El Renacimiento es un proceso o movimiento de la cultura occidental que, teniendo como epicentro las ricas ciudades comerciales de la costa itálica, se desarrolla hacia el norte y el oeste hasta alcanzar con diferente intensidad casi todo el territorio Europeo. En tanto movimiento cultural significó el inicio de un profundo cambio en las formas de vida de occidente, el cual se continuara a lo largo de toda la Modernidad, entre los siglos XVII al XIX. Este proceso está motorizado por el desarrollo de una burguesía cosmopolita y comerciante, centrada en las ciudades costeras de Italia y sus zonas de influencia, que crece por el intercambio con oriente. El intercambio comercial genera riqueza intelectual y cultural; por un lado por el contacto y absorción del conocimiento filosófico, científico y técnico producido en Oriente y, por otro lado, por la llegada de los intelectuales bizantinos que escapan luego de la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos y encuentran en ciudades como Florencia una situación económica y cultural ideal para promover el conocimiento de la cultura antigua griega que se había mantenido muy activa en Bizancio. Surge así el humanismo y el humanista pasará a ser el prototipo del intelectual renacentista, hombre profunddamente interesado, a veces obsesionado, por el estudio del hombre en todos sus aspectos y del territorio que lo circunda: la naturaleza. Paradójicamente, este hombre construye buena parte de lo nuevo desde la antigüedad, en efecto, el humanismo recupera la humanidad construida por el saber griego antiguo, matizada por el Neo-platonismo orientalizante de los primeros siglos cristiannos.
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