¿Qué implicaría para la mente del hombre
que la Astrología fuera cierta?
Por Juan Cicchetti
Me
 gustaría comenzar la nota partiendo de una dificultad básica que 
plantea la astrología a la  mente actual de nosotros los humanos.  ¿Qué 
implicaría para la mente del hombre que la astrología sea cierta? El 
paradigma astrológico choca profundamente con cierta manera que tenemos 
los humanos de organizar la realidad. Es decir, cada uno de nosotros 
construye día a día una realidad organizada desde diferentes tipos de 
supuestos que son naturalizados por la cultura, somos educados desde 
dichos supuestos y tenemos un tipo de circulación social que los 
reproduce diariamente. 
                        
Creo que todos nosotros podemos 
afirmar sin problemas que para la mente del hombre moderno el Universo 
se presenta como un lugar amenazante al cual debemos controlar para 
sobrevivir. Obviamente estos supuestos no son meramente creencias que a 
alguien se le ocurrió un día enunciar y desde allí se repitieron, sino 
que estas maneras que tenemos de organizar la realidad responden a 
circuitos biológicos, tipos de organización animal que llamamos 
instintos de supervivencia. 
                        
El mamífero que tenemos dentro 
tiene miedo del Universo, que se le presenta como un entorno 
inmediatamente amenazante, de allí claro está la necesidad de 
madriguera/ familia/ casa/ marido/ amigos/ manada para sentirnos 
seguros. Estos niveles de organización biológicos tienen muchas 
implicancias hoy día, y creo que esto no es ninguna novedad. Por ejemplo
 vivimos un paradigma de ciencia que busca encontrar las leyes que 
gobiernan la naturaleza para así volverla previsible, y desde ya el 
sistema económico que nos regula se mueve igualmente desde el supuesto 
de carencia y que por lo tanto el más fuerte prevalecerá y el más débil 
sucumbirá. Somos educados en la competencia de unos sobre otros y 
continuamente buscamos imponer nuestras ideas a los otros, buscamos de 
alguna manera actualizar día a día la capacidad que tenemos de 
controlar, dominar nuestro entorno, el mundo en sí mismo. 
                        
Estos “circuitos” que organizan 
nuestra manera de ver la realidad responden entonces al supuesto de que 
estamos separados de ella, por lo tanto la percibo como amenazante. 
Aquello distinto a mí debe ser controlado, sometido para que no me 
destruya. Este supuesto de realidad sobre el que está organizado la 
inmensa mayoría de la civilización moderna implica costos altísimos al 
hombre y al planeta.   El paradigma astrológico en cambio surge del 
desarrollo de una sensibilidad entrenada en encontrar relaciones de un 
tipo diferente con el entorno. Es decir, para la astrología el Universo 
es una complejísima unidad que en un nivel es energía, vibración y en 
otro nivel formas, planetas, cuerpos que son la parte densificada de 
dichas energías. Y que dichos niveles de la realidad están profundamente
 imbricados unos con otros, formando un tejido viviente e infinitamente 
complejo y creativo. 
                        
Como la famosa máxima de Hermes 
Trimegistro “como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. 
Entonces el tipo de entrenamiento perceptivo que plantea el paradigma 
astrológico implica que habrá necesariamente relaciones entre “mi 
interioridad y mi entorno (que podríamos llamar destino)” o para 
plantearlo un poco más en términos astrológicos las formas que tome el 
cielo tendrán necesariamente un correlato a nivel terrestre, a nivel de 
sistema nervioso terrestre, es decir, nosotros los humanos, los 
animales, las circunstancias. Somos formas vivientes tejidas en este 
misterioso universo que se refleja a sí mismo en todas las direcciones. 
                        
Así, desde una percepción 
astrológica, aquellos aspectos negados de mí mismo vendrán a mi vida 
como destino para así poder reconocerlos en el afuera y de esa manera 
integrarlos al psiquismo que evoluciona con esta nueva lógica 
adentro/afuera. A modo de un breve ejemplo, si una persona que tiene dos
 núcleos contradictorios en su carta; un núcleo abierto, rebelde que 
busca cosas nuevas incesantemente; y otro núcleo que busca seguridad, 
que las cosas no cambien. Inevitablemente el psiquismo tendrá una 
tensión básica muy difícil de conciliar. Por lo tanto, lo que sucede 
habitualmente es que la persona se identifica con uno de esos núcleos 
dejando el otro en “sombra”. Así se armarán escenas de destino que 
gatillarán el núcleo en sombra en el afuera dando chances así de que el 
núcleo en sombra emerja y pueda ser integrado a este psiquismo que se 
desarrolla. 
                        
Como verán este tipo de 
información no es afín a un tipo de organización cerebral que organiza 
la realidad como “afuera = amenaza; por tanto protegerme del afuera.” 
Todos los astrólogos vivimos cotidianamente la distancia que existe en 
nosotros entre estos dos paradigmas cuando un consultante nos dice 
“¿Cómo es posible que sepas eso de mí viendo cómo estaba el cielo el día
 de mi nacimiento? Aquí se evidencia que la manera que tenemos de 
percibirnos en la vida es desde una matriz psíquico/cognitiva que se 
cree separada de la realidad, sino sería de lo más natural entender que 
indefectiblemente mi vida refleja los movimientos constantes del cielo. 
                        
La astrología es un lenguaje que
 ha sido desarrollado y sigue desarrollándose desde un entrenamiento 
perceptivo que implica ver y percibir cómo esas vibraciones que los 
planetas, signos y constelaciones representan encarnan en el tejido 
viviente de la tierra reflejando en este infinito proceso la relación de
 un tejido/forma sistema nervioso con un Universo vibratorio que se 
refleja en dichas formas.   Entonces la carta natal es un momento 
determinado de ese flujo constante del movimiento celeste, es la foto 
del cielo en ese momento determinado. Y esa foto, obviamente se saca en 
el momento del nacimiento por lo tanto se lee en el cielo la matriz 
vibratoria de la persona. 
                        
Ahora bien, esta matriz 
vibratoria que la carta natal implica precipitará en diferentes 
acontecimientos y vínculos, ya que el cosmos se refleja incesantemente 
en el tejido de la tierra, por lo tanto la Astrología educa un tipo de 
mirada que comienza a leer poco a poco la partitura vibratoria con la 
que el Universo vibra. La música y su infinita complejidad comienza a 
ser leída por nosotros, comienza a ser captada y en la medida que esto 
sucede la posibilidad de acompañar el proceso creativo de la vida se 
incrementa; es decir, en lugar de repetir una misma respuesta siempre, 
la astrología y la lectura de la partitura vibratoria nos permiten 
responder de maneras más creativas a lo que profundamente somos, a lo 
que profundamente quiere manifestarse. 
                        
Es importante entender que el 
tejido viviente de la tierra se organiza desde patrones que 
inevitablemente deben sostener ciertos niveles de fijeza y repetición. 
Imaginen si nuestro esqueleto cambiase de forma momento a momento, jamás
 hubiésemos podido aprende a caminar, movernos, etc. Es necesario que 
ciertos niveles de la forma respondan a moldes rígidos que buscan 
permanecer, para que otros proceso más creativos y flexibles puedan 
suceder. Para que la Tierra genere formas que piensan, hablan y sienten 
fueron necesarios millones de años de evolución, millones de años de 
vincularse vibratoriamente con el cielo que momento a momento la preña 
con su constante creatividad. 
                        
Hago esta aclaración para que 
podamos entender un poco más lo que implica el trabajo astrológico. Es 
decir, nuestra carta natal tiene un potencial impensable de complejidad 
vibratoria, pero dado que ese potencial es a la vez una forma terrestre 
que implica estos niveles de inercia y forma, esa carta de potencial 
infinito encarnará, quedará determinada por cierto umbral que dicha 
forma terrestre posee. La vibración del cielo queda así definida en un 
cierto cuerpo, con una cierta madre, padre, parejas, vínculos. El cielo 
se jugará a través de esa carta. 
                        
Este umbral, esta frontera del 
encuentro entre el cielo y la tierra que somos es la carta natal y su 
despliegue. Por eso es tan valioso conocer nuestra carta natal, ya que 
así contaremos con un mapa vibratorio de potencialidades que podremos 
nutrir para que nuestra creatividad pueda florecer. Y a la vez conocer 
nuestros lugares inerciales que nos detienen y que quieren repetirse 
(porque es lo que conocen) para así comprenderlos y utilizarlos a favor 
de nuestro desarrollo.   Cuando nos preguntan nuestro signo contestamos 
“soy de leo, cancer, acuario, etc..”. Lo que en verdad estamos diciendo 
es que a la hora de nuestro nacimiento el sol estaba en el sector de 
leo, cáncer, acuario, etc. Es decir, el sol vibraba con la cualidad 
zodiacal que llamamos nuestro signo. 
                        
Pero la carta natal es mucho más
 que esto, ya que además de estar el sol pulsando con determinada 
energía, también lo estaba, Júpiter, Urano, Saturno, Mercurio, etc. Todo
 ese entramado vibratorio es parte de nuestra matriz y todos los humanos
 tenemos en diferentes proporciones dichas vibraciones. Alguien tendrá 
fuertemente marcado ciertos planetas y aspectos y será diferente a la 
carta de otra persona, ya que el cielo cambia a todo momento, la 
partitura vibratoria esta viva a cada momento.  La hora y lugar de 
nacimiento son fundamentales para determinar cómo se dibujará el sistema
 de casas de esa persona en esa hora y lugar de la Tierra específicos. 
Las diferentes casas marcarán áreas de experiencia, ámbitos 
discriminados de la vida cotidiana en donde se jugarán las energías de 
los planetas y las cualidades zodiacales. 
                        
En su libro “Las doce casas” 
Howard Sasportas lo explica de una manera más que sintética <Dicho de
 modo muy simple, los planetas nos muestran qué sucede, los signos cómo 
sucede y las casas dónde sucede>. Así como el Zodíaco es la división 
en doce espacios de la eclíptica ( la senda aparente del Sol alrededor 
de la tierra desde un punto de vista geocéntrico); las casas a su vez, 
responden a la división en 12 espacios de la rotación diaria de la 
Tierra sobre su propio eje en relación a la eclíptica Solar. 
                        
Astronómicamente hablando, la 
casa 1 (o Ascendente natal) marca la intersección de la eclíptica con el
 horizonte del observador. Dado que la Tierra gira completamente sobre 
su eje en un tiempo de 24 hs, entonces todos los planetas y signos 
pasarán en un día por las doce casas que constituyen la carta natal. 
Cada casa representa un ámbito de experiencia el cual experimentaremos 
desde las energías Zodiacales y planetas que estén emplazados allí. Este
 es un mapa muy específico que ayuda a aquellos que conocen su carta a 
discriminar con mucho mayor rango de precisión la manera más natural y 
fluida posible para abordar las vibraciones que dicho campo de 
experiencia plantea a la persona. 
                        
Un consultante presentaba una 
carta natal con mucha energía de orden, trabajo, esfuerzo y precisión. 
Obviamente esta persona tenía muchas dificultades para lidiar con los 
“imprevistos” de la vida ( que astrológicamente es representado por 
Urano), ya que su anhelo era de organizarlo todo ¡a modo de maquinaria 
de reloj suiza!. Una angustia muy fuerte que esta persona planteó en la 
consulta era su tremendo miedo en lo concerniente a los recursos 
materiales, su miedo era de perderlo todo imprevistamente. La casa 2 
simboliza el área de nuestra vida en dónde contamos con los recursos 
para materializar, por lo tanto la relación que tengamos con las 
energías que allí emplazadas nos darán un indicio de la capacidad que 
tiene o no la persona para materializar. 
                        
Este consultante tenía a Urano 
en casa 2, y en la casa donde se encuentre emplazado nos mostrará el 
escenario para que desarrollemos nuestra capacidad de surfear los 
imprevistos, abriéndonos a aspectos nuevos y originales de nosotros 
mismos. Una vez que esta persona comprendió la posibilidad que le 
brindaba la casa 2 pudo poco a poco ir perdiéndole el miedo a los 
imprevistos que la vida le presentaba y así ir generando mayor poder de 
materialización. Su lado organizado y controlador aprende poco a poco a 
perderle el miedo a lo que no es controlable y así desarrollar 
cualidades más adecuadas y naturales para la materialización. Digamos 
que más amigo sea de lo que no se puede prever mayor será su capacidad 
de materializar. 
                        
Otros deberán encontrarse con el
 esfuerzo en la dos (Saturno), otros con la enseñanza (Júpiter) y así 
sucesivamente.. Este ejemplo sirve para entender el potencial que tiene 
para la Conciencia el hecho de discriminar los escenarios de la Vida y 
los desafíos energéticos que dichos escenarios plantean. 
                        
Hablemos un poco entonces en 
forma breve y sintética de algunas energías básicas de la carta para 
hacernos una idea un poco más concisa de lo que estamos diciendo.   
                        
La Luna: Como bien sabemos los 
seres humanos crecemos envueltos en diferentes tipos de “huevos 
vibratorios”, que obviamente generan cuerpo en el tejido terrestre. O 
sea, primero dentro de un útero, luego pasamos a construir una noción de
 mundo a través de nuestra madre, luego colegio, amigos, es decir la 
cultura.. La luna es aquella vibración que va generando contextos para 
que algo pueda desarrollarse. Entonces en la vibración zodiacal de la 
luna y sus aspectos podemos leer la manera que tiene la persona de armar
 madriguera, de armar casa; y a su vez, la cualidad vibratoria que esa 
persona experimenta con su madre (que es la que hace de primera luna por
 excelencia). La luna es la vibración donde el psiquismo experimenta un 
máximo de seguridad, es la vibración que el sistema nervioso traduce 
como “segura”, por eso la cualidad lunar y su maravillosa función de 
cuidado y nutrición pasa a ser posteriormente un refugio inercial y 
altamente regresivo. Esto sucede debido a la necesidad psíquica que 
tenemos a “estar en seguridad”, por lo tanto el sistema nervioso dice: 
“¡Envolvete en la luna!”, así la luna que debería ser una función de 
cuidado en las primeras etapas de desarrollo se vuelve una morada 
recurrente que no permite el desenvolvimiento de otras energías de la 
carta. Así vemos constantemente a personas que a ojos de lo social 
aparentan madurez y solidez, pero a ojos de la astrología son lugares de
 búsqueda de seguridad homeostática. Esto no significa que haya que 
estigmatizar a la luna, ya que si la persona realmente trabaja su 
madurez emocional, entonces la luna se vuelve un potencial único, porque
 es una vibración que realmente conocemos hasta la médula. Esta 
vibración una vez que atraviesa un proceso de maduración se vuelve un 
verdadero talento de la persona y con ello la posibilidad de entrar en 
contacto emocional profundo con otros, cosa que de otra manera se hace 
difícil ya que si el otro se lo traduce como amenazante el verdadero 
contacto no puede florecer.   
                        
El Sol: Visualicemos un segundo 
al Sol irradiando luz, vitalidad y calor en el centro de nuestro Sistema
 Solar. Observen que la luz que todos los días ilumina nuestras vidas 
(literalmente hablando) proviene de una estrella muchas veces más grande
 que la tierra y que se encuentra a una distancia tan maravillosamente 
equilibrada que permite que esa potencia tremenda alcance la superficie 
terrestre con un determinado umbral de calor, posibilitando la vida en 
La Tierra. La órbita terrestre está a la justa distancia del Sol para la
 vida, y su vuelta alrededor de éste posibilita las estaciones generando
 diferencias en la temperatura Terrestre, diferencias necesarias para la
 Vida. Pero además el peso gravitatorio Solar organiza la órbita de 
todos los planetas de nuestro sistema solar, organiza un sistema, 
coherentiza un sistema de planetas (que para los astrólogos tendrán 
correlato de diferentes funciones psíquicas). Los soles del Cosmos con 
sus explosiones continuas, explosiones que equivalen a millones de 
bombas atómicas, son los generadores de Luz y calor en la infinita 
vastedad del Cosmos. Este efecto irradiante y generador de vida que el 
Sol es, implica en la carta natal el lugar en donde nos sentimos 
nosotros mismos. Es difícil para todos nosotros expresar y explicar esta
 frase “donde somos nosotros mismos”, pero creo que a todos nos toca en 
un lugar particular, que refiere a esa imagen Solar de irradiación 
espontánea y vital, ese es nuestro potencial Solar psíquico, es decir, 
sentirnos nosotros mismos y expresarlo. La cualidad zodiacal del Sol y 
sus aspectos hablarán de la vitalidad irradiante que esa persona posee. 
El principio Solar coherentiza nuestras vidas y nos brinda vitalidad 
para sentirnos Uno e irradiar eso que somos. Por eso leemos en el Sol la
 identidad de la persona, donde se siente que es, pero esta identidad, 
esta auto imagen se organiza con tejido lunar también, es un proceso 
complejo, ya que la auto imagen representa generalmente un lugar de 
seguridad que continuamente buscamos confirmar. Más allá de este nivel 
solar relacionado a la Luna se encuentran niveles solares de irradiación
 profundamente vital y espontáneamente originales.   
                        
El Ascendente: Es la puerta de 
entrada de la energía al Sistema Vibratorio que somos (La carta natal). 
Muchas veces se usa en astrología la comparación del Ascendente con el 
rostro, ya que este es la parte de nosotros que más nos identifica y que
 nunca vemos si no es en un espejo. Por lo tanto el Ascendente es 
aquella identidad vibratoria hacia la cual puja la energía de la carta, 
pero con la cual no nos identificamos, ya que lograr la identificación 
con el Ascendente implica todo un proceso de maduración psíquica muy 
importante que lleva muchos años de la vida. El Ascendente nos plantea 
un viaje de destino a recorrer y que lo sepamos o no, estamos 
recorriendo. Cuando el Ascendente es incorporado concientemente a la 
totalidad del sistema sucede una potencialización creativa global, ya 
que ahora la energía entra al sistema sin fallas ni obstrucciones, todo 
el Sistema se dinamiza. Pero esto lleva mucho trabajo psíquico, ya que 
el viaje empieza generalmente con una distancia muy grande con aquella 
energía que realmente somos, por lo tanto el ascendente crea 
incesantemente escenas de destino (a través de personas y situaciones) 
para que podamos responder a ellas desde nuestra energía de Ascendente y
 así reconocernos. Estas escenas se dan, precipitan, ya que 
constantemente el tejido terrestre refleja el orden del Cielo. Vibrar 
con la energía de Ascendente es fundamental para que la Vida alcance 
niveles creativos de mayor complejidad y plenitud.
                        
La carta natal nos muestra 
nuestro potencial de despliegue vital, conocerla es una herramienta 
fundamental para que podamos nutrirlo y actualizarlo día a día.   En la 
carta se refleja un anhelo del cielo para la tierra, conocer nuestra 
carta es sumarnos y abonar creativamente ese anhelo encontrándonos en el
 proceso como frutos vivientes de esa unión.   
                        
La carta marca un patrón de 
despliegue creativo y vital de la Vida. Fruto de la unión entre el cielo
 y la tierra ese patrón de despliegue debe ser abonado y nutrido por la 
conciencia para que florezca su máximo potencial.
                        
 
 
 
 
 
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