No HAY problema ni duda alguna en recordar cuál fue el origen de
El pensamiento renacentista y sus fuentes. Poco después de que, en
1976, Paul Oskar Kristeller completara la conferencia final de "La
literatura filosófica del Renacimiento", un curso para graduados muy
popular, que a partir de 1939 había impartido en la Universidad de
Columbia casi cada dos años, le pregunté lo obvio: ¿No le interesaría
ahora, dado el. ocio relativo que su jubilación le permite, preparar el
estudio definitivo sobre la filosofía renacentista? Su reacción fue inme·
diata y reveló en ella una cierta sorpresa: desde luego que no, replicó.
No estamos --con esto se refería al grupo de especialistas en el tema
listos para llevar a cabo tal empresa. Quizá tu generación esté prepa·
rada para ello, agregó un tanto juguetonamente, pero no la mía. De
cualquier manera, cualquier cosa que sobre el tema pudiera decir estaba
ya publicado. Es una lástima, pensé, pues los ensayos a los cuales se
refería se encontraban dispersos y algunos incluso fuera de circula
ción, aparte de que ninguna obra por sí sola permitía una visión totali·
zadora del pensamiento renacentista y sus fuentes, como la que él había
logrado en su curso para graduados.
Dos acontecimientos ocurridos en 1977, casi simultáneamente, die
ron nueva vida a mi esperanza de tener un texto general. Una mención
casual de esta idea a John D. Moore, encargado general de la Columbia
University Press, llevó a cabo una serie de pláticas y, a la larga, al
planteamiento de una propuesta; en el mientras, la carta de un editor
inglés al profesor Kristeller, en la cual le preguntaba a éste si no esta·
ría interesado en reimprimir algunos títulos agotados, se unió a lo
anterior y de ambos sucesos se derivó la idea de este volumen y del
plan para su publicación.
https://vburgos.online/PDF/Kristeller-El-pensamiento-Renacentista-y-Sus-Fuentes.pdf
Desde hace tiempo llama mi atención la cantidad de personas que se sienten atraídas por propuestas que tienen un carácter marcadamente oriental. Entre familiares, amigos y conocidos, me encuentro con muchos que emplean su tiempo en asistir a actividades como el yoga, la meditación o el mindfulness. Además, es llamativo que la mayoría que realiza estas prácticas haya recibido una formación cristiana, en concreto, católica, y muchas de ellas son practicantes. Sentí curiosidad por esta especie de "moda" y me informé para ver si estaba relacionada con otro fenómeno que ha tenido un enorme éxito en los últimos años: los centros de terapias de salud y bienestar y las terapias alternativas a la medicina tradicional. Enseguida me di cuenta de que, en torno a estas dos realidades, había cierta curiosidad por lo misterioso y lo espiritual. Se realizaban Congresos y ferias de esoterismo a las que acudían todo tipo de personas atraídas por la lectura de las cartas, la astrología y los amuletos que prometen trabajo, salud o, simplemente, energías positivas. Al final, me pregunté si "esas ofertas" eran también una moda, una extravagancia o si, por el contrario, había algo más detrás de toda esa parafernalia. Obviamente, seguí explorando y me encontré con algo sorprendente: todas estas prácticas y aficiones tenían un denominador común, Nueva Era. Conocía algo de este "movimiento", los discos de Vangelis, Enya, comentarios de distinto signo y poco más. En esta coyuntura, me di cuenta de una cosa que superaba, ampliamente, mi curiosidad inicial: se trataba de una mentalidad distinta a mi forma de entender la realidad y la vida. Además, este modo de enfocar las cosas estaba por todas partes, en la filosofía, en la psicología, en la educación… y había calado, más o menos, en la vida de muchas personas sin que me hubiera percatado de su magnitud.
https://www.academia.edu/45435551/Nueva_Era_el_silencio_de_Dios
Todas las sociedades humanas han tenido conocimientos y creencias astronómicas, si por eso se entiende que establecieron formas sistemáticas de mirar el cielo para encontrar pistas, o causas, de los aconteceres terráqueos y su devenir. También depositaron este conocimiento en un grupo determinado de personas. Establecieron rituales de adivinación. Trazaron maneras específicas de acceder a este conocimiento, de distribuirlo, de emplearlo, de combinarlo con otros tipos de conocimiento, de volverlo parte de la vida cotidiana o su más extraña excepción. En Babilonia y Asiria la astrología constituía el culto oficial de Estado y de aquí datan los primeros registros documentados (las tablillas conocidas como Enuma anu enlil). Tres mil años más tarde, el presidente Ronald Reagan consultaba a la astróloga Joan Quigley sobre cuál era el mejor momento para dar un discurso o para encontrarse con mandatarios extranjeros. En mayo de 1988 la revista Time tituló: “¡Dios santo! ¿Una astróloga establece la agenda del Presidente?”. Quigley se encogió de hombros. La astrología es una ciencia, afirmó. Existe una historia legitimada, enciclopédica. En su usanza occidental, los primeros registros astrológicos proceden de las culturas caldea y babilónica. En la Antigüedad, se practicó en Egipto, Grecia, India y Persia. Los griegos aportaron el sistema astrológico que perfeccionarían los romanos, y los primeros cristianos siguieron la tradición. La práctica se reintrodujo con fuerza en la Alta Edad Media y alcanzó su esplendor durante el Renacimiento. Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Gerolamo Cardano y Tycho Brahe fueron algunos de quienes pretendieron darle una base científica. El Siglo de las Luces se los tragó a todos y por fin la astronomía moderna se desprendió de la superchería astrológica (unos cuantos cientos de años después de que el astrónomo persa Abu Rayhan Biruni, en el siglo XI, estableciera una distinción semántica entre astronomía y astrología). Desapareció y reapareció en los siglos XIX y XX. Entró en los diarios, la radio, la televisión. En 1975 los Premios Nobel ya la objetaban. En el siglo XXI el sincretismo había triunfado: se puede creer en todo, aunque se contradiga entre sí.
"Los Orígenes Astrológicos" es una obra de Cyril Fagan que explora la historia y desarrollo de la astrología occidental, especialmente los detalles de los signos y constelaciones. Fagan descubrió que los grados de exaltación planetaria, utilizados en la astrología tradicional, se originan en el zodiaco de las constelaciones, no en el de los signos, con una fecha de origen aproximada de 786 a.C
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El tema de este libro es el efecto que el Cosmos ejerce
en la vida humana; es un tema que siempre ha obsesionado
la imaginación del hombre. Seguiremos aquí la historia de
las ideas que han sido aceptadas sucesivamente, desde los
primeros modelos astrológicos hasta los más recientes des-
cubrimientos de la ciencia moderna. Parece ser que existe
una contradicción básica entre las interpretaciones mági-
cas de los siglos pasados y las actuales explicaciones racio-
nales; y, sin embargo, en realidad, a pesar de las eviden-
tes diferencias, ambas se unen con sólida consistencia. Es
el hombre mismo quien há creado esta unidad en su cons-
tante búsqueda de una respuesta al secreto del lugar que
ocupa en el Universo.
El texto está en portugués. https://ia801505.us.archive.org/33/items/o-zodiaco-da-vida-a-polemica-sobre-a-astrologia-do-secul...