lunes, 20 de febrero de 2017

La Prosperidad y la Riqueza, Técnicas y Métodos Antiguos.Por Juan Verdera Grimany








Juan Verdera Grimany

El tema de la prosperidad siempre ha sido uno de los mas llamativos debido al impacto que en la vida tiene, por esta razón los sabios antiguos se afanaron en dilucidar con la mayor certeza posible métodos para acertar en sus pronósticos.
 Actualmente estos métodos antiguos están en desuso o simplemente son desconocidos por una grana mayoría de astrólogos y estudiantes de la astrología. El por que de esta cuestión radica en que los textos antiguos no han sido conocidos por la gran mayoría de astrólogos renacentistas y por otra parte, cuando han sido revisados no ha sido comprendido a cabalidad las técnicas que estos proponían. Intentemos entonces explicar dichas técnicas y veamos como han de ser usadas.
 Doroteo de Sidon, el cual es una de las fuentes mas antiguas con las que contamos nos dice que:
 “Es necesario también observar el signo en el cual la Luna entra al tercer día desde el nacimiento del nativo, así esto debe ser conocido por el lugar de la Luna y por el señor de la exaltación y que planeta está asociado con ella y por su señor y por los planetas que la aspectan. Ello indicará al nativo porque, si es benéfico aspectando este signo, ello indicará primero la bondad de su formación (educación) y su buena fortuna.Y si son maléficos indicará su miseria”.

 Carmen Astrologicum Dorothei Sidoni, pag 171. D. Pingree 1976

 En este caso Doroteo pone de relieve el uso de un principio universal aplicado a la Luna para sacar provecho del mismo de manera particular. El principio básico radica en que cuando se produce la Lunación, la Luna no posee luz alguna y es sólo al tercer día cuando comienza a mostrar su luz. De igual manera, cualquier evento o ciclo, mostrará sus posibilidades al tercer día desde su inicio o planteamiento y es por ello que Doroteo nos muestra dicha técnica.

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En este tema la Luna al tercer día llega hasta los 15º de Aries, siendo el señor de su Exaltación el Sol. En este caso la Luna no nos revela gran cosa porque aspecta sólo a Júpiter en una casa cadente y a la parte de Fortuna pero además lo hace con Venus que transmitirá su luz al Sol en cuanto ingrese en el siguiente signo, además de esto, el Sol posee un aspecto de Trígono con Marte angular y en triplicidad y sus regentes de triplicidad son angulares que como veremos mas adelante muestran gran riqueza según las reglas legadas por Doroteo.

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El segundo aspecto a tener en cuenta es que por el señor de la exaltación o mediante él conoceremos la elevación del nativo, pero por que? Por que no tomar otro señor como el del signo o el de la triplicidad u otro cualquiera? La respuesta a esta cuestión es que Doroteo entiende que es la sociedad quien determina estas cuestiones y el indicador mas afín es justamente el señor de la exaltación, mostrándonos de esta manera si es aceptado o no socialmente y marcando si ésta le permitirá tomar un lugar en la misma. El señor entonces de la exaltación del lugar ocupado por la Luna nos dirá si existe aceptación, elevación, mediocridad o miseria. Lo buscado en este caso es si el señor de la exaltación mira a la Luna en dicho signo y por tanto ofrece su beneplácito o recepción para ofrecer el máximo de benefícios de dicha situación. Además de ello, los posibles aspectos en tal posición de los restantes planetas indicarán la ayuda u obstáculos para tal logro.
Luego de este planteamiento con sus diversas graduaciones, Doroteo nos plantea otra opción a tener en cuenta:
“Si tu encuentras el dodecatemorión (igualmente al tercer día) de la Luna con maléficos o aspectándolo, entonces esto es indicativo de infortuna para el nativo. Si tu encuentras la Luna vacía de todos los planetas y ninguno la aspecta, o no hay ninguno en el ascendente o lo aspecta (al ascendente), entonces este nativo estará vacío de bondad en su vida y poseerá (en cambio) dolor y dureza en sus ocupaciones o en lo que necesite.”

 Carmen Astrologicum Dorothei Sidoni, pag 171. D. Pingree 1976

En este caso, el uso de las dodecatemorias es llamativo para la obtención de un resultado similar, y es de notar que las dodecatemorias son muy usadas como complemento de lo indicado por un planeta en un signo, ya que éstas representan las diversas graduaciones que posee un signo y podríamos denominarla como “correcta afinación”, porque un signo no muestra igual fuerza o potencia en su totalidad y en cada sección requiere del apoyo del señor de su correspondiente partición para obtener su máximo. En este caso como en otros usos de las particiones también ha de indicarse que señores semejantes en naturaleza como puede ser los de triplicidad, también pueden ser beneficiosos aunque no sea el señor propiamente de la dodecatemoria.
Las dodecatemorias además de ser particiones a semejanza de los signos, suelen ser clasificadas en masculinas y femeninas. Así En Aries, la primera dodecatemoria sería de Aries (Marte) y masculina y la siguiente sería de Tauro (Venus) y femenina, por tanto no solo basta con que el señor de la dodecatemoria mire dicha partición para obtener un máximo sino que a ello se suma la idea de que una dodecatemoria masculina de día es mucho mejor que una femenina, siendo a la inversa de noche, pues las femeninas serán preferidas a las masculinas.
Es importante entender que son los planetas dueños de dichas dodecatemorias los que deben ser observados y no la partición misma en si, porque el espacio siempre posee un dueño y es dicho dueño quien dispone de tal espacio. Así pues en un tema cualquiera el señor de la dodecatemoria puede o no estar en dicho espacio, pero su ubicación, orientalidad con respecto al Sol, domicilio, exaltación y otras consideraciones serán un indicador de que tal cuestión se verá favorecida o perjudicada según sea el caso.
Los antiguos además de estas consideraciones añaden indicaciones para mirar los ángulos que se forman a partir de ellas y no solo dichos espacios a modo de ángulos sino que los regentes de dichos puntos son de vital importancia. Además de esto suelen ser combinadas con los señores de los términos y dichos señores ayuda y aumentan su poder cuando aplican al señor de la dodecatemoria, como por ejemplo un planeta a 6º de Aries, donde su dodecatemoria correspondería a Mercurio y el término sería de Júpiter, entonces los aspectos de Júpiter a Mercurio sería mas importantes en relación a dicha posición mas que ningún otro que pudiera recibir.


Dodecatemorias Planetarias

Pero no solo mediante el tercer día de la Luna observaba Doroteo la prosperidad del nativo, sino que mostró otros elementos que por su eficacia era muy reveladores de su técnica depurada. Un ejemplo de esto lo tenemos en su señalamiento de la Luna creciendo o menguando, pues en un caso indicará prosperidad y aumento y en el otro será indicativo de disminución y penurias. Aunque cabe destacar que en la práctica la Luna decreciendo ofrecerá bienes mas bien de tipo espiritual como podrían ser colecciones de libros, etc.
Doroteo señala de igual manera el uso del décimo lugar a partir de la Luna, pues él será indicativo de elevación y prosperidad:
– “Mira la Xº lugar desde la Luna; si tu encuentras un benéfico en ella, ello indica esplendor y bienes para el nativo, pero si encuentras un maléfico en ella, (encontrarás) disminución y daño de esto.”

 Carmen Astrologicum Dorothei Sidoni

Lo que puede ser inferido de este planteamiento es que las posiciones de los planetas también interactúan entre si, a partir del lugar donde están ubicados de igual manera en que se miran las casas y posiciones con respecto al Ascendente, mostrando prosperidad o impedimentos según sea el caso. Así la casa VIIIª a partir de cualquier planeta, será una casa de daño para lo indicado por dicho planeta, pero hemos de recordar que no solo por lo encontrado en dichas posiciones se percibe el designio, sino que la interrelación del señor de dicha casa con el planeta regente de la casa mirada, nos ofrecerá una información que de otra manera no sabríamos como buscar. Esta técnica como puede apreciarse es semejante a la de las casas derivadas, solo que más correctamente dilucidado, se toma la posición de sus señores y no la posición y derivadas de los espacios. A raíz de estas consideraciones otros autores posteriores denominaron a un planeta en la décima del otro “estar exaltado sobre el otro”, así un planeta en casa Iª está exaltado sobre uno en casa IVª y uno en VIIª lo está sobre uno en casa Xª.
Doroteo además de legarnos tales joyas, mostró un sistema que podría denominarse como el mas universal de todos y que fue eliminado por completo con el paso de los años, y los mismos autores persas y Judíos quizá no llegaron a comprender del todo o al menos no lo supieron explicar apropiadamente, aunque siempre remiten a la obra de Doroteo, lo cual podría ser una muestra de respeto quizá para dejar que fuese él mismo quien expresara el sistema. Me refiero en este caso al uso de los señores regentes de la triplicidad.

triplicidades_

Dichos regentes son capaces de revelarnos varios elementos de vital importancia. El primero de ellos se relaciona con la cantidad. Esto quiere decir que un planeta X en cualquier lugar del círculo que se encuentre, no mostrará la totalidad de su potencia o cantidades a no ser que los regentes de la triplicidad lo apoyen. La idea básicamente consiste en que los planetas en los signos (sean cuales sean) no posee la totalidad de la cantidad sino solamente un tercio de dicha cantidad. Estas cantidades se evidenciarán según la distancia que exista entre el ángulo hasta su caída en la casa cadente de dicho ángulo. Al haber 4 ángulos principales en un tema cualquiera, habrá entonces cuatro posibles posiciones de máxima fuerza y estas serán siempre las mas cercanas a dichas cúspides.
Lo siguiente a ser observado es que desde una cúspide hasta la siguiente este espacio es dividido en 6 partes proporcionales. Si hubiese 90º entonces cada 15º habría una graduación de cantidades. Lo importante en este caso es que la proporción se hará partiendo en 6 partes iguales.
A continuación para obtener la información que requerimos se requiere buscar la luminaria regente, lo cual será deducido en función del tiempo de nacimiento. Si la natividad o el evento es diurno, será el Sol quien será observado, en caso de ser nocturno el tema, será la Luna quien nos de la información correspondiente.
Los regentes de la triplicidad ofrecidos por Doroteo son como sigue, en lo casos nocturnos se intercambia el segundo regente por el primero y el tercero permanece invariable:
Fuego: Sol-Júpiter-Saturno Aire: Saturno-Mercurio-Júpiter Agua: Venus-Marte-Luna Tierra: Venus-Luna-Marte


Es importante que dichos regentes aspecten o bien a la Luna o bien al Ascendente o al regente del Ascendente o bien al Luminar prominente de día o de noche o bien al señor del Luminar prominente. Estas indicaciones son estrictas para que la información que ofrecen tanto los regentes de triplicidad o cualquier otro planeta indiquen la particularidad con respecto al evento o nativo observado, pues de lo contrario la información no hará referencia al particular sino que lo hará hacia cualquier elemento externo al nativo o evento observado. Esta es la manera en la cual lo Universal se aplica a lo particular y se manifiesta de manera específica, puesto que los Universales no se refieren sino a aquellos elementos Universales.
Luego de estas consideraciones Doroteo nos indica aquellos elementos que han subsistido en casi todos los tratados modernos tales como mirar al señor del Ascendente, de la casa Xª y al señor de la casa de la propiedad, la cual es la 2ª a partir del Ascendente, el señor de la casa XI, el señor de la VIIIª y de la Vª, etc…. sin embargo estas consideraciones últimas, sólo se refieren a las particularidades del tipo de ganancias y no a las cantidades. Así una persona con Venus en casa segunda hará que las ganancias sean fáciles, y provengan de aquellas cuestiones relacionadas con Venus. Esta consideración sin embargo no nos dice que cantidad o cantidades serán adquiridas por el individuo lo cual lo hará sin duda alguna los señores de la triplicidad de a Luminaria predominante. La escala de valores será entonces determinada por la angularidad de dichos planetas. Si dos de ellos están angulares y el tercero no, el individuo prosperará, si dos de ellos están sucedentes y el tercero no, el individuo prosperará menos pero lo hará.
Un detalle a tener en cuenta en estas consideraciones es que los regentes de triplicidad también nos hablan de los tiempos en que estas ganancias se producen, siendo el 1º regente el responsable del primer tercio de la vida, el 2º del segundo tercio y el 3º del tercero, con lo cual para poder determinar las épocas donde las ganancias se producirán será preciso saber cuanto vivirá el individuo y luego dividir dicho tiempo en tres partes iguales.
Además de estas consideraciones Doroteo también nos dice que si los regentes de la Luminaria dominante están en malos sitios pero la contraria está en buenas posiciones, la vida del individuo no se verá tan llena de pérdidas. En caso de que los regentes de triplicidad de ambas luminarias estén en malos sitios, la Parte de la Fortuna y sus señores será quien tenga la última palabra, porque lo mejor será si está en Domicilio, Exaltación, Triplicidad, Término o Faz y bien aspectado. Es aconsejable mirar al señor de la Rueda de Fortuna y no a la fortuna misma de la misma manera a como se efectúa con el Ascendente y su regente. Y esto será así en todos los casos tratados. La Luna en todos los casos nos indicará si la cantidad prometida aumenta o disminuye en función de la quincena en la cual esté, así una Luna menguante mostrará una cuarta parte del todo, una Luna Creciente mostrará el todo, la Luna Nueva mostrará la mitad y la Luna Llena (hasta la menguante) mostrará una tercera parte de lo prometido.
Vetius Valens por su parte nos muestra algunas indicaciones que son dignas de tener en cuenta con respecto al éxito y la fortuna. Haciendo uso de la Sizigia precedente al nacimiento nos dice:
 – “Si el signo de la Luna nueva o de la Luna llena o el regente de este signo está en el Ascendente o en el Medio Cielo, el nativo será afortunado. Si el Sol o la Luna o la mayoría de las estrellas son encontradas en el I.C, el nativo será distinguido y rico, pero las estrellas le arruinarán su vida terriblemente o se verá envuelto en odios, pleitos y calumnias.”

 Complete Anthology, libro IIº, Vettius Valens. Mark. T. Riley

He aquí un ejemplo de lo anterior según las indicaciones de Valens:

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Como se puede apreciar es uno de los puntos hylegíacos el preferido para definir la fortuna del individuo. Una vez mas es el regente de la Lunación es quien ofrece la información sobre la elevación y riquezas. Por otra parte, la idea de elementos nocivos en relación al ángulo del I.Coeli está determinado por su oposición a la casa Xª y por tanto se convierte en la casa VIIª a partir de esta, y dicha casa es la de los pleitos y litigios. La regla con respecto a planetas o posiciones vuelve a ser tenida en cuenta. Curioso, no obstante, resulta el hecho de que Valens no hable de la casa VII con respecto al regente del asunto tratado como hace Doroteo, lo cual nos muestra que muchas de las informaciones que poseía estaban quizá incompletas.
Otras consideraciones similares pueden ser deducidas de la posición y regentes de la Rueda de Fortuna, el Punto del Espíritu y otros elementos.
– “Si el Sol está en el Daimon, en su propia secta, y con el regente de su casa y en su propia casa, el nativo será distinguido, elegante y tendrá muchos amigos. Y si ocurre en otro lugar, el nativo será afortunado después de los cronocratores de su contrario.”
 – “Si los regentes del Daimon y de la Fortuna son encontrados en el lugar de la Base, con el regente de la casa en conjunción, el nativo será ilustre y renombrado.”

 Complete Anthology, libro IIº, Vettius Valens. Mark. T. Riley

En este caso Valens nos introduce en el uso de ciertas partes como la del Daimon, la de la Base o la Fortuna, las cuales ofrecen cuando menos información poco conocida sobre el uso de tales partes o lotes. La parte del Daimon es calculada de la siguiente manera:
– “Para los nacimientos diurnos ella es encontrada determinando la distancia desde la Luna hasta el Sol (y para los temas nocturnos, desde el Sol hasta la Luna), contando esta distancia desde el Ascendente.”

 Complete Anthology, libro IIº, Vettius Valens. Mark. T. Riley

Como se observa claramente, la parte del espíritu es a la inversa que la del cálculo de la Fortuna. Para la parte de la Base la fórmula nos la describe de la siguiente manera:
– “Esta es encontrada determinando la distancia desde la Fortuna hasta el Daimon (por el día) o desde el Daimon hasta la Fortuna (en temas nocturnos), entonces cuenta la distancia desde el Ascendente.”…..

 Complete Anthology, libro IIº, Vettius Valens. Mark. T. Riley

Las posibles combinaciones entre estos regentes y sus partes estando situadas unas encima de otras será entonces lo que determine la fortuna del nativo. Las fórmulas en este sentido son muy variadas y sugerentes. Unas empleando los regentes de las partes y otras combinando sus lugares, etc.
Por eso Valens una vez mas expresa lo siguiente:
– “Entonces, si los señores intercambian sus lugares- i.e. si el señor de la Parte de la Fortuna está en el lugar de la Parte de la Base, el señor de la Base está en el lugar de la Parte del Daimon, y el regente del Daimon está en el lugar de la Fortuna – el nativo es afortunado, real, o notable. Si el señor de la Base, está junto al regente del Daimon, en el lugar del Daimon, el nativo es afortunado y pensamiento elevado. Si los regentes del Daimon, la Fortuna y la Base están en sus propios sitios, en dicho caso igualmente, el nativo es afortunado.”

 Complete Anthology, libro IIº, Vettius Valens. Mark. T. Riley

Retorio al hablar sobre la riqueza y prosperidad del nativo señala como elemento sugerente el uso de la casa XI desde la posición de la parte de la Fortuna, además incluye al regente por término. Las diferentes maneras de observar y delinear estos elementos a veces son intercambiables aunque cada parte es significadora de un aspecto en particular de cada materia.


La idea de intercambiar elementos ha venido a ser uno de los grandes problemas legados del poco entendimiento con que los astrólogos posteriores han tratado el tema desde el renacimiento o quizá antes. Un término no es igual que una dodecatemoria y tampoco son semejantes al signo o a las faces o decanatos, aunque se haya transmitido de tal manera. Así las dodecatemorias como antes hemos indicado poseen una naturaleza por una parte dual, relacionado con lo masculino y lo femenino, con lo diurno y lo nocturno y por tanto su vínculo es directo con las luminarias. Por otra parte funcionan como armónicos de los signos y por tanto reflejan la influencia de sus señores. Lo mas común dentro de las fórmulas donde se usan las dodecatemorias es ubicar la de los dos luminares por estas mismas cuestiones, aunque es extensible al resto de planetas. Lo mas común es buscar el atestiguamiento mediante aspectos de los regentes mismos de dichas particiones, sobre todo por conjunción. Un ejemplo dentro del tema tratado es el siguiente:
– “Si la dodecatemoria de la Luna está en trino con ella, esto significa persona renombrada; pero si está en oposición a ella, indicará persona ignominiosa (sin fama).
 – Si la dodecatemoria de Saturno cae en el lugar de Júpiter, el tendrá controversia con su rey, pero si cae donde Marte, entonces se verá envuelto en muchos procesos judiciales, y si es en el de Mercurio el se verá afligido por los hijos y hermanos;y si es en el de Venus, se verá afligido por las mujeres; si es en el Sol, el perjuicio vendrá por la salud de los padres o algo semejante para el padre mismo.

 Retorius the Egyptian, 60, James Herschel Holden

En su introducción a las dodecatemorias Fírmico afirma lo siguiente:
– “Algunas personas piensan que por medio de estas puede ser encontrada la esencia completa de la carta y ellos claman que todo aquello que está oculto en la carta puede ser revelado por las dodecatemorias.”

 Matheseos Libri VIII, xiii, Firmico Materno

Estas consideraciones ponen de relieve la importancia que se les otorgaba dichos puntos con lo cual deberían ser re-examinadas. Un elemento que escapa a la explicación de los antiguos radica en que los puntos de cuadratura, trígono y oposiciones son relevantes porque los planetas regentes de las dodecatemorias correspondientes a dichas partes serán mucho mas críticos que cualquier otro de manera similar a los señores de las casas. Si ocurriera que La Luna está en una dodecatemoria de Saturno por ejemplo, y en su opuesto se ubica la de Venus, un aspecto con Venus podría ser fatal mas que cualquier otro, de manera semejante a cuando el Reg de Ascendente aplica al regente de la casa VIII o la XII. Lo mismo puede ser deducido de los demás aspectos. La idea finalmente que se intenta transmitir es que aquello oculto a la vista de las diversas combinaciones de la carta, puede ser descubierto y se hace obvio mediante el uso de las dodecatemorias y sus términos correspondientes.
Por otra parte Fírmico nos revela el funcionamiento de otra técnica, esta vez basada en las Faces o Decanos, lo cual no ha tenido continuidad como en los casos anteriores. Expliquemos en que consiste esta manera de encontrar la fortuna mediante esta técnica ancestral.
La idea básica consiste en que cada signo posee tres decanos o Faces, pero dichos decanos no dotan de poder a un planeta en su totalidad de grados sino sólo en algunos de los 10 que pose. Los grados a los que se refiere Fírmico son denominados como grados llenos o vacíos y en la tradición trascendieron con otros nombres y nomenclaturas.
Cuando un planeta está en propia Faz, sólo adquirirá la potencia del decano siempre que esté en los grados llenos, si no es así, su poder no será manifiesto. Por otra parte no solo la propia faz resulta eficiente sino que el planeta puede estar en una Faz que corresponda a su propia triplicidad, exaltación o un planeta amigo, aunque esto último en menor medida.
Una vez sabido esto, Fírmico indica que deben ser revisados los Luminares y los otros cinco planetas restantes y afirma que si son encontrados en dichos puntos la fortuna del nativo será máxima, sobre todo si el Ascendente posee similar configuración. Con sólo un planeta en dichos grados (y Faz) será mediocre, quien tenga dos se aproximará a cierta cantidad de buena fortuna, con tres la fortuna será buena mas allá de lo común, con cuatro su riqueza será mucha como los reyes y mas allá de esto indica que no es posible alcanzarlo en carta humana alguna.
Esta manera de clasificar la fortuna también es extensible a los cinco puntos Gilegíacos pero además es posible aplicarlo a los diversos regentes de el Ascendente, siendo estos el regente del signo, el regente de exaltación, de triplicidad, del término y finalmente de la Faz. Así mismo es posible aplicarlo a otras cúspides con resultados sorprendentes. Así Fírmico nos dice:
– “En manera similar el Medio Cielo en grados vacíos predice carencia de éxito, pero en grados llenos indica toda clase de fortalezas y esto es válido para cualquier otra casa. Lo mismo es verdad sobre la Parte de la Fortuna, el regente de la carta, y aquellos que determinan la ocupación. Para todos estos, incluso estando ubicados en casa favorables, si no están en “grados llenos” perderán su poder. Pero si están en grados llenos, ellos garantizarán mas firmemente todo aquello que prometan.”

 Matheseos Libri VIII, libro IV, XXII. Firmico Materno

Esta manera de entender el funcionamiento de las Faces o Decanos no fue transmitida al Medioevo y muchísimo menos a épocas posteriores, aunque ciertos autores recogieron algunas de dichas indicaciones por separado como la clasificación de grados.

DECANORUM_

Alí Ben Ragel es uno de los grandes compiladores medievales y como tal recoge variadas perlas del saber antiguo, sin embargo muchas de las fórmulas antes vistas no reaparecen, siendo sustituidas por otras con no menor veracidad. Pongamos un ejemplo de ello:
– “Mas cuando quisieras saber que será de aquél que está enseñoreado en aquella su dignidad de riqueza o de pobreza, o si llegará a tener o si la derramará (dispersará), presta atención en esto a la parte de la Fortuna y a su señor y a la Luna y al grado de la casa del haber (casa II), y pues si llegare la Luna al grado de la Parte de la Fortuna, y ella afortunada, y el grado de la casa del haber otro tanto (de igual manera), significa que tendrá mucho haber (riquezas) y que será apoderado en legarlo. Y cuando fueren las infortunas caídas (cadentes con respecto a) de la Luna y del señor de la parte de la Fortuna con lo que antes dijimos, significa salvamiento de su haber…etc.”

 Libro Cumplido.libro III, Alí Ben Ragel, Hilty

Como podrá observarse la idea de tomar los planetas unos con respecto a otros es heredado como parte de la tradición. Se le da mayor importancia a la parte de Fortuna y a la Luna y su relación con esta, así como las posiciones con respecto a las mismas.
Ben Ragel en su libro IV, hablando sobre el haber, nos cuenta que los regentes de triplicidad de la casa II, si son encontrados con recto movimiento, en buen estado y firmes en los ángulos y otras tantas consideraciones, el nativo será rico. Sin embargo Ben Ragel se olvida de mencionar que las casas por si mismas son particiones que pertenecen a los planetas y no deben ser miradas por si mismas. Una casa, por muy afortunada que esté por sus ocupantes, siempre dependerá de su Almutén y de su regente, por tanto la regla es útil, mas no así su explicación.
Otro indicador interesante que muestra Ben Ragel es el siguiente:
– “Presta a atención al primer planeta que entrare en el lugar de la Luna en los nacimientos nocturnos o en el lugar del Sol en los nacimientos diurnos, y aquél planeta será significador del fin del estado del nacido en riqueza y en pobreza.”

 Libro Cumplido.libro IV, Alí Ben Ragel, Hilty

Al recoger la información sobre los señores de la triplicidad heredados por DoroteoBen Ragel sólo se fija en sus dignidades, regencias, fortalezas y debilidades lo cual solo nos lleva a las calidades y no las cantidades de dichos planetas.
– “Cuando los señores de la triplicidad del Sol en los nacimientos diurnos fueran todos afortunados y apoderados y recibidos y en buenos lugares y en sus dignidades, aquél nacido será rico y abondado en toda su vida. Y si los unos de ellos fueran afortunados y buenos y apoderados y los otros fueren infortunados y malos, tendrá el haber y la riqueza en la parte de la vida que corresponda a aquél planeta afortunado, y tendrá pobreza y mengua en la parte del otro planeta que fuera infortunado; que el primero de estos significadores significa el comienzo de la vida, que es el tercio primero, y el segundo significa el tercio segundo, y el tercero significa el tercero. Y de esta manera juzgarás de los señores de la triplicidad de la Luna en los nacimientos nocturnos.”

 Libro Cumplido, Libro IV

Ben Ragel en este caso no distingue la cualidad de las cantidades. En la práctica, poco importa si los regentes no poseen dignidades esenciales aún así obrarán con fuerza y manifestarán riqueza. Esta misma pauta es seguida por otros autores medievales pero en ningún caso es explicado el por que. Algunos autores añaden el uso de las estrellas fijas siguiendo a Hermes, pero es en el uso de los regente de triplicidad donde se encuentra quizá la mejor guía para entender este asunto como en el siguiente ejemplo de una persona rica.

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En cualquier caso, los regentes de triplicidad mostrarán cantidades de lo que sea según sea el caso, si el regente es Universal como lo son las luminarias para la riqueza, será sobre este tema sobre el que arrojen luz, pero si se trata de algún otro, los mismos regentes indicarán igualmente tal cuestión, sin olvidar que requieren cierta conexión con lo individual como puede ser el regente del Ascendente o la Luna que siempre se comporta corregente. Mesahalah no obstante indica que en las Horarias el planeta debe mirar al Ascendente, bien que sea el Almutén, el regente mismo del Ascendente y en caso de que no sean estos, entonces se mira si la Luna cumple con esta regla. En caso contrario, el planeta con mas grados y que primero salga del signo en el cual está, será el que se emplee. Veamos como se particularizan los asuntos según Mesahalah:
– “Cuando hayas fijado el Ascendente y su grado, analiza el señor de la Casa de la Vida: si lo vieres que aspecta al Signo Ascendente, o alguno de los planetas reflejan su luz desde el Ascendente, has de operar por él.
 Si no es así, y es la Luna la que se haya en la misma situación que el señor del Ascendente, ha de operarse por ésta.
 Si ninguno de ambos aspecta al Ascendente, ni planeta alguno refleja su luz al Ascendente has de tomar el que tenga más valor en grados en el Signo en que se encuentra, y que ha de transitar antes al Signo siguiente, y opera por él.

 Opera Mesahalah

Este planteamiento pone de relieve el como se particularizan las influencias diversas pues de lo contrario no se harán efectivas en los diversos temas. Esto es algo que se olvida con facilidad en muchas ocasiones y en otras simplemente se desconoce. En el siguiente ejemplo, vemos como los maléficos en casa IIª y angulares no niegan la riqueza, que según Ben Ragel sería lo que ocurriría.

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Los regentes de triplicidad de la Luna son el Júpiter-Sol-Saturno. Saturno en casa 1ª está exaltado pero retrógrado y Júpiter en casa VIIª no pasa de estar en triplicidad, el regente de Ascendente en este caso Venus no posee ninguna dignidad salvo estar en propio término y está en cuadratura con el regente de la casa del haber, o sea la 2ª, aún así la riqueza de este individuo es muy considerable, como antes nos advirtió Doroteo.
Los regentes de triplicidad, una vez mas, cuando están dirigidos hacia las casas, lo cual há de hacerse mirando a sus regentes o Almutén y no a sus cúspides como algunos creen, mostrarán cantidad pero de los recursos relativos a la casa. En el caso que nos ocupa, los regentes de la casa IIª mostrarán si existen muchos medios de entrada o solo unos pocos. En el caso del Asc, los regentes del Almutén y del regente del Asc mostrarán la vitalidad del individuo, pero además los diversos intereses que pueda manifestar el individuo y sus diversas épocas, aplicarlo a la casa Vª, equivaldría quizá a decirnos la cantidad de hijos, los de IVª quizá nos hable de los diversos inmuebles y cosas semejantes según sea el caso. La práctica en cualquier caso será la mejor guía.
Por último conviene indicar que los temas por regla general se verán beneficiados o perjudicados de manera genérica siempre y cuando existan otros factores como el clima y la disposición de la casa IV, pues esta de alguna manera también indica el país donde se nace. Si dicha casa estuviera afligida y sin embargo la casa IX o la VII estuviese con mejores indicaciones, la riqueza prometida podría resultar al emigrar a otro país y no en el propio. Escoger entonces el país será cuestión de verificar los climas correspondientes y luego los países o ciudades mejor dispuestos según las direcciones mismas de la carta.
En caso de que los indicadores naturales no muestren signo de prosperidad o riqueza, las electivas usando la magia antigua pueden ser un buen remedio para arredrar la pobreza o las fatigas propias de la vida o al menos disminuirlas en gran medida.
Talismán para que aumenten la fortuna y el comercio. Haz una imagen en cuanto estén fastos el ascendente, la décima, sus dueños respectivos y los dueños de sus casas respectivas, la Luna y su dueño y el dueño del ascendente; después de que sean fastos la segunda y su dueño; procura que el regente de la segunda esté relacionado con el regente del ascendente en trígono o sextil y que entre ambos haya armonía y que la segunda esté fasta; procura que la casa de la felicidad esté en el ascendente o la décima relacionada con el dueño de la casa, y el dueño de la casa de la riqueza mirando hacia la casa de la riqueza; fastos la oncena y su dueño; y el portador de esta imagen será la más acaudalada criatura de Dios; además cualquier comercio que emprenda le será fácil y sacará dinero de todos sus movimientos.
 Picatrix. Libro 1º cap 5

Bibliografía

David Pingree: PICATRIX THE LATIN VERSION OF THE GHAYAT AL-HAKIM.1986;
Carmen Astrologicum Dorotei Sidoni, 1976.
Vettius Valens. The Antology book 1-7. Project Hindsight 1993; Complete Anthology. Mark Riley. 2011.
 Rhetorius the Egiptian Astrological Compendium, James Herschel Holden 2009.
 Firmico Materno: Liber Astronomicorum, Venetiis 1499. De Nativitatibus Iulius Firmicus Maternus, Venetiis 1497 Johannes Pompeius & Antonius Laurus.
 ALkabitio: Libelus Ysagogicus Abdilasi, Interprete Ioanne Hispalensi, Liber introductrius Abu Os Saqr Abd Al Aziz Ibn Utman Al Qabisi, 1485.
 Ali Ben Ragel: El Libro Conplido en los Iudizios de las estrellas, Harold Hilty, 1964.
 Charles Burnet: The Liber Aristotilis of Hugo of Santalla, ed Warburg Institute 1997.
 Messahalah: De elementis et Orbibus Coelestibus, 1549; De Cogitatione Epistola in Rebus Eclipsis, Liber Recepcionis, De Revolutionibus annorum Mundi de Significationibus planetarum in Nativitate; Works of Sahl & Mesha Allah, Benjamin Dykes 2008, Demetrios Santos.
Seyffarth, G: Systema Astronomia Aegipticae Quadripartium, 1833.
 Dorian Giesler Greenbaum, Ma, Late Classical Astrology: Paulus Alejandrinus and Olimpiodorus, 2001.
 Alkindi: Liber Novem Judicum in Iudiciis Astrorum. Venetiis 1509.








domingo, 19 de febrero de 2017

Gemelos astrológicos.








 
Artículo editado en el Nº 6 de Cyclos (Otoño 1994). Extracto del libro The Casefor Astrology, Apéndice nº II, de John West y Jan G. Toonder. Peguin Books’73. Traduccción Marc Sales.


El caso más famoso de gemelos astrológicos fue el de Samuel Hemming, que nació el mismo día y a la misma hora que Jorge III de Inglaterra (4 de junio de 1738). Hemming y Jorge III se parecían, y sus vidas corrieron un estrecho paralelo en sus respectivos niveles. Hemming constituyó su negocio de ferretería el día en que Jorge III sucedió al trono. Contrajeron nupcias el 8 de septiembre de 1761, engendraron el mismo número de hijos del mismo sexo, se pusieron enfermos y tuvieron accidentes al mismo tiempo, y ambos murieron el 29 de enero de 1820 de causas similares.
La vida del disoluto Jorge IV también se encuentra reflejada en la de un gemelo astrológico. Aunque se trataba de un humilde deshollinador, fue –en su propio nivel y dentro de su círculo- igualmente renombrado como deudor, flirteador y gastador. Los dos fueron adictos a las carreras: el príncipe corría en caballos de pura sangre, y el deshollinador en burros. El día en que el príncipe fue coceado por un caballo, su “gemelo” fue coceado por un burro, y ambos estuvieron incapacitados durante el mismo periodo de tiempo. Cuando el príncipe se arruinó, lo mismo le ocurrió al deshollinador.
Dos mujeres inconexas y nacidas el mismo día, ambas llamadas Edna, se encontraron por vez primera en un hospital en Hackensack, Nueva Jersey, para dar a luz por primera vez. Sus niñas nacieron con una hora de diferencia y fueron llamadas de antemano Patricia Edna. Las dos mujeres se habían casado el mismo día con hombres llamados Harold, que a su vez habían nacido también el mismo día, trabajaban en el mismo tipo de negocio y conducían la misma marca, modelo y color de automóvil. Ambas mujeres tenían el mismo número de hermanos y hermanas y practicaban la misma religión. Las dos familias tenían un perro llamado Spot.
Un hombre llamado Patrick O’Connor fue arrestado y detenido en un alojamiento de la policía de seguridad del ejército acusado de deserción. A las autoridades les tomó casi cinco días descubrir que, a pesar de que este Patrick O’Connor nació el mismo día, que tenía el mismo número de Seguridad Social, los mismos empastes dentales y la misma cicatriz, debida a una operación que sirvió para identificar al desertor, él –de hecho- no era el hombre buscado. Su “gemelo”, claro está, se llamaba Patrick O’ Connor.
Después de la muerte de Rodolfo Valentino, los productores iniciaron la búsqueda de un hombre que se asemejase suficientemente para ocupar su lugar. Encontraron tres, y uno de entre ellos, que era italiano, Giordano Venturini, había nacido en la misma región y el mismo día que Valentino.
En Nueva York, un fabricante de muebles llamado Richardson, se encontró con un hombre con el que tenía un gran parecido. Este hombre, llamado Negrelli, había nacido en Italia el mismo día que Richardson. Cuatro años después de ese encuentro fortuito, Richardson fue atropellado por un coche y murió dos días después. En un sector distinto de la ciudad, Negrelli también había sido atropellado por un coche, aunque esto sucedió dos semanas antes, ambos murieron el mismo día debido a las lesiones contraídas.
El dueño de un restaurante fue llevado ante el rey Humberto I de Italia, quien se percató de la similitud de sus apariencias. Después de un interrogatorio, se supo que ambos habían nacido el mismo día y a la misma hora, que se casaron con mujeres del mismo nombre, y que ambos tenían un hijo llamado Vittorio. El dueño del restaurante había puesto en marcha su negocio el mismo día en que el rey ascendió al trono. El rey tuvo noticias que al día siguiente, el “gemelo” tomaría parte en un certamen de tiro al blanco, en el que él sería el encargado de ofrecer los premios; el rey expresó su deseo de encontrarse con su doble otra vez. Al poco tiempo, supo que su gemelo astrológico había muerto accidentalmente mientras limpiaba su arma. Antes de que pudiera presentarse en el lugar del accidente, el mismo rey fue asesinado por el disparo de un anarquista.
Otros “gemelos” famosos:
James Stephens y James Joyce, ambos nacidos sobre las 6:00 del 2 de febrero en Dublín, son conocidos por su casi obsesiva atención por el lenguaje.
                              
Beniamino Gigli, 20 de marzo 1890, 16:30, Recaneti, Italia. Lauritz Melchior, 20 de marzo 1890, 12:51, Kopenhagen, Dinamarca. Ambos fueron grandes tenores, miembros del Metropolitan Opera Company de Nueva York.
Es posible documentar algunos cientos de casos semejantes en los registros existentes. Pero continuar catalogando sin llegar a resultar molesto, no encuentre que pruebe nada desde un punto de vista científico. Los astrólogos, sin embargo, insisten en que esta documentación es ahora lo suficientemente sólida para provocar el interés de la mentalidad científica. Confían en que una investigación de gran envergadura podría probar, fuera de toda duda, que estos casos de gemelos astrológicos no pueden ser atribuidos a la coincidencia, y que semejantes similitudes físicas y psicológicas pueden suponerse recurrentes.




 

sábado, 18 de febrero de 2017

A propósito de la Astrología: Apuntes para un Debate. Por Jesús Navarro.










Introducción

La astrología es, hoy por hoy, un espacio ajeno a la cultura dominante en nuestra sociedad, un ámbito a medio camino entre lo tolerado y lo rechazado, un cuerpo de doctrina desconocido por lo común en sus auténticos términos y fundamentos, y del que sólo resulta fácilmente accesible la imagen caricaturizada, deforme y equívoca, que los medios de comunicación suelen ofrecer de ella.
Frente a semejante estado de cosas, se alzan las voces de quienes comprendemos lo que la astrología ha sido y, remozadamente, puede volver a ser en nuestra historia, reclamando que se le otorgue atención y estudio primero, reconocimiento y apoyo después.
Estamos también quienes, a nuestras voces, añadimos acciones de compromiso, en el ánimo de abrir nuevas vías para que el saber astrológico encuentre eco en ámbitos hasta hoy difícilmente accesibles.
Imprudente de todo punto sería que, aun asumiendo sin arredrarnos las innegables dificultades por afrontar, avanzásemos prescindiendo de una reflexión detenida, concienzuda, pormenorizada, respecto a la coyuntura de lo astrológico, sus dinámicas, los planteamientos, tácitos o expresos, existentes tanto fuera como dentro de su ámbito, coadyuvantes o antagónicos a ese proceso de apertura y reintegración de la astrología a la corriente principal de nuestra cultura.
Sería totalmente pretencioso por mi parte siquiera plantearme llevar a cabo, en tan breves páginas, un repaso detallado, y menos aún exhaustivo, de dicho estado de cosas.
Como lo sería tratar de zanjar estas o aquellas cuestiones sobre el particular o, más todavía, presumir la posibilidad de aportar en solitario las claves resolutorias de las mismas.
Mi ánimo es, por el contrario, tal cual indica el título de mi ponencia, ofrecer unos breves apuntes com los que animar la detenida consideración de tales cuestiones, subrayando a tal fin ciertos interrogantes cuya oportuna respuesta encuentro perentoria, estimulando un debate que, hoy por hoy, considero imprescindible.
Un debate, claro está, en el mejor de los sentidos de la palabra, y cuyo oportuno desarrollo habría de extenderse a la totalidad del colectivo astrológico, para empezar, pero luego también fuera del âmbito estrictamente astrológico.
En él habrían de considerarse, necesariamente, puntos tan ineludibles como la naturaleza de lo astrológico (apartado 1), sus posibles aportaciones diferenciales frente a otras disciplinas (apartado 2), su situación con respecto a la cultura actual (apartado 3), la viabilidad (o no) de su reencuentro con y su reintegración a ella (apartado 4), amén de todo lo relativo al avance del cuerpo de doctrina astrológico (apartado 5), la transmisión del mismo (apartado 6) y su práctica (apartado 7).
Tras un mínimo repaso a todas y cada una de tales cuestiones, unas breves consideraciones finales (apartado 8) cerrarán el conjunto de mis comentarios.

1. ¿Qué es la astrología?.

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Definir equivale, etimológicamente hablando, a poner límites, de ahí las diferentes definiciones posibles para una misma realidad, dependiendo de los límites que nos sirvan de referente a tal fin, es decir de los esquemas o presupuestos conceptuales desde los que pretendamos expresarla, o bien de nuestro grado de comprensión de ella.
Así la astrología pasa, simultáneamente, por ser, para quienes se asoman a su amplitud desde territorios de saber ajenos a ella, tanto “la más grandiosa tentativa de una visión sistemática y constructiva del mundo jamás concebida por el espíritu humano” (Kna 88), aunque sea una perspectiva bien minoritaria, como, mucho más frecuentemente, “superstición culta” (Cum 97) o “pseudociencia” (Der 99), o bien “arte adivinatoria”, siendo finalmente confundida, en consecuencia, con la astromancia (Lar 77).
Valoraciones que contrastan llamativamente con las de quienes, inmersos en el saber astrológico, tienden a considerarlo preponderantemente como “ciencia” (Wei 73) o como “pensamiento simbólico” (Cor 98), pero que casi nunca lo relacionan con el mundo de la adivinación, antes al contrario, establecen una clara diferenciación entre las características formales y metodológicas de uno y outro ámbito (Cor 98).
Por otra parte, las comprensiones de lo astrológico se orientan actualmente, como es fácilmente constatable en aquéllas que simultanean planteamientos de modernidad y referencias a los conceptos tradicionales, hacia una concepción armónica, holográfica, relacional, interdependiente y holística tanto del universo como de sus dinámicas, remitiendo a la sintonía y la resonancia como claves subyacentes a los nexos entre “lo de arriba” y “lo de abajo” (San 85, Gar 98, Nav 02, Nav 03).
Parece también que el pensamiento astrológico viene decantándose progresivamente hacia la percepción de la astrología como referente más que como causante, como elemento excitador antes que como elemento provocador (Wei 73, Who 81) y, en consecuencia, viéndola menos cada vez como pauta normativa sobre lo terrestre y más como vía de comprensión, mediante el espejo de las dinámicas cósmicas, de los procesos evolutivos y existenciales, sean individuales sean colectivos, que tienen lugar sobre nuestro planeta y, gracias a ello, como vía de ayuda para una mejor gestión de los mismos (Rup 78, For 99).
Esta perspectiva hace honor, por lo demás, a la que brota de las propias raíces conocidas del saber astrológico, tal cual nos llega desde las primeras referencias disponibles al respecto (Enu 94), detectable a su vez en las obras de Ptolomeo (Pto 80) y que alcanza, a través de los árabes (Rag 97), las universidades medievales y renacentistas, pudiendo sobrevivir, más o menos oscuramente, em siglos posteriores, hasta reaparecer con fuerza en nuestros días (Nav 03).
En ella se nos indica cómo “los dioses” ponen “la tarea del Destino” en manos de los hombres (Enu 94), si bien se comprende que la descripción de la persona humana no es factible completarla acudiendo únicamente a lo astrológico, sino que, para dar razón suficiente de ella, han de ser oportunamente tenidos en cuenta también otros factores: como el genético, el ambiental, el social, etc. (Pto 80, Rag 97).
Sin embargo, la tendencia a explicarlo todo, absolutamente todo, desde lo astrológico sigue perviviendo en nuestros días, como también la de otorgarle carácter ‘a-divinatorio’, sea en el sentido etimológico del término (en los mejores casos) sea en el sentido vulgar del mismo (en la mayoría de las ocasiones), por no hablar de la astrología “popular” (o pseudoastrología de mercachifle) (Cel 95), frente al interés manifiesto de quienes preferiríamos una más directa integración del saber astrológico en el cuerpo de conocimientos actuales, llevándolo hacia el territorio de lo académico y el ámbito de lo científico (Mer 02).
Frente a todo este abanico de alternativas, ¿por qué no existe todavía un posicionamiento formal de los/as astrólogos/as españoles as que marque unas líneas, de mínimos si se quiere, pero en cualquier caso claras y precisas sobre qué es y qué no es la astrología?.
Unas líneas maestras que, de existir, permitirían precisar coherentemente sus opciones tanto a quienes pretenden integrarse o reconocerse en ese colectivo como a quienes, permaneciendo fuera del mismo, tratan de situarse honestamente a propósito de lo astrológico.
¿O es que se pretende la “solución” (sólo aparente, pero a todas luces contraproducente) de la callada o, lo que sería todavía peor, la “indefinida” por respuesta, dejando la astrología a merced de advenedizos/as de todo tipo y condición (Cel 95)?.
La respuesta que se dé (o deje de darse) acerca de la naturaleza del saber astrológico, sobre el ‘qué’ de la astrología en definitiva, orientará automática e inexorablemente la línea de respuesta a todas y cada una de las preguntas que a dicha cuestión subyacen, cimentando o socavando la coherencia y credibilidad del discurso astrológico.
Comentario, este último, que puede resultar hasta perogrullesco, por su obviedad, al plantearnos el interrogante de si existen posibles aportaciones de la astrología que, en la coyuntura actual, sean de interés para los miembros de nuestra sociedad, o para ésta en su conjunto.
Una cuestión que nos lleva directamente a las consideraciones del apartado siguiente.

2. ¿Qué puede aportar hoy la astrología?.

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Aunque perdura la imagen de lo astrológico, ampliamente difundida además, como perteneciente al territorio de la futurología (Eys 82), debido fundamentalmente a esa pseudo-astrología “popular” tan en boga en ciertos ámbitos y medios (Cel 95), también es cierto que va haciéndose cada vez más firme la constatación del interés de lo astrológico en la comprensión de la naturaleza humana, sus características y sus procesos (Eys 82, For 99).
Esto último, en cualquier caso, ha sido antigua y modernamente defendido por astrólogos del mayor renombre (Pto 80, Wei 73), de modo que pudiera parecer ocioso insistir reiteradamente en ello.
Sin embargo, la imagen tópica, y distorsionada, de lo astrológico en nuestra cultura (Eys 82, Ami 98) requiere, incluso exige, para ser convenientemente reconducida, un compromiso y una actividad expresos por parte del colectivo astrológico.
En cualquier caso, el énfasis en la faceta psicológica y de evolución personal viene a ser un rasgo diferencial de la astrología de los últimos decenios, del último siglo en realidad (Rup 78, Rud 83, Arr 85), que entiendo oportuno subrayar.
Esta proclividad a lo psicológico viene asociada, como es bien sabido, al positivo eco que el saber astrológico tuvo en Jung y su escuela (Arr 85), y viceversa, lo que une a la ventaja del correspondiente reconocimiento sociocultural el posible inconveniente de un cierto sincretismo de “lo arquetípico” con “lo simbólico” astrológico que pudiera acabar difuminando los perfiles diferenciales de este último saber frente al psicológico.
De hecho, entre los modernos astro-psicólogos/as más en boga es, por lo general, escasa o nula la referencia a las pautas conceptuales y metodológicas propias de la astrología tradicional, prefiriendo aportar su personal perspectiva simbólica, así como “nuevas” técnicas astrológicas (innovaciones en no pocas ocasiones sólo aparentes, por desconocimiento de las obras astrológicas clásicas), antes que ir a unas fuentes menos familiares, pues de hecho no son las suyas, ya que beben preferencialmente de los estudios psicológicos y mitológicos desarrollados a lo largo del siglo XX y muy poco, prácticamente nada, de la cultura astrológica del pasado, lo que hace de ellos más psico-astrólogos/as que lo contrario.
En cualquier caso, su trabajo ha sido claramente significativo para que lo astrológico haya ganado un margen de credibilidad social que antes no tenía, pero bueno sería, sin dejar de reconocer esto, no caer en el error de relegar las riquezas del pasado por lo perentorio del presente, pues, como muy bien se subraya en (Arr 85), el propio C. G. Jung reconocía cómo es más lo que la astrología puede ofrecer a la psicología que a la inversa.
Pero hay bastante más en lo astrológico que el hecho, con ser determinante, de lo instrumental, lo clínico, la asesoría evolutiva, llámese como mejor se prefiera, según va siendo paulatinamente reconocido incluso en ámbitos académicos (Eys 82, Kpc 00, Scb 02).
Son sus propias raíces conceptuales, filosóficas, epistemológicas, es su visión del mundo, del universo como cosmos, característica de lo astrológico frente a la cultura desarraigada del cientifismo positivista (Nav 02, Nav 03), lo que hace a la astrología tan relevante, tan valiosa, y ello más aún si cabe en el momento histórico en que vivimos.
Esa comprensión de un universo y una humanidad interdependientes, dinámica y evolutivamente interconectados, es una aportación diferencial de lo astrológico a la cultura del presente que, convenientemente explicitada y comprendida, habría de coadyuvar positivamente a ese cambio radical de orientación que nuestra civilización está demandando y que, parece, comienza a explicitarse a nivel conceptual en algunas de las propuestas más avanzadas de la física teórica y de la cosmología de ahora mismo (Smo 97, Smo 00, Nav 02, Nav 03).
Pero ¿es consciente de esto el colectivo astrológico?. Y, en cualquier caso, ¿a qué nivel de profundidad está considerando dicho colectivo, si es que lo hace, el impacto que su saber puede significar para el decurso histórico presente y futuro de nuestra sociedad?.
Encarar la amplitud de implicaciones de todo tipo que, a corto, medio y, especialmente, largo plazo puede tener el hecho astrológico para la evolución de nuestra cultura, para las dinámicas de futuro de la civilización occidental, sin duda requeriría un serio replanteamiento de ciertos posicionamientos, personales y/o de grupo, en el seno del colectivo de astrólogos/as, pero ¿se está realmente por llevar adelante tal tipo de reflexión y, más todavía, por asumir los compromisos derivables de sus resultados?.
Nos hallamos considerando en este apartado, evidentemente, una cuestión de gran calado, una cuestión histórica, que, si de este modo me atrevo a calificarla, no es tanto por ánimo de impacto retórico ni de ínfulas grandilocuentes, sino por hacer justicia a un hecho ampliamente constatable: la dificultad secular de dar cabal y cumplida respuesta a semejante interrogante (Cor 98), quizá, apunto yo, porque dicha respuesta ha de desplegarse con la propia historia que la astrología, desde su característica visión del mundo, puede ayudar a construir y está esperando ser construida (Nav 02, Nav 03).
Sea como fuere, ¿asume hoy el colectivo astrológico el reto de replantearse la pregunta, tan nuclear y radical, acerca de qué puede aportar la astrología y su práctica a, precisamente, aquello que (según se dice) está llamado el saber astrológico: el beneficio de la evolución de la humanidad, tanto en lo individual como en lo grupal?.

3. ¿Tiene la astrología sitio en nuestra cultura?.

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Responder la pregunta que encabeza este apartado es, me temo, de todo punto inviable sin afrontar la planteada de principio a fin del apartado anterior, pero, aun sin entrar en semejante tarea, resulta factible llevar adelante ciertas consideraciones al respecto. Veámoslo.
Para comenzar, dejar bien sentado que, querámoslo o no, acéptenlo o no sus detractores/as, percíbanlo o no sus defensores/as, la astrología está profundamente inmersa en el tejido humano, social y cultural de nuestra civilización occidental. Por activa o por pasiva, pero indefectiblemente presente.
Como muy bien se deja ver en (Sav 97), “el mensaje de la educación siempre abarca, aunque sea como anatema, su reverso o al menos algunas de sus alternativas. Esto es particularmente evidente en la modernidad”.
Una modernidad que desde la intransigencia cientifista, que no científica (Pop 00), no sólo nos recuerda la existencia de la astrología (Der 99), sino que, con la dogmática inconsistencia de sus apriorismos, es capaz de motivar un estudio del saber astrológico libre de prejuicios (Elk 98) y también una defensa crítica de lo que es y significa la astrología (Wes 92).
La presencia, implícita o explícita, de lo astrológico en los veneros culturales de nuestra sociedad se concreta, asimismo por activa y por pasiva, en un abanico de manifestaciones que hacen sitio a lo mejor y a lo peor de sus posibilidades.
La falta de referentes, institucionales o consuetudinarios, culturalmente validados hace que “astrología” y “astrológico” sean términos ambiguos, cuando no equivalentes a divertimento irrisorio, y suceda otro tanto con el de “astrólogo”, tantas veces equiparado a personaje risible o/y ridiculizable que opina “ocurrentemente” sobre el futuro.
Así pues, la astrología cuenta, en cualquier caso, con un lugar y un papel en nuestra cultura: ya sea de bufón, ya sea de circo mediático, ya sea de ámbito desatendido, ya sea de concepción del mundo marginalizada, ya sea de … ¿de qué?.
¿Qué lugar y qué papel, según las aspiraciones del colectivo astrológico, ha de ocupar y desempeñar en nuestra cultura ese saber que él dice avalar?.
¿Qué tiempo, energías y recursos está dispuesto a dedicar dicho colectivo, tanto en lo individual como en lo grupal, al empeño de potenciar y dignificar tanto ese lugar como esa actividad?.
En lo humano, los espacios de libertad no son algo natural y espontáneo, sino que deben ser conquistados con dedicación y compromiso, con perseverancia tanto mayor (incluso a lo largo de generaciones) cuanto de mayor enjundia son sus connotaciones (Sav 97), y las de lo astrológico apelan, nada menos, si es que estamos de acuerdo en ello, a toda una visión del universo, sus dinámicas y procesos, incluidos por supuesto los humanos como integrantes de la realidad universal que somos.
Por otra parte, el lugar, es decir los múltiples lugares que la desatención colectiva de lo astrológico ha ido generando, poco o nada positivos la mayoría de ellos para la buena imagen y el buen nombre de la astrología, están enmascarando las más genuinas posibilidades de un reencuentro del saber astrológico con los niveles de mayor entidad cultural en nuestra sociedad.
¿Pero entiende el colectivo astrológico como positivo que tales convergencias y reencuentros se produzcan?.
Deberá contarse con que dichos contactos tienden a modificar los ámbitos que entran en interacción, apareciendo posibilidades de mutuo avance desde el diálogo crítico con lo diferente, pero también el riesgo de sufrir degradaciones por reduccionismo simplificador, simbiosis de conveniencia, sincretismos acríticos o/y coyunturales fagocitosis.
¿Cuál es el posicionamiento del colectivo astrológico frente a todo ello?: ¿el aislacionismo “protector” del ‘ghetto’, la contradependencia autosuficiente, la autarquia marginal, el aperturismo cauteloso, el diálogo cabal, …?.
Todas y cada una de estas alternativas (y otras más que puedan considerarse) implican y conllevan un determinado lugar (o “no-lugar”, según los casos) en nuestra realidad sociocultural, pero ¿cuál de tales alternativas posibles cuadra con las preferencias del colectivo astrológico?.
Parece que dirimir esto último bien merecería un esfuerzo por parte de dicho colectivo, con el añadido de definir una estrategia para llegar al correspondiente espacio sociocultural con todas sus consecuencias, sin dejar que sean los hechos consumados los que, más o menos “ciegamente”, sigan poniendo el saber astrológico en el lugar, los lugares, “que sea”, tan poco dignos y saludables para él por lo general.
Además, si estamos en lo cierto quienes valoramos como positivo el eventual interés del mundo académico por lo astrológico y el correspondiente acercamiento de la astrología al âmbito universitário, fundamentados en un mutuo compromiso de diálogo abierto y desprejuiciado (algunos ya estamos intentando ponerle ese cascabel al gato), los beneficios para ambos campos serían incuestionables.
En el ámbito filosófico, incluso epistemológico, los cambios de perspectiva, convenientemente asumidos, podrían ser revolucionarios, y otro tanto podría suceder en lo metodológico, por no hablar de las profundas connotaciones histórico-culturales de ello derivables para nuestra civilización.

4. Integración, ¿a cambio de qué?.

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Pero las cosas no sucede porque sí, ni se obtienen resultados a cambio de nada.
Si se aspira a un lugar de calidad en nuestro contexto socio-cultural, toda tentativa de “astrología basura” deberá quedar conveniente y oportunamente desenmascarada, de manera que los “shows mediáticos” de la pseudoastrología “a granel” ya no serían un medio de supervivencia (o de enriquecimiento) impunemente accesible a cualquier “experto/a” (o advenedizo/a) que esté dispuesto/a a oficiar en ellos, al menos no en la forma directa y ausente de controles curriculares que actualmente impera, en contraste con lo establecido para profesiones institucionalmente reconocidas.
Si el colectivo astrológico no potencia un cambio deontológico de esa naturaleza, podría fácilmente entenderse que avala las acusaciones sobre el interés mercantilista, que no vocacional ni profesional, de las sociedades astrológicas, así como de sus miembros, cuando su principal criterio de actuación “en beneficio” de lo astrológico es, no el del rigor conceptual y metodológico, sino el de “si vende, vale” (Cel 95).
Habré de volver sobre estas cuestiones al considerar la práctica astrológica, así que, por ello mismo, voy a orientar ahora mis comentarios en otro sentido.
Los planeamientos astrológicos poseen una marcada impronta ecológica, ampliando el concepto de “medio ambiente humano” hasta darle una dimensión interplanetaria, cósmica, subrayando que el marco significativo, a la vez que nutricio, para la evolución terrestre en general, y la humana en particular, es el universo como tal, a través de sus pautas cíclicas, tomando como referencia principal, por su inmediatez espacio-temporal, las propias del sistema solar que nos alberga.
La naturaleza abierta de dichos ciclos contradice, por otra parte, el posicionamiento de las escuelas astrológicas deterministas a ultranza: nunca la trayectoria asociada a un ciclo astronómico es geométricamente cerrada, antes bien las curvas trazadas por los cuerpos celestes son abiertas, de manera que un ciclo no termina, dando lugar al siguiente, exactamente en el lugar donde comenzó, siendo las “distancias” entre los citados “puntos”, de hecho, literalmente astronómicas.
Lo astrológico, en su raíz, antes que a los modelos aristotélicos o estoicos, platónicos o pitagóricos, hace referencia a un universo dinámico, en proceso de creación, donde, en determinado “momento”, aparece la especie humana, presentándonos, dicho en términos actuales, un universo caracterizable por sus propios procesos evolutivos, una de cuyas resultantes es el hombre, la humanidad.
Su emergencia es fruto de esos mismos ciclos, que empujan, no sojuzgan, dicha evolución, y que, oportunamente leídos, nos desvelan sus características, sus requisitos, sus riesgos potenciales, sus mejores oportunidades: nuestro destino es, así, puesto en nuestras manos por el propio proceso evolutivo-creativo que se nos aparece como universo, tal cual nos dicen, en su lenguaje y desde sus conceptos por supuesto, las tradiciones recibidas de la antigua Babilonia (Enu 94).
La concepción de universo dinámico, evolutivo, con significado humano, preñado de vida y de inteligencia (al menos de la humana, pero con muchos puntos suspensivos más al respecto) es una aportación característica de la astrología, a la que nunca debiera renunciar.
Tampoco debiera renunciar al diálogo con la cultura, con la espiritualidad, con la ciencia, con el saber del momento: eso quizá le requeriría renovar su rostro, tan ajado de siglos de encierro o/y desinterés por el territorio “enemigo”, pero le ayudaría a renovar el cúmulo de conceptos anquilosados, metodologías obsoletas, epistemologías caducas, estructuras corroídas, construcciones inestables que no hacen justicia a la esencia astrológica, sino que perviven, como poco, por un doble error: no volver a las raíces conceptuales, históricas, de lo astrológico y vivir de espaldas a las dinámicas culturales dominantes del presente.
¿Hasta dónde está dispuesto el colectivo astrológico a sacrificar lo accesorio en aras de trasladar lo esencial al núcleo civilizatorio de nuestra cultura?.
¿Hasta dónde está dispuesto a aceptar este colectivo que puede aprender (bastante, incluso mucho, acaso más de lo que le sería grato reconocer) de la cultura dominante actual, abandonando contradependencias históricas que le impiden ver los cambios, también históricos, que se están produciendo en el secular territorio “enemigo”?.
Si, pero la avenencia a la cultura dominante, se nos recordará certeramente, suele traer consigo la dependencia del poder, la tendencia de éste al aprovechamiento controlador, manipulador o/e interesado de todo aquello que, de uno u otro modo, pueda ser útil a sus intereses, y la astrología, en su pasado histórico más ilustre, estuvo siempre al servicio de los poderosos. Entonces, ¿porqué tropezar dos veces en la misma piedra?.
Mejor sería, efectivamente, que tal no ocurriera, pero ¿no es cierto que, hoy por hoy, quienes se hallan en los círculos del poder ya ponen lo astrológico a su servicio?, entonces, pregunto yo a mi vez, ¿por qué renunciar a aportar lo más deseable cuando lo menos se halla, en cualquier caso, presente?.
Dejando al margen que, a título particular o/y de grupo, siempre existe la posibilidad (y con ello vuelve a hacernos sus guiños la temática deontológica) de no entrar en las servidumbres al poder establecido, las preguntas recién planteadas (cuyo número sería fácilmente ampliable, por lo demás) parecen justificar por sí solas, y hasta sobradamente diría yo, la oportunidad de un debate colectivo para darles, siquiera mínima, respuesta.

5. ¿Cómo hacer avanzar el conocimiento astrológico?.

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Está claro que una forma de obtener recursos para llevar adelante cualquier tipo de conocimiento es ubicarse en el territorio de lo culturalmente reconocido como de interés.
No voy a ser yo quien recomiende en ningún caso, y menos aún en el astrológico, vender la primogenitura por un plato de lentejas: no se trata de eso, sino de la perentoriedad de dar a conocer la auténtica realidad, el valor potencial y las posibilidades todavía inexploradas de la astrología.
Pero para conseguir algo así en el territorio del saber es requisito indispensable que las aportaciones hechas a tal fin lo sean desde un rigor conceptual y metodológico del que normalmente, y particularmente por nuestros pagos, los trabajos de investigación astrológica suelen carecer.
Para ser honesto, debo, lamentablemente, dar fe de que únicamente desde la organización de eventos astrológicos (exactamente en dos ocasiones diferentes) se me ha pedido retirar un trabajo enviado o no presentarlo, porque su nivel era “excesivo”, más alto de lo deseable, y por tal motivo “inadecuado” para ser acogido en tales eventos.
En paralelo a ello, aunque afortunadamente en los últimos años esto está cambiando, hace un tiempo no era fácil que los trabajos de investigación más proclives al formalismo académico encontraran un lugar en las publicaciones astrológicas al uso.
Porque a la hora de investigar no se trata simplemente de llevar adelante la tarea siguiendo el procedimiento que mejor le cuadre a su autor, para luego enunciar unas cuantas conclusiones, basadas en unos ciertos resultados, que muchas veces no se concretan suficientemente ni, menos todavía, se explicitan los elementos imprescindibles para valorar la consistencia de los mismos, o para dar la oportunidad de replicar el trabajo con otras muestras, o para estimar la procedencia de la metodología aplicada, etc., etc.
Raramente se menciona siquiera el empleo de los imprescindibles grupos de control para tener en cuenta las desviaciones de tipo estacional, social, astronómico, etc., que pueden sesgar, o deformar, o enmascarar, precisamente, lo que se pretende verificar (o falsar).
Es de sospechar que, muy probablemente, tal silencio sea debido a la falta de empleo de dichos grupos1, lo cual convertiría la correspondiente “investigación” en mero divertimento, sin consistência conceptual ni demostrativa alguna.
1 A propósito de ellos en relación con lo astrológico, véase (Gau 01), y para una mínima ilustración de su empleo en la investigación astrológica (Nav 01).
Y esto sin entrar en cuestiones mucho más especializadas, como, por ejemplo, las relativas a la validez de las muestras empleadas, o las concernientes a lo poco o lo mucho significativos que, estadísticamente hablando, puedan ser los resultados obtenidos.
Por no mencionar la, por lo general, pobre documentación de los trabajos, particularmente en lo que se refiere a los antecedentes existentes a propósito de la temática investigada, la bibliografía empleada, o las referencias y citas expresas de la misma en la publicación de los oportunos informes, artículos o/y ponencias.
Amén de ello, cuando aparecen presentaciones metodológicas explícitas en las correspondientes publicaciones de resultados, lo que suele suceder es que el lector medio, poco o nada habituado a semejantes menesteres, salta las páginas que las recogen y se dedica a “lo que de verdad merece la pena y es de interés práctico”.
Por otra parte, si como, también lamentablemente, he escuchado en algún congreso, “yo me dedico a esto de la astrología porque las matemáticas se me dan muy mal”, a lo que luego se ha añadido un “me dedico a investigar lo que puedo sobre estos temas”, no es de extrañar que los resultados de tales posicionamientos y actuaciones lleven a científicos, epistemólogos e historiadores de la ciencia a críticas demoledoras, y tan apabullantemente justificadas en semejantes casos, acerca de las pretensiones “demostrativas” de lo astrológico, aunque haya otras ocasiones en las que, ciertamente, se haya pretendido desvirtuar fraudulentamente (Wes 92) lo avalado por resultados perfectamente rigurosos y consistentes.
Amén de ello, siempre habrán de tenerse bien presentes las insidias de los “escépticos” (Elw 01), cuyos argumentos, con o sin comillas, nos llevarán sistemáticamente a la “conclusión” de que la astrología “no es creíble” dado que su validez no ha sido demostrada “por nadie”.
Así y todo, quien aspire a que sus aportaciones investigadoras cumplan unos mínimos estándares de validez y credibilidad, habrá de asumir y satisfacer los oportunos requisitos técnicos y procedimentales.
¿Estamos dispuestos, está dispuesto el colectivo astrológico, al esfuerzo de adquirir la formación imprescindible, conceptual y metodológica, que ello implica?. ¿O se conforman sus miembros con el diletantismo autosuficiente y autocontenido, mirando hacia otro lado para no verse en la necesidad de contrastar esa producción investigadora con los estándares de calidad de nuestro entorno cultural?.
Y si los recursos institucionales no nos llegan, y es verdad que consideramos imprescindible la investigación astrológica para avanzar en nuestro dominio de este saber, ¿no deberían ser aportados los recursos necesarios por los integrantes del propio colectivo astrológico?.
Quizá un problema al respecto sería el señalado por aquel aforismo de “no es lo mismo predicar que dar trigo”, pero, de ser así, ello vendría a indicar un desinterés de hecho, al margen de las buenas palabras, del colectivo en cuanto tal a propósito de una actualización rigurosa y profunda, comprometida y comprometedora, de la astrología.
Y de este modo, si se me permite la caricatura, tan contentos con el juguetito astrológico, felices de lo a gustito que se está con él y de lo bien que se pasa gracias a él.
Pero si se quiere transmitir que la astrología es bastante más, mucho más, que un entretenimiento, una actividad marginal, o una dedicación trasnochada y, por ello, sin trascendencia alguna, ¿por qué la ausencia de un compromiso investigador conjunto, colectivamente planteado en sus objetivos, recursos y formalismos?.
¿Por qué el picoteo, tantas veces sin método, y todas ellas sin referencia a unos estándares internos de calidad, avalados por el propio colectivo astrológico, con los que contrastar y validar esfuerzos individualmente emprendidos2?.
2 Bien interesante sería, y particularmente significativo además, que un compromiso en tal sentido pudiera dar lugar a nuevas aportaciones de la astrología a la historia de la ciencia, tanto conceptuales como metodológicas, planteando modelos de referencia, procedimientos y criterios de validación o/y de trabajo capaces de poner de relieve sus peculiaridades epistemológicas, en la intención de que acabaran extendiéndose posteriormente al ámbito científico, máxime existiendo el precedente del método experimental, de origen claramente alquimista (Bar 96).
Y no sólo contrastarlos y validarlos, sino también compartirlos y reconocerlos, y apoyarse en ellos para seguir avanzando, ¿o es que el colectivo astrológico no considera de interés la génesis de un banco de trabajos y resultados de investigación de calidad, merecedores del aval colectivo, en que apoyarse para consolidar, actualizar y profundizar el cuerpo de conocimiento astrológico?.
Ese compromiso y esa dinámica de calidad, de conseguirse, resultarían conjuntamente, sin duda alguna, inestimable piedra de toque para ir acallando críticas y obteniendo reconocimientos en pro de lo astrológico.

6. ¿Cómo transmitir la astrología?.

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Como sencilla, pero certeramente, se nos dice en (Sav 97), el sistema educativo sólo transmite lo que socio-culturalmente es considerado valioso.
No habrá, en consecuencia, mejor verificación de que la astrología ha sido formalmente reintegrada a la cultura occidental que su reaparición en los ‘curricula’ académicos y, a partir de ahí, escolares.
Entretanto, parece razonable que fuese el colectivo astrológico quien tutelase la correcta transmisión del saber astrológico, estableciendo también en este ámbito de actuación unos objetivos de formación y unos criterios de mínimos a cubrir para validar y reconocer la calidad de dicha transmisión.
En tal caso, ¿cuál sería el nivel exigible para otorgar tal reconocimiento colectivo?, ¿o acaso sería interesante establecer diferentes grados?.
Pero ¿entiende el colectivo astrológico como deseable la existencia de una formación mínima sin la cual nadie debiera ser aceptado como astrólogo/a?.
Si la respuesta a esta última pregunta fuese afirmativa, para plantear dicha formación, ¿sería razonable pensar en estratos formativos al estilo del sistema educativo convencional, o sería preferible remitirnos a los de, por ejemplo, la psicología genética, o a los de otras escuelas psicopedagógicas?.
En cualquier caso, ¿se sabe astrología cuando se es capaz de reconocer y manejar sus símbolos?, ¿o hay que dominar además ciertas técnicas concretas?, ¿o mejor aún ciertos conceptos filosóficos y epistemológicos específicos?, ¿o todo ello conjuntamente?.
¿Se puede saber astrología y ser astrólogo/a sin profundizar en la realidad astronómica a que lo astrológico hace sistemática referencia?.
¿Se llega a saber astrología y, en consecuencia, a ser astrólogo/a sin hacer trabajo de campo en ella?.
¿Es defendible una formación astrológica que prescinda del milenario legado de la astrología tradicional?.
¿Es adecuada una formación astrológica si no introduce en su avance curricular materias sobre cuyas áreas va necesariamente a incidir el trabajo astrológico: psicología, economía, medicina, sociología, etc., etc.?.
Estas y otras preguntas relacionadas con las precedentes parecen reclamar respuesta perentoria por parte del colectivo astrológico, que, por descontado, puede inspirarse para ofrecerlas en las ya existentes en nuestro entorno, próximo o lejano, pero que, en la medida de lo posible, debieran ser creativa e innovadoramente suyas.
Si nos centramos en el colectivo astrológico español, un buen referente de partida para proceder, si se está por la labor en el sentido de lo recién planteado, podría ser, por ejemplo, el conjunto de propuestas formativas existentes en el propio ámbito astrológico occidental, europeo o americano, aunque también podrían serlo las de reciente aparición en el ámbito universitario (Kpc 00, Scb 02) de uno y outro continente.
Estas últimas iniciativas pueden ser, por lo demás, un arma de doble filo para los colectivos astrológicos, lo mismo a escalas nacionales que internacionales, pues, en efecto, van a potenciar tanto el interés por la astrología como su práctica, es decir su integración sociocultural, pero también están amenazando con dejar atrás a dichos colectivos en su propio territorio, si es que tardan en dar respuesta expresa a cuestiones clave para su existencia: la formativa entre ellas, claro está.
Y, por otra parte, frente a iniciativas de corte académico, no caben contraofertas faltas de calidad o/y rigor curricular: están condenadas al fracaso.
Quizá pudieran sobrevivir a (muy) corto plazo, por cuestiones de accesibilidad espacio-temporal o/y económicas principalmente, pero la formación no presencial es una realidad en explosivo proceso de expansión que dejará pronto obsoletas dichas cuestiones de dificultad.
¿Va a hacer algo el colectivo astrológico frente a todo ello, o dejará que otros enseñen la astrología y acabe no siendo reconocido (ni en lo colectivo ni, mucho menos todavía, en lo individual) su nivel de conocimiento o/y de desempeño astrológico, pudiendo acabar “expulsado” de “su propio territorio” o/y ámbito de actuación?.
Este interrogante nos remite, además, a la realidad de la práctica astrológica, tantas veces tan similar, y tan lamentablemente de nuevo, al río revuelto, del que, con muy poca “inversión”, no es difícil obtener alguna “ganancia” (Cel 95).

7. ¿Cómo practicar la astrología?.

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Al hilo del apartado anterior, en que he planteado cuestiones acerca de la formación requerida para alcanzar, por así decirlo, el “grado” de astrólogo, la primera pregunta a considerar aquí sería, parece obvio, la siguiente: ¿qué nivel de conocimiento y desempeño práctico debería poseer un/a astrólogo/a para poder postularse y, además, ser reconocido como astrólogo/a profesional?.
Parece razonable pensar, una vez más, que, ante la ausencia de otras alternativas formales, fuese el colectivo astrológico quien estableciese unos criterios deontológicos firmes para, en base a ello, poder precisar si quien practica, o quiere hacerlo, profesionalmente la astrología cuenta con el reconocimiento colectivo de su formación y capacidad en tal sentido.
¿Entiende el colectivo astrológico que tales consideraciones son procedentes?, ¿deseables?, ¿imprescindibles?. ¿Bajo qué premisas y consecuencias?.
¿Entiende que son defendibles como profesionales todas las prácticas que cotidianamente se suelen ofrecer como astrológicas, que como tales se venden y producen retornos económicos nada menguados en no pocas ocasiones?.
Antes de responder tales cuestiones convendrá tener muy en cuenta que, hoy por hoy, la situación es tal que acaban metidos en un mismo saco el (la) neófito/a que apenas ha leído algún libro, más o menos convencional, sobre astrología y el (la) experto/a que atesora lustros de experiencia en asesoría astrológica, y también que en la presente coyuntura aparecen igualmente etiquetados como astrólogos/as quienes basan sus aportaciones recurriendo a un elenco simbólico y técnico astrológico suficientemente completo, quienes recurren a un mínimo insuficiente para hacerlo y, más todavía, quienes caricaturizan y degradan lo astrológico reduciéndolo a un único elemento simbólico desde el que ofrecen conclusiones que, además, suelen ser muy indebidamente colocadas bajo el epígrafe de “horóscopo”.
¿Entrará en algún momento el colectivo astrológico a poner orden en semejante estado de cosas, dejando claro quiénes deben, y quiénes no, ser considerados astrólogos/as y, más aún, astrólogos/as profesionales, y ello, para comenzar, ante sus propios integrantes, deslindando lo que proceda, pero enseguida también ante quienes desde fuera, pero muy justamente, critican dicho desafuero?.
¿Y qué decir de quienes afirman practicar la astrología “seria” y a la par ejercen de “horoscoperos” mediáticos?.
¿Se puede dignificar la astrología desde semejantes opciones o/y planteamientos?.
¿Cuál es la posición del colectivo astrológico ante todo ello?, ¿o se prefiere la opción de no optar?.
A veces, que todo siga como está es más cómodo y menos conflictivo que traer luz y taquígrafos para dar fe de la situación y, a partir de ahí, poner orden y concierto en ella, pero ¿existe interés en esto último?.
Realmente, de hecho, ¿qué quiere hacer con su futuro el colectivo astrológico?.
Y, séase bien consciente de ello, de cómo dé, o no dé, respuesta concreta a esta pregunta dicho colectivo (obras son amores) depende muy directa e inexorablemente no sólo su futuro sino también el futuro de la astrología: ahí es nada.
Y a este respecto tiene un peso particular, y es de suponer que lo tendrá cada vez mayor, la imagen ofrecida por quienes formal, o tácitamente, la representen, pues a dicha imagen son subsidiarias, en definitiva, la credibilidad social del saber astrológico, el puesto que pueda ocupar en la dinâmica cultural y su posible integración en ámbitos de los que actualmente se ve marginado.
Si efectivamente se desea cambiar el presente estado de cosas, parece imprescindible una decantación formal, liderada desde el ámbito colectivo, por parte, como mínimo, de quienes se postulan públicamente como astrólogos/as profesionales (mejor de todos/as quienes se dicen, genéricamente, astrólogos/as), que establezca, sin ambigüedades, linderos, que los hay, entre la práctica astrológica técnicamente fundamentada y éticamente defendible y la que, por carecer de tales referentes, caería en el territorio de lo pseudo-astrológico, lo no-astrológico, o lo anti-astrológico, y debiera ser, em consecuencia, claramente identificada como tal y por ello reprobada.

8. Consideraciones finales.

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Entiendo que lo hasta aquí recogido ofrece un amplio número de temáticas, y de amplitud y profundidad más que suficientes, para abrir multitud de caminos por los que adentrarse en ese debate clarificador sobre cuya conveniencia, necesidad de hecho, he venido abundando desde la propia introducción de esta ponencia.
Ese debate, que habría de ser razonable, aunque crítico, noble, pero no por ello condescendiente, debiera comenzar en el seno del propio colectivo astrológico, y generar en él un consenso de mínimos, pero no mínimo, entiéndase esto bien, sobre puntos tan cruciales como los revisados en los diferentes apartados que anteceden.
Un consenso que, a largo plazo, habría de tener lugar tanto dentro como fuera del ámbito astrológico, si ha de cumplirse, claro está, el objetivo de reintegrar la astrología al cauce principal de la cultura en la civilización occidental.
Pero entiendo que, para prender fuera, debe haber sido satisfactoriamente obtenido dentro, haciendo posible a partir de ello su extensión al resto del tejido social, en la oportuna dinámica de recuperación dignificada de lo astrológico.
En semejante proceso, tanto interno como externo al colectivo astrológico, el correspondiente debate, en realidad la serie encadenada de ellos, habría de tener muy presentes las certeras palabras del filósofo Fernando Savater (Sav 97), a propósito de la sacralización de las opiniones y la incapacidad de practicar la abstracción como sendos obstáculos para la búsqueda racional de la verdad, que conducen a estas otras citadas a continuación.
“Aprender a discutir, a refutar y a justificar lo que se piensa es (…) irrenunciable (…) Para ello no basta con saber expresarse con claridad y precisión (…) y someterse a las mismas exigencias de inteligibilidad que se piden a otros, sino que también hay que desarrollar la facultad de escuchar (…).
Se trata (…) de propiciar la disposición a participar lealmente en coloquios razonables y a buscar en común una verdad que no tenga dueño y que procure no hacer esclavos”.
Es un excelente recordatorio de cómo podemos y debemos avanzar conjuntamente hacia metas colectivas que, más allá de nuestros intereses del presente, tienen profundas implicaciones de futuro, no sólo para nosotros mismos, sino también para nuestra sociedad, nuestra civilización, la humanidad entera.


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