sábado, 5 de enero de 2019

Los alquimistas de Felipe II. Por Javier Ruiz.










La Alquimia penetra en Europa de la mano de los árabes. Todo adepto ha de conocer las traducciones del apócrifo Geber de Sevilla. El recorrido de expansión de los escritos pasa por España, especialmente por el Reino de Aragón. En la Alta Edad Media, los más importantes alquimistas nacen en este reino: Raimundo Lulio en Mallorca, Arnaldo de Vilanova en Cataluña, Rupescissa en el Rosellón. Se construye sobre ellos toda una Escuela de anónimos que les atribuirá sus textos. A Ramón Llull se le conocen más de quinientas atribuciones de obras de Alquimia.
Por otra parte, los Reyes de Aragón protegen esta ciencia. Y los Alquimistas aragoneses gozan de altísima estima en la Corte.
Europa recibe este legado dando fe: el monje Teófilo en su conocido De diversis artibus (siglo XII) da su receta para la fabricación del oro español (oro alquímico).
En el siglo XV muere el impulso, pero no termina la práctica. Castilla cristiana reverdece en sus escritos. Don Enrique de Villena, el arzobispo Carrillo de Toledo, la Reina Católica, mantienen directa (en los dos primeros casos) o indirectamente (Isabel I) encendido el fuego. Este se introduce en España en la Casa de Austria por medio de Carlos I (quien poseía piedras filosofales que le fueron regaladas por un tal doctor Beltrán), y va a llegar a su esplendor con Felipe II, máximo protector de esta arte de entre los miembros de su familia que reinaron en España (1).

La analogía en el pensamiento de Felipe II
 
No tenemos datos suficientes todavía para explicarnos el sentido que Felipe II, -en su desmesurada desconfianza-, otorgaba a la Ciencia Transmutatoria y a los que la practicaban. Sin embargo, y a la vista de lo que en este escrito recogemos, nos atrevemos a sugerir que entendía de manera diferente la Alquimia y los alquimistas. Amante de las relaciones analógicas entre objetos y conceptos, hombre de una cultura excepcional, escribió al menos un libro (actualmente perdido) que nos enseñaba un poco de la manera de operar de su pensamiento.
Se interesaba, -y no casualmente-, por las artes hasta tal punto de que las practicaba intensamente: pintaba, interpretaba órgano, clave y vihuela, componía, diseñaba obras arquitectónicas. Su opúsculo, conocido por la mención de un lector contemporáneo, trataba de la relación entre el Mundo de Dios y el Mundo de los hombres.
La Alquimia, -pensamos-, debió de atraerle como ciencia analógica. Queremos recordar su desmedida afición a los cuadros del Bosco. Porque sabemos que el Bosco estaba iniciado en la Alquimia y que muchos de sus cuadros -y en especial el "Jardín de las Delicias"- son tratados de transmutación escritos con imágenes (2). Y sabemos también que una gran cantidad de escritos de Alquimia de la Biblioteca Real procede de las colecciones de Felipe II. Pero no creemos que le interesara operativamente, porque no consta que la practicara en algún momento. El Rey contrataba alquimistas y les exigía resultados. Aunque en ocasiones también aceptaba lecciones teóricas.
Otro aspecto poco conocido de Felipe II, dentro de esta concepción basada en relaciones analógicas de semejanza, es su relación con magos. También continuaba una tradición familiar; su propio padre los había protegido (tuvo por compañero asiduo a Enrique Cornelio Agrippa). Felipe inició contactos en su juventud con estos magos. Comenzaron, -que se sepa-, en Inglaterra donde conoció a John Dee y se hizo su carta astrológica (3).

Los alquimistas de Malinas
 
Por dos embajadores de Venecia se descubren las primeras, hasta ahora conocidas, experiencias de Alquimia auspiciadas por Felipe II. Tienen lugar en 1557 y 1559 (4).
Miguel Soriano cuenta que en Malinas (Flandes) un alquimista llamado Tiberio de Roca trabajó para el Rey, durante cierto tiempo. El confesor de Felipe II, encargado por éste para asistir a los trabajos, detuvo en cierto momento las investigaciones y despidió al alquimista. Sin embargo, en 1559, se encontró a otro iniciado que prosiguiera con la transmutación. Con una onza de polvos de su invención y seis de mercurio hacía seis onzas de un tipo de "plata" que pasaba bien unas pruebas pero otras no. El embajador de Venecia informó a su República de que se estaba pagando al ejercito con esta plata y que luego se desistió por razones de economía internacional "Pero esta invención es muy grata al Rey y a Ruy-Gómez (Conde de Eboli)".
Es seguro que en "tiempos de estrechez" se siguió utilizando este mismo sistema, Marcantonio Da Mula, en su relación a Venecia de 1559 prosigue la descripción de los alquimistas de Malinas y explica que encuentra al operador, el alemán Pedro Stenberg, con el que mantiene una conversación. Al parecer, acababa de recibir del Rey dos mil ducados, mil doscientos para si y ochocientos para el secretario del Conde de Eboli, enviado y representate real.
Francisco Rodríguez Martín narra la historia de unos papeles que llegaron a su poder y que nos presentan a Felipe II relacionado con alquimistas en el año de 1567.
Pedro del Hoyo, secretario de Su majestad, tomó siguiendo instrucciones del Rey una casa en la que mando hacer unos hornos secretos. El 30 de enero de 1567, escribió a Felipe: "En mi aposento están ya hechos los horbnillos para auel ensayo, los cuales se han acabado esta noche (...) El que sabe el secreto habla y trata el negocio con gran demostración de estar enterado que es cierto; plega a Dios que sea así; que ya cerca de verlo. Hanse hecho todas las diligencias con tan buena industria y secreto que no se ha sospechado nada, que no ha sido poco" El Rey responde de su propia mano al margen que se ha "holgado dello", pues "vos lo teneis muy bien ordenado; así lo esté lo que a el que sabe el secreto toca"
Comienzan los ensayos y las primeras operaciones. En respuesta a un billete de 1 de febrero (como se puede ver la corrsepondencia era muy seguida) decía el Rey: "En verdad que aunque yo soy incrédulo destas cosas, que désta, no lo estoy tanto, aunque no es malo serlo, porque si no saliese, no se sintiera tanto; pero de lo que hasta agora se ha visto y a vos os parece, así de la obra como de las personas, no estoy tan incrñedulo como lo estuviera si esto no fuera así" (...) "Lo de ayer he hallado bueno y que se hecho obra:: dinero anda al cabo".
En el billete de 9 de febrero se declara que todo el asunto se refiere a Alquimia y que de producir oro era de lo que se trataba. Dice Pedro de Hoyo "los del secreto tienen por sin duda ser puro oro lo que se produjo de la materia que se mezcló, pero dizen que para volverlo a color perfecto (porque agora todo parece negro) es menester hazer hoy otras diligencias y volverlo al fuego" (...) "Lo que entretanto digo es que siempre me ha dado el ánimo, y agora haze lo mismo, que este negocio es, sin duda, cierto" (...) "Preguntaba yo anoche, a uno de los hermanos, si con buena diligencia se podrían hazer siete o ocho millonres en un año; respondiéndome muy en sana paz que y aun veinte" El Rey se empieza a mosquear, pero confía en Dios "aunqye yo, como he visto algo desto y no salir después en cantidad, todavía estoy sospechoso" (...) "que espero en Dios que será bueno, porque creo que conviene así a su servicio".
Sigue el proceso y siguen las dilaciones. En un billete un poco posterior y sin fecha, el secretario cuenta al Rey anécdotas de casos exitosos en otros lugares y ocasiones. Felipe II, que ya se sabe lo de la Alquimia contesta: "No hay que decir, sino esperar el suceso".
El 18 de febrero estaba casi terminada la operación. El Rey es informado. "Creo que se acabará dentro de tres días". Sin embargo, surgen nuevas dificultades. El 20 de febrero se sigue en el mismo punto: "El mal que ello tiene es de tres días más de dilación". Felipe II ya estaba desesperanzado: "Muy bien ha sido consentirles qe hagan lo que les pareciere, aunque a mi no me contentan estas mudanças; pero tanto más conviene no darles causa a que digan que no se acertó por no hazer lo que les pareció".
Los ocho billetes conservados no contienen la culminación de los experimentos. Pero, y a la luz de los detalles del proceso en los últimos días, parece que no salió lo que se esperaba.

Los alquimistas españoles durante el reinado de Felipe II

El 25 de Octubre de 1555, se produjo la abdicación del emperador Carlos en su hijo Felipe. Dos años después ya estaba Felipe II dedicado a la Alquimia. Luis de Centellas escribía, o acababa de componer, las Coplas sobre la Piedra Philosophal y Caravantes de entregar a imprenta su Praxis artis alchimicae (publicada en 1561)
El primero de los mencionados, Luis de Centellas, es autor de una Carta dirigida a un alquimista español fechada en febrero de 1552 en que trata de Arte Transmutatoria. En ella se mencionan otros tres nombres: El Dr. Manresa de Murcia, Baltasar de Zamora, el Sr. Francisco Ortiz, cura de Saelices. Todos ellos relacionados y operando en Alquimia en 1552, desde distintas ciudades de España (6). Las mencionadas Coplas de Don Luis de Centellas, es uno de los textos más curiosos de entre los escritos sobre Alquimia en castellano. Copiamos alguna de las octavas a continuación:
      1
      Toma la dama que mora en el çielo
      ques hija del sol sin duda ninguna,
      y aquesta prepara en bagno de Luna
      do labe su cara de su negro velo
      despues si pudieres al sol y al ielo
      en el mismo banno la tenga en prission
      hasta que purgada de su imperfeccion
      nos sea lucero acá en este suelo.

      2
      No entiendas que es obra de algun animal
      ni menos es planta que nace en el suelo
      mas es una dama que vive en el cielo
      de allí nos la baxan esta obra real
      y para nosotros es tan natural
      que nuestros cuerpos con ella curamos
      y los imperfectos perfectos tornamos
      de todos secretos el mas principal.
      Entiende ó operante que es menester
      que eetos dos iuntos de quien e hablado
      hembra y macho los emos nombrado
      porque es matrimonio de hombre y muger
      encierralos luego sin mas detener
      no le estorues la muerte secreta
      que caussa la vida muy mas perfeta
      segun por la obra podras conoçer.
El autor termina:
      28 
      No quiero me culpes en lo que e hablado
      pues çierto te digo que es çierta verdad
      ni en estos mis verssos no ay contrariedad
      ni como los otros lo digo doblado
      procura entender con mucho cuydado
      el vaso y materias en que se a de obrar
      y no lo haciendo tu te as de engañar
      y te hallaras del todo burlado.
      Finis Veritatis.
Por lo que se refiere al escrito de Caravantes, lo sabemos publicado en la Verae Alchimiae de Gratarolo y en otras colecciones de textos alquímicos posteriores. Es apenas un texto de media página.
Yendo adelante en su reinado, Felipe II sigue interesándose en la Alquimia. El Rey se plantea y lleva a cabo una doble estrategia con respecto a los que no trabajan por él. Por una parte toleró a los alquimistas de elevada formación, vigilando disimuladamente su riqueza para conocer sus éxitos o fracasos y, por otra, reprimió a los descontrolados. Sobre los segundos, ha de esperarse a ver editados los estudios de la Dra. Muñoz Calvo, gran conocedora de alquimistas perseguidos por la Inquisición (7). Y sobre los primeros se sabe algo de lo que ocurrñía a través del boloñés Leonardo Fioravanti, médico y alquimista que había trabajado para Carlos Y y, posteriormente, y en España, para Felipe II.
Otros alquimistas, Lorenzo Gozar, autor de Medicinae Fonte (1589), discípulo de Paracelso, Jerónimo Gracián, natural de Valladolid, cuyo Diálogo de Alquimia es citado por numerosos autores entre ellos Nicolás Antonio y en la actualidad se encuentra perdido, y Pedro de Mercado, conocedor más que adepto, en sus Diálogos de Philosophia natural y moral, Granada, 1558.

El alquimista Fioravanti

Fioravanti estuvo en España en 1576 y 1577 (8). Anteriormente participó, al servicio de Carlos I (mayo de 1551), en la armada que se envió a Africa. En 1582 publicó por primera vez sus cuatro tratados Della Fisica, que dedicó al rey Felipe II (9). En el cuarto "Si discorre sopra molte cose filosofiche, con bellisimi trattati di alchimia o altre cosa notabilissime".
El tratado, amalgama de cartas a amigos, especulaciones sobre transmutaciones, remedios y poemas sobre Alquimia, tiene un gran interés. El autor boloñés muestra publicamente por medio de este escrito, que dedica al Rey de España, un Madrid hirviendo de alquimistas lo suficientemente conocidos y tolerados como para que la mención de sus trabajos no les causase problemas con la Inquisición.
El capítulo segundo, es dedicado "Al Magnfico messer Anzolo de Santini, Bolognese cirugico & alchimista terribilissimo, in Corte del Re Catolico de Spagna". Le dice: "Ma voglio, che in vostra compagnia vi sia ancor M. Cesar barbiere, & il signor Yuan Fernández, y el licenciado Agostin con esta condición, che sois amigos, y que os yunteis una vez cada semana (...) percioche con questa arte alchimica farete alio filosoforum, piedra filosofal, la quinta essentia, & molte altre cose".
En el capítulo diez, se publica un texto del licenciado Agustin, antes citado "Di una bellisima fantasia del licenciado Agostin Bravo, nella Corte del Re don Filippo de Spagna, doue si narrano alcune bellissime dificoltá in Spagnuolo".
"Es este hombre diabólico porque sabe más que todos los diablos dell’enfermo, quien sabra en la Corte di su Majestad, leer y metter por obra todo lo que he escritto".
Dedica Fioravanti cariñosos insultos al licenciado Bravo y dice de él "otro no hai en Espagna, si el no que lo sepa todo". Su tratado integro es éste:
"O Dios quan poderoso sos y q podes azer de todo nada y de nada todo con esta pienso ya salir del todo se lo empezado yra sigiendo en bien podremus cantar alleluia, bagame Señor merze de lo que sobra en esto mondo a todos y mira mi sabiduria, porque pueda rezar yo cada dia lo que se toma parece burleria, porque es cosa tan ordinaria & tan comuna, q. mas no puede esser en cosa alguna y el dia y la noche, los dos yuntos anse de tomar por principales y el corriente no te as da olvidar porque sobre estos as de obrar, ma no te has de cansar, porque es obra larga a mi parecer el padre y la madre y el hijo todos en una pieza, se an adescansar y alla lumbre anse de a calentar, y vieyo, mozo asse de boluer y como los veres trocar naturaleza, intonces laueis de ancerar y con el calor hazello fisar y de esta brnaca te podrás á provechar mas mira Lettor mio, lo que as de azer aprovecharte desto y callar, y no quieras azer maldad ninguna porque no os saldria ni Sol (oro) ni Luna (plata)". (sic. todo el texto).
No tengo noticias de que haya sido mencionado desde el s. XVII.
En el capítulo XII, prosigue Fioravanti "siendo io en la Corte del Catolico Rey Felipe en Ispagna, un cauallier Ytaliano me ha mostro la orden conque se puode azer la piedra de los Filosofos para con ella azer todos los metales del mundo, en purissimo oro deuenteydos chilates, en meyor que se pueda allar" y cuenta que le robó el manuscrito. En este libro lo publica con la condición de que se envie un diez por ciento del beneficio al propietario del escrito por todos aquellos que triunfaren en la empresa. Y da la dirección "Señor Lorenzo Granita, que esta en Madrid al Carmeno". Entre los textos robados que publica Fioravanti se encuentran las Coplas de Luis de Centellas anónimas. Así, y si creemos al charlatán boloñés, en 1577 los escritos de Centellas eran considerados de primera importancia por los alquimistas de la Corte de Madrid.
No es conocida suficientemente la educación de Rodolfo II, el emperador alquimista, en la Corte de Felipe II. Permaneció en ella desde 1564 a 1571. Y de Madrid, con veintidós años salió para ser ceñido con la coronoa del Imperio.

Los alquimistas del Escorial

El Circulo del Escorial es producto de la última etapa del reinado de Felipe II. Tal vez se constituya hacia 1587, cuando el Rey autoriza de nuevo (10) e impulsa el estudio de la obra de Raimundo Lulio. Esta decisión es importante. Por una parte van a ser comentadas y estudiadas las llamadas artes lulianas (11) de las cuales Juan de Herrera será un gran entusiasta (11 bis). Por otra, se va a impulsar el estudio de la Alquimia. Dentro del núcleo del Escorial, va a brillar el extraño Doctor Dimas, relacionado con Herrera y con las matemáticas y del que se conserva una Relación de las obras de Lulio que llegaron a su noticia (12) . Y van a destacar artifices y escritores. Entre los primeros, Diego de Santiago y entre los últimos Ricardo Estanihurst. Un manuscrito de la Biblioteca del Escorial atribuido a Sto. Tomás de Aquino y deedicado a su compañero Fray Reynaldo, el Tratado en el Arte de la Alchemia, puede haber sido redactado en esta escuela.
Sobre Diego de Santiago (13) se sabe bastante más que sobre la generalidad de los alquimistas españoles. Boticario afincado en Sevilla y Destilador Real es el autor de la invención y construcción de un complicado vaso destilatorio que instalará en 1590 en el monasterio. Autor de los Dos Libros del Arte Separatoria, Sevilla 1598 , cita como únicas autoridades en el cúmulo de recetas y sistemas que describe a los alquimistas Vilanova, Lulio, Paracelso, Rupescisa y Ivequero. El libro dice en su dedicatoria que en el texto se contiene "todo el trabajo de mi vida, porque tuve particular inclinación a ello, en especial de veinte años a esta parte: comunicando con los Estiladores de Su Majestas (...) y siempre haciendo experiencias en las cuales, y en varios instrumentos que he inventado, se ha gastadocuanto mi trabajo me ha podido dar".
Ricardo Estanihurst, perito de alquimistas, es el último que conocemos y el más directamente relacionado con la persona del Rey.
Se conserva su memoria en un texto del que es autor y se guarda en la Biblioteca Nacional, el llamado Toque de Alchimia y también Vn breve tratado intitulado el Toque del Alchimia en el qual se declara, los verdaderos y falsos efectos en el arte, y como se conosceran las falsas prácticas de los engañadores, y Haraneros - Vagamundos que dedica a la Católica Magestad y escribe en Sant Lorenço el Real a 25 de Septiembre de 1593.
El capítulo primero comienza:
"Hauiendo cumplido con el mando de V. Magd. en hacer ciertas curiosidades quese contienen en aquella parte de philosophia natural que se dize Chimica meparecio Expediente Hazer (...) aqueste breue tratado en el qual (...) se diferencian los buenos y sabios philosophos de los falsos sophistos, engañadores de los quales ay gran numero enesta nuestra era".
En el capítulo segundo se trata "Del nombre de Alchimia y del primer efecto q. haze encomponer medicinas quesolamente curan enfermedades humanas."
En el tercero "Del segundo effecto que consiste en vna medicina que cura solamente las enfermedades de los Metales y de la possivilidad deste efecto". Aquí menciona las dos formas de oro potable (14) que "he presentado a V. Magd. y por su orden enseñado a fr. Franco de Bonilla".
El capítulo cuarto trata "Del tercer effecto que consiste en hazer una medicina que cure las enfermedades de los cuerpos humanos y de los metales y vna breve Declaración de las cuatro suertes de fuego que husan los philosophos en sus obras".
En el capítulo quinto, se entra definitivamente en materia. "Como se conoscera si el que Verdadero Philosopho y se diferenciara del sophistico burlador, sino promete que esprancas y su trabajo para hazer, y acabar las sobredichas mediçinas", y se explican los trucos que se usan para engañar a los reyes.
El texto termina en su sexto matizando el anterior: "Como se conoscera si el que promete de si mismo tiene las ideas sobre dichas medicinas hechas y acabadas en philosopho verdadero y sincero o algún Bundor."
Pocos años después, el 13 de Septiembre de 1598, moría Felipe II. Sus alquimistas no habían fabricado el oro que pudiera pagas las deudas del imperio a los banqueros genoveses y a los Fúcares (Fugger), ni "hacer vna medicina" que curase la gota que causó su muerte.
(El autor dedica este trabajo a los investigadores Edson Simons y Roberto Godoy, cuyas investigaciones tanto han aportado al conocimiento de la heterodoxia española).


NOTAS:
1 También Felipe IV tuvo trato con falsos alquimistas. Le sabemos estafado, al menos por dos veces, por este sistema.
2 Juan de Herrera despachaba una hora con él diariamente los planos de todas las construcciones arquitectónicas que se proyectaban en sus reinos. Y él mismo, en conversación con el arquitecto, corregía o modificaba los proyectos a su arbitrio "según asegura Porreño", in Juan A. Cean-Bermúdez, Vida de Juan de Herrera... Madrid, 1812.
3 En los estudios de J. van Lennep, Art et Alchimie, Bruselas, 1966, trad. españ. en prensa. Ver cap. IX: Jérome Bosch, de la Putrefaction al l’Illumination, pp. 213-222.
4 Este particular es mencionado por Francis Yates. El Rey le regaló el espejo mágico de obsidiana que usaba Dee para invocar a los diablos y ahora se conserva en el British Museum.
5 Las relaciones, publicadas por Gachard, no dan más datos que los que se citan a continuación.
6 La Carta se encuentra copiada en el códice de escritos de Alquimia que se conserva en la Biblioteca Nacional de1 Madrid. Ha sido publicada por José Ramón de Luanco en su obra La Alquimia en España. El códice de la B.N. fue escrito después de 1561.
7 Algunos de estos estudios se encuentran en prensa.
8 Della Fisica, lib. I, cap.. XLVI.
9 En la dedicatoria, escrita en castelano y plagada -al igual que otros textos de este mismo libro que se reproducen a continuación- de palabras italianas, dice al Rey "V.M. sea servrido, accettar este mi libro y leerlo muchas vezes, porque se accordará de mi servidor fiel."
10 Ya lo había hecho en 1503 Fernando el Católico.
11 Pedro de Guevara, preceptor de las infantas Isabel y Catalina había ya publicado en 1584 la recopilación de las Artes Magna y Breve de Raimundo Lulio.
12 Son unas trescientas y todavía dice que existen otras muchas en manos de ciertos amigos que cita.
13 Véase el trabajo de Sergio Caballero Villaldea, Diego de Santiago, Madrid, 1948.
14 No se refiere el autor aqui al bebedizo de vegetales así llamado, que usaba Felipe II para tratarse "el corrimiento real" (colitis crónica) que padecía, sino a un oro líquido y potable que dice que ha logrado a partir del metal, y que es irreversible a sólido después de la destilación.



http://perso.wanadoo.es/lishka1960/articles/LOS%20ALQUIMISTAS%20DE%20FELIPE%20II.htm




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