar a cabo la producción de las cosas y asciende el intelecto para llegar al conocimiento de éstas; además, el uno y la otra proceden de la unidad y vuelven a ella, pasando a través de multitud de medios". Y en otra de sus obras importantes, Expulsión de la bestia triunfante, pone estos ejemplos sumamente aclaradores sobre la interrelación armónica entre el mundo inteligible y el sensible: "En este sentido, debemos pensar en el sol como en un ente que se halla en el azafrán, en el narciso, en el girasol, en el gallo y en el león; lo mismo debemos pensar en relación a cada uno de los dioses y para cada una de las especies agrupadas bajo los diversos géneros del ens, puesto que así como la divinidad desciende en cierto modo por cuanto establece comunicación con la naturaleza, debe tenerse en cuenta que una de las formas de ascender a la divinidad es a través de ésta y así, por mediación de la vida que resplandece en las cosas naturales, nos es posible ascender hasta alcanzar la vida que las preside y gobierna". 
Es indudable, pues, la importancia del Asclepius y el Poimandres en el resurgimiento de la Magia, y del Hermetismo en general, durante el Renacimiento, tal cual ocurrió en la Edad Media, en donde estos libros eran perfectamente conocidos por los neoplatónicos y maestros herméticos y alquimistas, constituyendo además una fuente de inspiración para textos tan fundamentales como el Picatrix, de origen hispano-árabe y traducido al latín por Alfonso X el Sabio, y al que Yates dedica un extenso comentario en el capítulo "Hermes Trismegisto y la Magia". Fuente de inspiración también para los tres libros que componen el Libri de Vita de Ficino, y especialmente para el tercero de ellos, De vita coelitus comparanda ("Sobre cómo aprehender la vida de las estrellas"), que comienza con la descripción de los tres mundos, emanados del Uno: el Intelecto o Mens divina (que contiene las Ideas), el Alma del mundo (recipiente de las "razones seminales", reflejo de las Ideas), y el Cuerpo del mundo, concreción materializada de dichas "razones seminales", expresadas a través de la multitud de especies y cosas sensibles que lo pueblan. La vida de las estrellas queda impresa especialmente en las imágenes simbólicas reproducidas en los talismanes, en cuyo diseño (que constituía un verdadero rito) intervenían "conocimientos de astronomía, matemáticas, geometría, música, metafísica...", conformando auténticos receptáculos de la Harmonia Mundi, los cuales permitían conectar y ser uno con ella. 
Esta concepción cosmogónica, heredada del Corpus Hermeticum (y presente también en los primeros Padres de la Iglesia, como Dionisio el Areopagita), es idéntica a la de la Cábala, resurgida por Pico de la Mirándola a través de la Cábala-Cristiana, sustentada en la magia angélica (forma superior de la magia natural) o conocimiento de los nombres divinos o sefiroth, pertenecientes al mundo inteligible o supraceleste, y considerados como los arquetipos de donde proceden los diferentes mundos o niveles de existencia. "Pico nos demuestra que comprende plenamente cuál es la relación que existe entre las diez esferas del cosmos -las siete esferas de los planetas, la octava esfera o firmamento de las estrellas fijas, el empíreo, y el primer móvil- y las diez sefiroth o numerationes de la cábala […] Es precisamente esta relación la que convierte a la cábala en una teosofía del universo, a la vez que se pueda hablar de la magia cabalística como una culminación de la magia natural […] que extiende su poder hasta alcanzar a las fuerzas espirituales superiores orgánicamente relacionadas con las estrellas". A través de Pico de la Mirándola (y de Reuchlin) la Cábala-Cristiana se incorpora, pues, a la Tradición Hermética, y maestros como Tritemio, Agrippa (al que Yates dedica todo un capítulo resumiendo las ideas principales contenidas en su De Occulta Philosophia), Giorgi, Egidio de Viterbo, Kunrath, Dee, etc. recibirán su impronta doctrinal, determinando también el carácter de los diversos movimientos herméticos surgidos durante el Renacimiento, y especialmente en lo que se refiere a la corriente Rosa-cruz y a sus representantes más conocidos, como Fludd, Maier, Andreae, Comenius, etc. (Apunta Yates que en el nacimiento de esta última corriente tal vez tuvo Bruno un cierto papel, el cual, durante su estancia en Alemania y Bohemia, formó parte activa de los círculos herméticos de donde debía surgir, a principios del siglo XVII, el movimiento rosacruciano). 
Por otro lado, es indudable la influencia que la obra de Ficino ejerce sobre la filosofía de Bruno, a quien la autora considera como la personificación del mago renacentista, heredero de la noble tradición de Hermes Trismegisto. A lo largo de nueve intensos y sugerentes capítulos, se van desgranando los puntos esenciales que configuran la obra y la vida de Bruno, a quien sobre todo le interesaba el aspecto operativo de la Ciencia y el Arte herméticos, los que deben encarnarse como algo vivo para que verdaderamente cumplan su función regeneradora. De ahí su manifiesta animadversión hacia los "pedantes gramáticos" y "filósofos escolásticos" de su época, prisioneros de las especulaciones puramente mentales, pues no basta con un conocimiento simplemente teórico de las leyes que organizan el cosmos, de sus correspondencias y analogías, sino que además es necesario participar activamente de sus armonías secretas, penetrando así en la realidad íntima y el ser de las cosas, que es siempre, finalmente, la Unidad presente en el centro de todas ellas. Los capítulos dedicados a las largas estadías de Bruno en Francia, Inglaterra y Alemania son tal vez los más interesantes, puesto que fue en esos países donde escribió la mayor parte de sus obras, entre las que destacamos De las sombras de las ideas, la Cena de las cenizas, Del furor de los héroes, Del universo, infinito y mundos, y las ya mencionadas De la causa, principio y uno y Expulsión de la bestia triunfante. 
Hombre dotado de una extraordinaria intuición y de un espíritu independiente que le granjeó numerosos problemas con los dogmáticos "oficialistas" e inquisidores (los que le llevaron finalmente a la hoguera), abogó por un retorno a las fuentes egipcias y neoplatónicas del Hermetismo, apoyado en las traducciones de Ficino. Notable fue también la influencia recibida de Ramón Llull, Pico, Agrippa, y de toda la prisca theologia, o prisca magia, o "Templo de la sabiduría", edificado en primer lugar "por los egipcios y caldeos, a los que siguieron magos, gimnosofistas, órficos […] y en tiempos más recientes por San Alberto Magno, Nicolás de Cusa y Copérnico". Sobre este último Bruno expresa una notable admiración, pues la teoría heliocéntrica de Copérnico (presente ya, por cierto, en las enseñanzas secretas de los pitagóricos, aunque no en ellos exclusivamente), expuesta en su obra Sobre la revolución de la órbitas celestes, confirma las enseñanzas de Hermes contenidas en el Asclepius, que hablan del sol como de un dios visible, es decir como una revelación simbólica del Dios inteligible. Sin embargo, más que el aspecto puramente matemático de la teoría expuesta por Copérnico, a Bruno le interesa la "verdad" hermética que dicha teoría encierra, "interpretando, dice Yates, el diagrama copernicano como un jeroglífico que encierra una serie de misterios divinos […] relacionados con la animación universal". 
En fin, como dijimos al principio nos encontramos ante un libro fundamental, cuya lectura recomendamos vivamente, pudiéndose encontrar un filón prácticamente inagotable para profundizar en el estudio y el conocimiento herméticos. F. A.


Aquí lo podeis descargar :

https://ia600707.us.archive.org/11/items/FrancesYatesGiordanoBrunoYLaTradicinHermtica/33523961-Frances-Yates-1983-Giordano-Bruno-y-la-Tradicion-Hermetica-Una-interpretacion-clasica-del-mundo-renacentista-siguiendo-las-huellas-del-hermetismo.pdf



viernes, 22 de abril de 2016

Adiós a Prince.








http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/21/actualidad/1461258202_723790.html

Ayer día 21.04.2016, nos dejó el popular cantante Prince.

Vamos a ver como estaba su cielo contrastando con las Direcciones Primarias.








Tenemos al Ascendente de Primarias en Término de Mercurio y Neptuno le hace un Sextil desde casa XII.

Asimismo la Luna de Primarias hace una oposición partil a Neptuno.

 Luna es co regente de casa VIII y Mercurio regente de casa VIII.

El Nodo Sur de Primarias también hace una conjunción partil al Sol natal, en cúspide de casa VIII y dispositado por Mercurio.

El cuadro de Primarias indica muerte por causas poco claras y relacionadas con drogas.

Veamos ahora el gráfico triple.







Para empezar tenemos a Mercurio como Señor del año por Profección.

Mercurio de RS se ubica sobre Mercurio natal, regente de casa VIII.

Urano de Profección se coloca sobre Mercurio, y también sobre  Mercurio de RS.

La Luna de Profección y Plutón de Profección están en oposición partil en el eje 2 / 8