En el inicio del segundo acto del célebre drama de Lope de Vega, Fuenteovejuna, al alcalde, Esteban, le preocupa que el inminente mal tiempo le obligue a tomar decisiones drásticas para mantener a salvo los cereales y otros productos de necesidad. Tanto para él como para el regidor, la respuesta obvia al dilema es la de almacenar el grano y así conservarlo para su uso en el futuro. Su sentido común, sin embargo, choca con creencias astrológicas muy arraigadas que dominaban la toma de decisiones de tipo social y económico. La posterior conversación entre los dos concejales muestra sus desavenencias con respecto al falso y falaz conocimiento de los astrólogos y su supuesta capacidad para prever las condiciones futuras para una buena cosecha: No se puede sufrir que estos astrólogos en las cosas futuras, y ignorantes, nos quieran persuadir con largos prólogos los secretos a Dios sólo importantes (868-871.) A través de las palabras del alcalde, Lope parece criticar a los astrólogos por hacer pronósticos infundados y sin prueba alguna sobre el futuro y, al 1 Trato este tema con más detalle en "The Politics of Agriculture: Drama and Agrarian Plight in Lope's Fuenteovejuna".

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