LA NATURALEZA DE LA ASTROLOGIA
Y llegamos aquí a lo que será lo más importante para quienes solo atienden a lo útil y aplicable. Desde luego esto no es lo principal pero esas mentalidades así lo entienden y algo hay que hacer por ellas.
Muchos han venido sosteniendo desde tiempo inmemorial que las ondas, vibraciones y fuerzas planetarias son capaces de influir y modificar la vida humana. Desde luego esto no solo es absurdo (lo demostraremos luego). Además es revelador que quienes tales cosas afirman no tienen base científica alguna y, lo que es aún peor, no han reflexionado en lo más mínimo sobre la naturaleza íntima y profunda de los hechos astrológicos. Vamos a demostrar que esto es así. Ante todo digamos que la Física solo reconoce en su estado actual fuerzas o causas en general de unas pocas clases: las gravitatorias y mecánicas, las electromagnéticas y las interacciones fuertes y débiles a nivel del núcleo atómico. Ninguna de estas categorías encaja ni permite explicar la naturaleza de los pretendidos “influjos planetarios”. No faltará quien afirme que tal vez la Física no conoce ni reconoce aún a tales influjos pero, desde luego, esta es una afirmación gratuita y propia de quienes no se preocupan demasiado de la solidez de sus afirmaciones (la doxa de Platón ya mencionada...).
Coloquémonos ahora en el otro punto de vista o sea el de la Ley Hermética de Correspondencia Analógica. Aceptemos a esta como Principio o hipótesis de partida y todas nuestras dificultades desaparecen en el acto. Recordemos que la Ley citada postula un ORDEN Y ARMONIA UNIVERSAL Y TOTAL. A partir de ello los astros del sistema solar cesan de ser considerados causas eficientes del destino humano y pasan a ser simples indicadores de este, neutros en sí mismos.
Pero esto supone una ruptura conceptual muy grande, al aceptar que junto al Principio de Causalidad coexiste otro de igual o mayor importancia y envergadura que es el citado. Esto es mucho pedirles a cierto tipo de mentalidades poco flexibles frente a las revoluciones conceptuales.
Y esto no solo reza para los científicos sino también para astrólogos sin aptitud o inclinación filosófica. Esta revolución conceptual fue la del legendario HERMES TRISMEGISTO en la Antigüedad, renovada en forma restringida por JUNG en nuestros días. La forma de sincronicidad considerada por JUNG resulta demasiado restrictiva al no poder abarcar en su marco la noción de movimientos ideales (no reales) de los planetas que se consideran en la teoría de las direcciones astrológicas.
Para justificar este cambio profundo de punto de vista es necesario recurrir a lo que se conoce como “Principio de la economía de pensamiento”, formulado por el célebre filósofo y físico austriaco ERNST MACH. Dice este principio, verdadero paradigma de sensatez, quelas teorías relativas a los hechos naturales, teorías tanto descriptivas como explicativas, deben ser formuladas en forma tal que cueste un mínimo de esfuerzo intelectual el comprenderlas.
Y es el caso de aplicar este último principio pues en el marco del clásico Principio de Causalidad la Física en su estado actual es totalmente incapaz de explicar la Astrología y mucho más incapaz aún de refutarla.
Debido a ello, con soberbia e ignorancia, los físicos simplemente se limitan a negarle todo valor a nuestra disciplina.
Por todo ello la Astrología encarnada en los astrólogos tiene que tomar conciencia de su propia fuerza y enfrentar a esos detractores con hechos sólidos en la mano. Pero eso solo es posible para personas inteligentes y bien preparadas pero no para imbéciles tan charlatanes como deshonestos y faltos de autocrítica.
Veamos ahora con un poco más de detalle técnico cuales razones existen para sostener el punto de vista de las correspondencias analógicas (dada la insuficiencia de la concepción sincronística de JUNG como marco de referencia para poder explicar o al menos describir el hecho astrológico).
En primer lugar destaquemos que la Astrología se vale continuamente de elementos imprescindibles tanto en diagnóstico como en pronóstico: las cúspides de las casas. Pero estos elementos son puntos de la eclíptica no materiales, es decir no están asociados per se a ningún astro u otra forma de materia. Y desde luego un punto vacío no puede generar como causa hechos de ninguna naturaleza ni de ningún orden. Ahora bien, la validez de las cúspides de casas como elementos diagnóstico-predictivos es cosa absolutamente irrebatible(sobre más que sólida base experimental), a condición de que se empleen para latitudes usuales norte o sur entre 0 y 66 grados las cúspides de PLACIDUS, probadamente exactas y eficaces. Más allá de esas latitudes simplemente el problema no se halla aún resuelto en forma definitiva. Existen otros puntos de naturaleza no material (tales como los nodos y los antiscios) de uso frecuente en Astrología pero para ninguno de ellos se puede alegar una base experimental de comprobación de eficacia tan sólida como para las cúspides de Casassalvo los astros y planetas mismos. Esto último es notable y jamás lo he visto señalado explícitamente: En Astrología no se trabaja con puntos de la esfera celeste que correspondan a la posición real de los astros (su centro) sino y únicamente con puntos ideales que solo constituyen la proyección de los planetas sobre la eclíptica. Estos puntos son rigurosa y absolutamente inmateriales pues los astros no coinciden con ellos salvo en muy infrecuentes ocasiones (al tener latitud cero), con excepción del Sol que recorre permanentemente el plano ideal de la Eclíptica. Los nodos lunares (intersección de la órbita lunar instantánea con la Eclíptica) también son sin duda ejemplos de puntos inmateriales de la esfera celeste útiles en Astrología (aún cuando las direcciones tanto a los nodos medios como a los verdaderos no están asociadas a sucesos, a pesar de lo que digan al respecto autores conspicuos). Luego todos los puntos que emplean con probada eficacia y validez los astrólogos son normalmente inmateriales con excepción del Sol.
Y todavía hay un hecho notable a señalar: no todos los cuerpos del sistema solar son astrológicamente eficientes. Por ejemplo las direcciones donde intervienen Chiron, Transpluto, Ceres, Pallas, Juno, Vesta,... son totalmente imperceptibles en cuanto a sucesos a su vencimiento (a pesar de ríos de tinta que han corrido con pretendidos análisis de sus significados astrológicos respectivos). Apuntemos de paso que lo mismo ocurre con las direcciones de Lilith y Lilith corregida aún cuando estos no son puntos materiales. Vale la pena reflexionar al respecto de estos hechos...
Incluso la Astrología se basa en un modelo perfectamente adecuado para ella pero que es de carácter ideal ya que no corresponde a la realidad física. Nos referimos, claro está, al modelo geocéntrico pre-copernicano cuando el hecho real corresponde por supuesto al sistema heliocéntrico.
Cómo podría entonces nuestra disciplina astrológica ser causalista si emplea puntos sin materia que no pueden ser causa de nada ni tener por lo tanto efecto físico o de otro tipo?
Hay otro argumento más que no puede ser dejado de lado: la Astrología occidental se basa en signos y regencias que estructuran un sistema complicado. Pues bien: esos signos son una abstracción, no tienen existencia real. Su naturaleza es puramente simbólica y, con mayor razón, también lo es la del sistema de regencias. Ni unos ni otro tienen naturaleza material y, sin embargo, funcionan. Y no se puede argumentar que tras los signos se hallan las constelaciones de igual nombre pues, como todo el mundo sabe, estas se hallan considerablemente desfasadas respecto de los signos. Al respecto de las regencias debe decirse algo importante. Algunos astrólogos que pretenden ser modernistas han optado por suprimir el uso de las regencias (lo que equivale a tirar al bebé junto con el agua del baño) pues ellos consideran que es una noción anticuada. Pocos absurdos de los últimos tiempos resultan en la práctica astrológica tan perniciosos como este; pues ello equivale a privar a la Astrología de la mayor parte de su potencia y posibilidades.
Los argumentos están dados y el teorema queda demostrado. Quienes pretenden una Astrología causalista o hablan de ondas, fuerzas, energías y vibraciones planetarias simplemente deberán revisar sus ideas.
Pero hay más: en las llamadas direcciones astrológicas, que son instrumentos predictivos de enorme eficacia y precisión (como la experiencia lo señala: Aquí no es cuestión de gustos o disgustos personales) los movimientos astrales que se consideran tanto en las direcciones simbólicas como en las primarias de todos los tipos son movimientos simbólicos ideales (no reales) de puntos celestes simbólicos (no materiales como ya hemos visto).
Y nuevamente surge la conclusión obvia: como puede considerarse causal a la Astrología si sus conclusiones predictivas surgen de considerar puntos ideales (no materiales) y, además, movimientos simbólicos (no reales) de los astros?
La polémica causalidad versus correspondencia analógica puede considerarse con esto definitivamente zanjada. De todas formas y para quien lo desee el debate sigue abierto... y aún quedan cosas para decir al respecto.
http://www.spicasc.com/2011/10/para-tener-muy-en-cuenta.html