Astrologia: una mirada perspectivista
Por Alexey Dodsworth
La teoría astrológica
La teoría astrológica no se basa
necesariamente en un mecanicismo causalista (una cosa causa otra, o sea:
X pasa por la casa Y y produce un efecto Z), pero sí en la teoría de la
sincronicidad, teorizada por el médico y creador de la psicología
analítica, Carl Gustav Jung como una forma de explicar la conexión entre
dos eventos aparentemente "desligados" a partir de un punto de vista
mecánico, pero relacionados en significado.
El pensamiento astrológico puede ser
encarado como holográfico, y no mecanicista: el
universo es visto como un gran holograma, y todas las
cosas están interrelacionadas. Todo es parte de
todo y, siendo así, bajo esta perspectiva, un planeta
no "causa" algo. Sería como la manecilla
de un reloj. El reloj no "hace ser" las diez
de la noche, él indica que son las diez de la noche.
Si yo destruyo el reloj, ¿dejan de ser las diez
de la noche? Claro que no. Las horas son independientes
de las manecillas que las apuntan. Del mismo modo, si
elimináramos las señales de una ruta, la
ruta no deja de existir.
Los escépticos, críticos y
detractores de la astrología acostumbran fundamentarse
en la idea de "influencia planetaria", defendida
por muchos astrólogos, para atacar a la astrología.
Parten de la pregunta fatal: "qué tipo de
influencia es ésta?" La respuesta de los astrólogos
no resulta ser muy feliz: acostumbran decir que se trata
de una "energía aún no descubierta
por el hombre".
¿La astrología puede ser considerada
una ciencia? Depende de lo que consideremos "ciencia"
- término que parece haber sido usurpado por el
ramo específico de las ciencias exactas, en los
últimos cien años. Lo que los críticos
científicos exactos parecen olvidar es que existen
las ciencias humanas, y que cuanto más humana es
una ciencia, menos exacta ella se torna. La psicología
y el psiconálisis, no menos ciencias a pesar de
no ser exactas, versan sobre contenidos psíquicos
y simbólicos que no pueden ser analizados a partir
de instrumentos mecánicos de medición. Defino
y defiendo la astrología como uma ciencia humana.
Las ciencias exactas y humanas son diferentes
formas de aproximación a la realidad. Cada una
de estas áreas a su modo nos permite una mirada,
una comprensión de la realidad que nos rodea. El
problema surge cuando cada cual resuelve "extrapolar"
sus límites e intenta universalizar una perspectiva.
La encrucijada en que la astrología se encuentra,
mal vista por el medio académico moderno, se debe
en gran parte por la base filosófica que nos mueve:
el pensamiento mítico siendo relegado a un plano
secundario, substituido casi totalmente por el pensamiento
racional.
Como nos recuerda el psicólogo analítico
Luigi Zoja, la diferencia entre el pensamiento mítico
y el pensamiento racional consiste en el hecho de que
el pensamiento mítico (en el cual la astrología
se inserta) se ocupa de los sentidos posibles de una experiencia,
de los significados internos, mientras que el pensamiento
racional se preocupa por las supuestas "causas"
de todas las manifestaciones perceptibles por los sentidos
humanos.
No niego, en absoluto, la importancia del
pensamento racional en nuestro mundo. Gracias a la perspectiva
exacta de la ciencia tuvimos asombrosos avances en medicina,
en química, en física. Nuestro mundo se
tornó, gracias a las ciencias exactas, un lugar
que sería llamado "mágico" por
un campesino medieval. Pero eso no significa que seamos
mejores como humanidad. Con juguetes más sofisticados,
si. Basta un mero vistazo a nuestro alrededor para que
cualquier persona, por más escéptica que
sea, concuerde que diversas consideraciones psicológicas
están más que en falta. De ahí la
importancia de valorizar las ciencias humanas, que, con
su abordaje subjetivo, confiere alma a la realidad objetiva.
Y la astrología está inserta en este contexto
humano de la ciencia.
Las ciencias exactas, al intentar universalizar
su "modo de ver", incurren en el error de apegarse
al pensamiento mecanicista y causalista (todo tiene un
origen mecánico y todos los efectos tienen una
causa). Lo que no encaja en este modelo de pensamiento
es descartado. Y los astrólogos, bajo diversos
aspectos, colaboran en su propio detrimento, al defender
un pensamiento mecanicista para un saber fundamentalmente
simbólico. Y lo simbólico no es sinónimo
de "anti-científico", de hecho porque
la teoria de la sincronicidad, base fundamental del pensamiento
astrológico ("lo que está arriba es
como lo que está abajo"), es perfectamente
explicado por la física cuántica.
Irónicamente, quienes primero percibieron
que la mecánica cuántica daba una base epistemológica
justa para comprender las técnicas llamadas "místicas",
tales como el I Ching y la propia astrología, no
fue un esotérico ansioso por aceptación
académica, ni un astrólogo ansioso por aprobación
social. Fueron un médico psiquiatra llamado Carl
Jung y un físico austríaco, Wolfgang Pauli.
Durante más de veinte años,
el médico psiquiatra y el físico austríaco
desarrollaron un modelo teórico para explicar las
relaciones acausales entre eventos físicos y psíquicos,
y a este modelo teórico Jung dio el nombre de "sincronicidad"
y lo relacionó con la indeterminación cuántica.
Los escépticos suelen criticar la
astrología apelando recurrentemente al argumento
de que la gravedad ejercida por cuerpos distantes, como
Plutón, por ejemplo, es ínfima. Este argumento
- desgastado, de tan usado - es constante en casi todas
las publicaciones y ataques de los escépticos contra
la astrología. Pero aún quien trabaja con
la teoria de la "influencia" jamás dice
que esta influencia tiene que ver con "fuerza gravitacional".
Los "influencialistas" dicen que se trata de
uma "energía no descubierta por la ciencia".
Particularmente no voy por este razonamiento, aún
así es preciso reconocer que los "influencialistas"
no hablan de "gravedad".
La cuestión estadística
Muchos astrólogos, pretendiendo defender
la astrología, se apoyan en el trabajo del investigador
francés Michel de Gauquelin. Gauquelin efectuó
una investigación a partir de 25.000 mapas de nacimientos,
agrupando jefes militares con destacada habilidad en su
área, exímios filósofos, campeones
deportivos, actores, escritores, entre tantas otras actividades.
A partir de esta pesquisa estadística, inicialmente
objetivando negar los fundamentos astrológicos
(siedo contratado para esta finalidad por el observatorio
de París), un sorprendido Gauquelin se encontró
con una incidencia especialmente alta de posicionamentos
planetarios que se repetían en una proporción
que iba mucho más allá de la mera casualidad.
Identificó, por ejemplo, que una tasa notable de
militares tenía al planeta Marte en el Ascendente
al momento del nacimiento, o al mismo planeta angular
al Mediocielo.
Gauquelin avanzó con las pesquisas,
investigando entonces el tema de la "herencia astral".
Partiendo de un conjunto de 30.000 comparaciones de temas,
el investigador afirmó que los bebés solían
nacer en el momento de la ascención o culminación
del mismo planeta que nacía o culminaba cuando
nacieron sus padres, y esa tendencia era aún más
acentuada cuando el planeta estaba presente tanto en el
nacimiento del padre como de la madre. Tales pesquisas
fueron convaliadas por el comité científico
de Bélgica y consideradas totalmente válidas.
Algunas cuestiones, igualmente, deben ser
tenidas en consideración: el medio astrológico
brasileño peca en validar las pesquisas de Gauquelin
sin repetirlas, y termina pecando por deshonestidad intelectual
involuntaria, pero no por eso menos peligrosa. Quien repite
las pesquisas llega a conclusiones diferentes de aquellas
alcanzadas por Gauquelin, lo que nos lleva a pensar: ¿estaba
Gauquelin secretamente comprometido con un deseo de comprobar
la funcionalidad de la astrología, de modo que
"forzó" los resultados? La experiencia
demuestra que no: aunque las repeticiones de las pruebas
llegaron a resultados diferentes de los alcanzados por
Gauquelin, todas las pesquisas estadísticas en
astrología nos remiten a resultados que están
muy por encima del promedio de "pura coincidencia".
El problema es que las pruebas no se "confirman",
demostrando apenas resultados elevados que varían
mucho de investigador e investigador.
Un ejemplo que ilustra bien el fenómeno
es el de la investigación sobre homosexualidad
masculina, realizada inicialmente por el astrólogo
norteamericano Karl Roberts y posteriormente repetida
por mi, en Brasil.
En contacto con Roberts, al final de los
‘90, me encontré con un astrólogo entusiasmado.
El había levantado una estadística cubriendo
dos mil mapas de hombres que se definian como "homosexuales",
y a partir de esta estadística percibió
una incidencia de más de 75% de mapas con aspectos
angulares entre los planetas Venus y Urano, a saber: cuadratura
(90° de distancia angular entre los dos planetas),
oposición (180° de distancia angular) y conjunción
(10° máximos de distancia angular). Tales "aspectos"
se repitem unas cuatro veces al año, y duran algunos
días. Convengamos, 75% es una tasa muy alta para
ser "mera coincidencia".
Repitiendo la experiencia
en Brasil
Como considero que un mínimo de espíritu
escéptico es esencial para la investigación
astrológica, resolví repetir la experiencia
con la misma muestra cuantitativa: dos mil mapas de hombres
homosexuales. Vale destacar que, en esta época,
yo consideraba interesante "probar" la astrología
dentro del molde de las llamadas "ciencias exactas",
pues creía que tal "encaje" sería
posible y válido para nosotros los astrólogos.
Habiendo repetido la experiencia (con dos
mil mapas seleccionados al azar, pero siempre de hombres
llamados "homosexuales"), no quedé muy
sorprendido al no encontrar una incidencia anormal de
aspectos Venus-Urano. La tasa por mi encontrada se limitó
al 25%, que puede ser clasificada como "mero azar".
Todavia, me encontré con un porcentaje notablemente
grande (iguales 75%) de aspectos angulares entre Venus
y Saturno del mismo orden: cuadraturas, oposiciones o
conjunciones.
La primera cuestión que viene a la
mente del lego o del escéptico es: ¿quien
está equivocado? ¿Quien está en lo
cierto? Las respuestas, pienso yo, demandan un poco más
de cuidado: primeramente, vayamos a Sigmund Freud, que
en su vasta obra deja claro que hablar de "la homosexualidad"
es un sinsentido, ya que dos sujetos homosexuales son
tan diferentes entre si como dos sujetos heterosexuales.
La única cosa en común entre dos hombres
homosexuales muchas veces no pasa del "objeto de
placer" (otro hombre), y asimismo se puede afirmar
que ellos no apreciarán el mismo objeto por los
mismos motivos, ni tampoco de la misma manera. Freud demostró
en sus investigaciones que no había un "patrón
de carácter" distintivo, ni nada que explique
universalmente la homosexualidad masculina: hay homosexuales
con excelentes relaciones con sus padres, otros con relaciones
conflictivas, hay homosexuales con identidad de género
femenina, otros con identidad de género masculina.
Identificar un hombre homosexual via astrología
demandaria un camino opuesto: identificar a los heterosexuales.
Podemos hablar, por lo tanto, de homosexualidades, tanto
cuanto se puede habler de heterosexualidades.
Aunque Freud no haya estudiado astrología,
como lo hizo Jung, la gran contribución al pensamiento
astrológico viene - inintencionadamente - del padre
del psicoanálisis: cada sujeto es único,
y cada caso demanda una investigación aparte. Cualquier
especie de generalización, en lo tocante al género
humano, incurre en error. Y la astrología se pauta
en mapas astrológicos, y no en signos solares o
ascendentes. Cada mapa astrológico es una constelación
única, y esta constelación es un conjunto
de significantes que puede asumir los más diversos
significados. Los significados no vienen "hechos",
"filtrados" o "automáticos",
sino que son construidos por el sujeto. Y en este proceso
de construcción de significados los resultados
observables, comportamentales y que se configuran en forma
de "destino" son múltiples y dependen
de una serie de factores: ambiente, educación,
cultura.
Suponer que la astrología trata de
nuestras "predisposiciones naturales" constituye
un craso error. Nada en el ser humano es natural, espontáneo.
Somos criaturas de lenguaje. Sin lenguaje no somos nada.
Un bebé humano a quien nada se le enseñe,
no quedará en pie espontáneamente, ni se
pondrá a hablar. De este modo, hablar de "resultados
exactos" no es algo que se pueda esperar de una práctica
que lidia con sujetos en sus variaciones culturales. Esto
queda aún mejor demostrado cuando nosotros reportamos
nuevamente la investigación de los homosexuales.
Por más que Karl Roberts haya escogido
"al azar" sus dos mil homosexuales en la pesquisa,
estos hombres vinieron de un contexto cultural específico,
de una época específica, a saber: final
del siglo XX en California. El obtuvo un "tipo"
específico de homosexual, diferente del "tipo"
que yo obtuve explorando una realidad brasileña.
Cuando nosotros identificamos al sujeto Venus-Urano como
"contestatario, sintiendo placer al chocar con el
medio circundante" (y tales cualidades obviamente
no se limitan a un sujeto de elección homosexual),
en cuanto al tipo brasileño homosexual con Venus-Saturno,
que es descripto como "con sentimiento de culpa por
su propio placer, afectivamente reprimido y dado a confundir
amor com sufrimento" (y tenemos, obviamente, muchos
heterosexuales con tales características). Como
vemos, ambas investigaciones revelaron una realidad homosexual,
pero no "la realidad completa", porque no cabe
a la astrología establecer verdades únicas
y exógenas al sujeto.
La revisión epistemológica
Conforme nos cita A. C. Grayling, de Oxford
(traducción del filósofo Paulo Ghiraldelli
Gr.):
La epistemologia, también llamada
teoría del conocimiento, es una rama de la filosofía
interesada en la investigación de la naturaleza,
fuentes y validez del conocimiento. Entre las cuestiones
principales que ella intenta responder están las
seguientes. ¿Que es el conocimiento? ¿Como
lo alcanzamos? ¿Podemos conseguir medios para defenderlo
contra el desafío escéptico? Esas cuestiones
son, implícitamente, tan viejas como la filosofia,
de hecho su primer tratamiento explícito ha sido
encontrado en Platón (427-347 AC), en particular
en el Theaetetus. Pero primordialmente en la era moderna,
a partir del siglo XVII en adelante - como resultado del
trabajo de Descartes (1596-1650) y Locke (1632-1704) en
asociación con la emergencia de la ciencia moderna
- que la epistemología ha ocupado un plano central
en la filosofía.
La definición dada al término
"conocimento" es la de que es una creencia verdadera
justificada. A primera vista tal definición se
aplica al conocimento astrológico, que puede ser
verificado en la propia práctica clínica.
¿Lo que se infere del sujeto de aquella determinada
"constelación planetaria" es verdadero
o se reconoce como falso? Siendo determinado como verdadero
por el propio sujeto, es sabido que las afirmaciones parten
de una justificación contenida en el tema astrológico.
No viene "de la nada".
La astrología se topa, todavia, con
la problemática de las cuestiones erradas - levantadas
tanto por los escépticos como por los astrólogos.
Si considerarmos que las posiciones planetarias son significantes,
y que tales significantes poseen una "cadena deslizante
de significados", no se puede esperar, por consiguiente,
que un mismo significante tenga un mismo significado para
todos los seres. Aunque los significados sean distintos,
ellos guardarán entre si un eslabón analógico
- no son "la misma cosa", pero guardan la misma
carga simbólica. Hablar de una astrología
en que las posiciones planetarias conducen a un y apenas
un significado es lo mismo que crear una "astrología
psicótica" - puesto que en la psicosis no
hay interpretación, no hay metáfora, hay
apenas literalidad.
La pregunta justa en astrología,
entonces, no debería ser " ¿qué?"
y si "¿cómo?". Si yo pregunto
"¿que voy a ser?", se espera de la astrología
una respuesta que nos retira totalmente de la posición
de sujetos deseantes. Pasamos a ser simplemente "objetos
del cielo". La respuesta esperada termina siendo:
"usted será médico", o "usted
será homosexual", o aún "usted
será economista". Tales respuestas, evaluadas
con honestidad intelectual por los propios astrólogos,
incurren en diversos errores, además de transformar
la astrología en simplemente una más de
entre tantas "tiranas de la verdad" que ensorbecen
al mundo. Dictámenes externos de la verdad, que
nunca son la del sujeto. Este fue, según pienso,
el error de Gauquelin: buscar "el qué",
como si los hombres fuesen una especie de producto-en-serie
de los cielos.
Cuando yo considero el "cómo",
me veo devuelto al papel de sujeto que hace elecciones.
Yo decido ser médico, ingeniero, escritor, o cualquier
cosa que yo resuelva ser, y pregunto a la astrología:
¿como sería yo si fuera médico? ¿Como
sería yo si fuera ingeniero? Descubrir este modo
es parte del propósito del lenguaje astrológico.
Volvamos a Gauquelin y a sus descubrimientos
del "efecto Marte" que, según él,
sugerían "beligerancia y propensión
para las artes de la guerra". Eso se puede traducir,
obviamente, en un militar. Pero suponer que sólo
es posible esa traducción es una psicosis astrológica.
Podemos encontrar, con el mismo posicionamento, amas de
casa extremadamente determinadas, decididas, firmes, agresivas.
Podemos encontrar filósofos contestatarios, asertivos,
guerreros. Podemos encontrar líderes de pandillas,
o cualquier otra actividad en que la cualidad guerrera
marciana sea aplicable.
No todo jardinero
de cementerio tiene un aspecto Venus-Saturno
La astrología clásica nos habla que personas
muy escorpianas son excelentes excavadores y mineros.
Podemos expandir los significados y pensar en la profesora
de enseñanza media que "minaba" el conocimento
de sus alumnos, llevándolos a las "profundidades
subterráneas" de sus mentes. Dícese
también que Venus en aspecto con Saturno produce
un buen jardinero de cementerio. ¿Y que hace un
jardinero de cementerio? Lleva belleza a un ambiente triste.
Podemos encontrar esta habilidad en incontables profesiones.
Se atribuye a Aries la cualidad de pionero: pero no todo
ariano descubre cosas nuevas, aunque es notable el abordaje
casi siempre contestador de este tipo zodiacal cuando
se encuentra muy presente en un mapa.
El problema es que los astrólogos
se ponen en una posición ambigua: al mismo tiempo
en que critican las ciencias exactas, parecen ansiar ser
reconocidos por ellas, del mismo modo que un adolescente
contesta a su padre, por más que lo que desea es
su admiración. La comparación tal vez sea
infeliz, una vez que la astrología es inmensamente
más antigua que las ciencias exactas, tal vez sea
esta la cuestión cómica que hay detrás:
el padre queriendo ser aceptado por su hijo, que supuestamente
"sabe más".
Si cada posicionamiento es un significante
con una cadena deslizante de significados, ¿que
tenemos? Múltiples manifestaciones dimensionales
que irán variando de acuerdo con la educación,
el ambiente, las oportunidades, la época en que
la persona nació. Los significados son construidos,
no vienen "hechos", "filtrados" ni
son "automáticos".
Desde mi posición como astrólogo,
el mapa no es el espejo del "ser" de la persona.
Mi lado "estudiante de Filosofia" obligatoriamente
ya me llevaria a cuestionar: ¿que es "ser"?
Para mi, la astrología es el contenedor donde el
alma se derrama. Este mapa no habla de "quien"
soy yo, sino de la "forma" que yo asumo ¡cuando
resuelvo "ser" lo que quiero que sea!
Esta respuesta ciertamente no dejará
satisfechos a los escépticos radicales, cuyas ideas
en relación a la astrología se limita a
considerarla una forma de adivinar resultados exactos
para todas las cosas, como si el saber astrológico,
al basarse en la matemática, tuviese resultados
"naturales", como 1+1=2. Particularmente, pienso
que un gran paso será dado cuando el medio astrológico
simplemente no se preocupe tanto con las críticas
escépticas, que en general parten de presupuestos
equivocados. Otro paso igualmente grande será dado
cuando finalmente entendamos que nuestro saber es un saber
humano, y que la astrología trabaja con significantes,
y no con significados instantáneos. En general
se habla mucho de la posible ayuda que la astrología
aportaría a la psicología o al psicoanálisis.
Mi posición es un poco diferente: el psicoanálisis,
eso si, tiende a aportar un gran auxílio para un
mejor entendimiento de la astrología. Lo que no
significa "mezclar" las cosas, el lugar del
analista no es exactamente el mismo lugar del astrólogo,
a pesar de que ambos lugares contienen intersecciones.
Ambos - astrólogo y analista - pueden ser encarados
como auxiliares en el proceso de resignificación
de sus "clientes". Una persona puede comprender,
a partir de ahí, que su existencia tendrá
el significado que ella pueda dar, y que estos significados
pueden ser continuamente reconstruídos.
Sobre el escepticismo
La tentativa de refutación de los
argumentos de los escépticos es algo fútil,
por dos buenas razones. Los argumentos escépticos
contra la astrología son más fuertes no
cuando buscan probar que el astrólogo es ignorante
sobre alguna cuestión (los viejos y repetidos argumentos
de que nosotros, astrólogos, suponemos que la Tierra
es el centro del Universo, o que creemos que la Luna es
un "planeta", o que desconocemos el significado
de "fuerza gravitacional", entre tantas otras
ridiculeces) más, si, cuando nos piden que justifiquemos
nuestros "vaticinios astrológicos". Según
cita Grayling, "Un desafío para que justifiquemos
algo no es una afirmación o una teoría,
y no puede ser refutado; puede solamente ser aceptado
o ignorado".
Grayling continúa, sugiriendo:
"Una vez que el escéptico
ofrece razones por las cuales la justificación
es requerida, la respuesta podría estar en la inspección
de esas razones y así ver si el desafío
precisa ser enfrentado. Tal cosa, ciertamente, es una
buena respuesta al escepticismo. Si las razones son convincentes,
la próxima buena respuesta es intentar enfrentar
el desafío."
La cuestión es: ¿cual es el
desafío que los escépticos nos proponen?
¿Son desafíos válidos? ¿Esos
desafíos tienen que ver con el saber astrológico?
Como regla, los desafíos de los escépticos
se basan en una idea equivocada que tienen acerca de la
astrología. Sugieren que "adivinemos"
los signos solares de algunos individuos, cuando en verdad
la astrología no se basa en signos solares. Sugieren,
en tests "más avanzados", que adivinemos
las profesiones de las personas de acuerdo con sus cartas
astrológicas. Infelizmente, muchos astrólogos
caen en el error de aceptar esas propuestas, que por si
mismas ya nacen equivocadas. La tentativa de "adivinar
profesiones" de acuerdo con cartas astrológicas
incurre en el equívoco ya apuntado en este trabajo,
de suponer que el lenguaje astrológico posee significados
únicos o "qués". Aún así,
cuando la astrología obtiene resultados notables,
el comportamiento de los escépticos-tipo es tal
cual el de un fanático: tuercen sus narices y "ocultan"
la publicación de los resultados favorables a la
astrología. Son tan comprometidos con sus opiniones
que no se permiten cambiar de idea, ni aún delante
de las evidencias, sean ellas cuales fueren.
A mediados de la década del 90, fui
consultado por un adolescente de 17 años con dudas
acerca de la carrera que debería seguir. En esa
época, aún persuadido por la perspectiva
mecanicista de la astrología en que los significantes
indican significados únicos, miré su mapa
y vislumbré un gran comunicador. El razonamiento
astrológico estaba correcto: énfasis de
planetas en la tercera Casa, cúmulo planetário
en el signo de Géminis y una serie de otros factores
sugestivos. Ante mi suposición de que el joven
sería un excepcional periodista o comunicador,
noté una evidente atmosfera de desacuerdo. El quería
ser médico. Y así fue, se recibió
de médico. Dentro de la medicina, actúa
como un comunicador del área: tiene un programa
de TV donde habla sobre profilaxis médica, escribe
una columna en un diario y se convirtió en un notable
profesor de medicina.
Se ve, a partir de esta experiencia, el
cuidado que debemos tener: el razonamiento puede ser correcto,
pero la fundamentación filosófica puede
estar errada, si consideramos al hombre como un objeto
del cielo, y los aspectos astrológicos como "significados
unívocos".
Los "tests" propuestos por los
escépticos incluyen, en la mayoria - para no decir
en todos - una idea psicótica de la astrología:
en la que es posible, por ejemplo, decir cuales individuos
tendrán problemas cardíacos o cuales serán
homosexuales o jugadores de fútbol. Infelizmente,
algunos astrólogos tienen esta misma idea, de modo
que crean el campo perfecto para ser prácticamente
"destruidos" por los detractores de la astrología.
Respuesta a los escépticos
Gilbert Ryle (1900-1976) estableció
una refutación lógica al decir que el error
escéptico está en el hecho de que, si la
verdad completa de las cosas nunca es alcanzada, podríamos
estar siempre equivocados. Pero la falla escéptica
no es esa. El escéptico pregunta como, dado que
algunas veces erramos, podemos negar la posibilidad de
estar equivocados en qualquier ocasión del razonamiento.
La falla escéptica está en esperar de la
astrologia, una ciencia humana, un retorno exacto, tal
como cuando el hidrógeno inexorablemente se transforma
en agua al combinarse con el oxígeno.
Vale decir que existen dos tipos de escepticismo:
el metodológico, útil a la astrología,
en que las afirmaciones son observadas y testeadas. Un
astrólogo que cree en todo lo que lee en los libros
es un mal pensador. Pero existe el escepticismo problemático
que, igual que el comportamiento religioso más
fervoroso, no acepta nada que no pueda proveer un retorno
exacto.
Kant (1724-1804), por intermedio de su obra
Crítica de la Razón Pura (1929), presenta
una posible solución para dicho escepticismo problemático.
Según Kant, nuestras mentes imponen una estructura
de conceptos interpretativos sobre nuestras sensaciones,
algo similar a lo que Robert Anton Wilson llama de "realidades-túnel".
Es a partir de la interacción de nuestra capacidad
de interpretar con dicha "realidad" que transformamos
las cosas en experiencias propiamente dichas. Todas nuestras
experiencias, consideradas como "exteriores"
a nosotros, se definen como experiencias de un mundo estructurado
espacialmente, y toda nuestra experiencia interior es
de un mundo temporalmente estructurado. Tenemos entonces
"datos espacio-temporales", y la carta astrológica
es creada a partir de datos espacio-temporales: el lugar
donde me encuentro, el cielo a partir de ese punto de
vista, y el momento en que vine al mundo, así como
sus características sociales únicas, su
zeitgeist, por así decir. De este modo, según
Kant, nuestras mentes imponen categorías y conceptos
que hacen que la experiencia sea posible dando a ellas
su carácter determinado. Y aqui está la
respuesta de Kant: si el escéptico pide que justifiquemos
nuestras afirmaciones de conocimento, nosotros así
lo hacemos disponiendo esos hechos sobre como la experiencia
es constituida. Y ni los escépticos escapan de
eso, con las preguntas que hacen y con sus "formas
de ver".
Un cuestionamento escéptico típico
en relación a la astrología es acerca de
la creencia en la existencia de una "fuerza planetaria
invisible". Si no todos los astrólogos adhieren
a la teoría de la "influencia", y se
apoyan en la teoría de la sincronicidad, no hay
desafío. Ellos quieren que probemos que la astrología
se trata de una ciencia exacta, pero si nosotros mismos
no la clasificamos de este modo, ¿que desafío
puede haber? Y ante los astrólogos que buscan para
la astrología el innecesario status de "ciencia
exacta", yo mismo - astrólogo que soy –
me transformo en escéptico y yo mismo los desafío:
que lo prueben. Prueben que somos "objetos del cielo"
y que los aspectos planetarios nos conducen a apenas un
significado previsible. Prueben que es posible "adivinar"
quien será médico, enfermero, juez, prostituta
o psicópata. Un análisis minucioso (hecho
por mi) del mapa de los más más famosos
psicópatas del mundo no demostró ningún
aspecto en común que "indicase" la psicopatía,
ya que tal rasgo no es "natal" en el sentido
de ser "inherente a los cielos", puesto que
antes es el resultado de una multitud de factores. Lo
que se percibió, en el caso de los mapas de psicópatas,
es que el estilo de sus crímenes correspondía
a sus mapas. John Wayne Gayce, el payaso asesino, tenía
un cúmulo planetário en Sagitario y en Piscis
– él decía que mataba a los niños
para que no sufriesen en el futuro, un "argumento
compasivo" para sus crimenes. Jeffrey Dahmer seducía
de forma cortés a sus víctimas, siendo elegante
y atrayéndolas, en conformidad con el ascendente
Libra. El "crimen en sí" no estaba en
la carta, apenas el estilo. Si Dahmer o Gayce no fuesen
psicópatas, aplicarian el mismo estilo a otras
cosas, y entonces volvemos a mi definición de astrología
como un contenedor donde el alma se derrama: quien soy
yo cuando resuelvo ser cualquier cosa que sea.
Según Berkeley, el escepticismo se
basa en la idea de que existe solamente un mundo "material".
Ahora bien, "mundo material" significa "hecho
de materia", y "materia" es un término
técnico que supuestamente denota una substancia
detectable sensorialmente, tal como un color, una forma,
una textura. Berkeley amplió el concepto de materia
así entendido. El afirma lo obvio: que el mundo
material solamente existe porque hay un sujeto que lo
percibe. Y este "mundo material" sólo
puede existir porque el sujeto le dio este nombre. ¿Y
quien es este "sujeto que nombra" sino el alma?
¿Como podemos decir entonces que hasta las cosas
externas a nosotros sufren una lectura objetiva? ¿Como
defender la inmutabilidad de las propias leyes de la Física,
si de lo que disponemos es “nuestro entender”
de tales leyes, siendo que la propia Física continuamente
se recicla y pasa a abordar los fenómenos de una
forma en la que éstos no eran anteriormente abordados?
Volvamos entonces a Kant: toda percepción de la
realidad se traduce por la interacción del conjunto
espacial con el conjunto temporal. Si cambiamos el conjunto
temporal, tendremos otra lectura para la misma "realidad".
Si cambiamos el conjunto espacial, idem.
Es muy común que se interprete a
Berkeley erróneamente, suponiendo que él
niega los objetos físicos. No se trata de eso,
sino de considerar que:
1. Objetos físicos son colecciones
de cualidades sensibles.
2. Cualidades sensibles son ideas.
3. Ideas sólo existen si son percibidas.
4. Concluimos que la "existência de objetos"
consiste en ser percibidos. Y nuestra mente finita percibirá
la realidad limitadamente, sin alcanzar jamás la
"verdad completa".
Siendo así, ¿como podría
un escéptico, cualquiera sea, determinar la "naturaleza
de la realidad"?
Obviamente, muchos lectores acríticos
interpretan erróneamente a Berkeley, y suponen
que él dice que los objetos existen apenas en la
cabeza de las personas. La mejor manera de interpretar
a Berkeley es entendiendo que él habla acerca de
puntos de vista. O, parafraseando Aleister Crowley: una
rosa sólo es roja para nosotros, para una abeja
tendrá otro color. Y, en realidad, "rojo"
es el único color que la rosa no es, ya que ella
absorbe todos los colores y solamente la vemos roja porque
refleja ese rango del espectro.
Para el objetivo de nuestro trabajo, la
cuestión es que Berkeley buscó criticar
el escepticismo por medio de la eliminación del
supuesto abismo entre "experiencia" y "realidad",
proponiendo que experiencia y realidad son la misma cosa.
De este modo, el propio psicoanálisis se basa no
en la busqueda de la "realidad de la vida del sujeto",
y sí en las experiencias que este sujeto tuvo –
transformadas en reales para él, pero plausibles
de resignificación. Y la astrología no esquiva
la propuesta: no estudiamos el "cielo real",
pues no hay "cielo real", una vez que qualquiera
de ellos puede serlo, pero sí un cielo perspectivista,
el cielo del lugar y del momento en que nos encontrábamos
cuando nacimos. A partir de este razonamiento, cualquier
limitación de la astrología en un saber
"probado cartesianamente" la transforma en una
pálida sombra de lo que ella puede llegar a ser.
Dewey sostiene que el "modelo cartesiano"
hace al sujeto un recipiente meramente pasivo de experiencias,
un "objeto del cielo", como alguien sentado
en el cine asistiendo a la película de su vida;
pero nuestra visión es de una perspectiva participante
- somos actores en el mundo, y nuestra adquisición
de conocimento es el resultado de nuestros hechos en el
mundo.
El perspectivismo astrológico es
una herramienta mucho más poderosa para abordar
la realidad que lo que el propio escepticismo pretende
ser, pues se basa en la idea de que "conocimento
es verdad" son relativos a un punto de vista, un
tiempo, un lugar, un medio ambiente cognitivo o cultural:
el conocimento y la verdad, así entendidos, no
serán nunca "El Conocimento" o "La
Verdad". Y, de este modo, recuperamos nuestra posición
de "sujetos", y nos descubrimos capaces de resignificar
nuestras propias vidas – sin negar las "constelaciones"
bajo las cuales nacemos, sino aprendiendo a co-crear nuestras
propias experiencias; no más como "objetos
del cielo", y sí como seres deseantes en un
universo que no terminó de ser creado, y que aún
se encuentra en plena reverberación explosiva y
mágica de continua creación.
Referencias bibliográficas:
ZOJA, Luigi - "História da Arrogância"
(Editora Axis Mvndi)
JUNG, Carl - "O Segredo da Flor de Ouro" (Vozes)
WILSON, Robert Anton - "O Gatilho Cósmico"
(Madras)
GRAYLING, A C - "Epistemology" (tradución
de parte del texto por el filósofo Paulo Ghiraldelli
Jr.)
FREUD, Sigmund - "Três Ensaios Sobre a Teoria
da Sexualidade" (Imago)
KANT - "Crítica da Razão Pura"
(Acropolis)
Este trabajo esta dedicado a la memoria
de Maria Luigia Magnavita Galeffi (1920-2005), fundadora
de las facultades de Letras y Filosofia en Salvador. Ella
ayudó a crear universos.
Alexey Dodsworth
Traducción del portugués
por Alejandro Christian Luna
http://www.astrotranspersonal.com.ar/alexey.htm