martes, 13 de agosto de 2019

La Curia romana, Felipe II y Sixto V. Por Enrique García Hernán.












Durante el siglo XVI la Curia Romana tuvo que hacer frente a dos problemas: la heterodoxia, fruto de la nueva teología incoada por Lutero, y el declive del poder papal, consecuencia del auge de los Estados Modernos. Para solventar estos aspectos, Sixto V y Felipe II abordaron decididamente la reforma de la Iglesia, el primero por medio de la bula Irnmensa aetemi Dei el segundo por medio de la reforma de su Consejo de Cámara de Castilla. Ambos, al inicio de 1588, trataron problemas semejantes, pero desde diferentes puntos de vista. No fue extrano que hubiera algunas tensiones. Sin embargo, los dos han pasado a la historia como grandes organizadores y sus reformas estuvieron vigentes durante casi dos siglos. La Curia Romana, desde el siglo XI, estaba apoyada sobre las congregaciones de cardenales y, algunas de éstas, empezaron a tener carácter permanente a partir del sigo XVI. En los consistorios, casi diarios, el papa con los cardenales trataba de todos los asuntos, tanto temporales como espirituales, pero los diversos y complejos problemas hicieron que el papa delegara los de menor importancia en los capellanes pontificios, prelados y oficiales de la Santa Sede '. De esta forma nació el Tribunal de la Rota, la Cámara Apostólica, las Signaturas de Gracia y Justicia y muchos otros dicasterios que todavía se mantienen o han desaparecido.


 http://digital.csic.es/bitstream/10261/14566/1/20090709151019653.pdf



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