Rasputín llevaba en su juventud la vida típica de un campesino  siberiano, hasta que sufrió su «conversión». Era un hombre muy alto, de  hábil y elocuente poder oratorio, personalidad abrumadora, de aspecto un  tanto tosco, grosero a veces, violento, tenía una mirada muy penetrante  y era poseedor de un carisma profundo. Amaba y odiaba efusivamente. Era  un actor soberbio y convincente, se sabía poseedor de estas habilidades  y las usó inteligentemente en su provecho.
En su época había rumores de que era una persona licenciosa y de  que se le había visto numerosas veces borracho y en compañía de  prostitutas. Sus relaciones con sus discípulos, sus visitas de alcoba,  en su mayoría mujeres de la alta sociedad rusa, también eran polémicas.  Una de sus máximas era: «Se deben cometer los pecados más atroces,  porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes  pecadores». Sin embargo, los historiadores no han encontrado pruebas  concluyentes que afirmen esta vida licenciosa. Independientemente de su  veracidad, esta reputación ha sido trasladada a varias biografías,  películas e incluso canciones.
Carta Rectificada.


 
 
 
 
 
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